Sacar en Wimbledon ya no es lo que era
Aunque en la tele la mayoría de nosotros veamos una derecha de Nadal o un revés de Federer como un sartenazo de tremenda belleza, cada uno de esos golpes es un ejercicio de gran precisión. Raqueta, bola, superficie, viento, altura, ardor de estómago, y un sinfín de detalles más matizan e interceden en cada ejecución.
La hierba de Wimbledon lleva años siendo la diana de interminables debates sobre su rapidez o lentitud. “Hace veinte años ese saque no lo habría restado nadie” se puede escuchar afinando el oído. En cierto modo es como cuando uno descubre un grupo de música gracias a un ‘single’ que suena en todas las emisoras y llega el típico que te explica que ahora “son muy comerciales y sus tres anteriores trabajos eran mucho mejores”. Son opiniones.
Los fracasos en primera ronda de Isner, Feliciano López o Tomas Berdych, todos ellos jugadores cuyo tenis encaja perfectamente con la idea tradicional de la hierba, vuelve a reflotar el debate sobre la superficie. ¿Cómo pueden caer tan pronto gente que saca a una media superior a los 200 Km/hora? “Ahora es más lenta, creo que cada año que vengo la hierba es más perfecta y se juega mejor desde el fondo” comenta Federer dando una posible solución.
También la ITF y los análisis de la pista lo creen así. La pista de Wimbledon está clasificada en la categoría tres, el rango inmediatamente más lento al US Open. “Jugar aquí iguala el nivel de los tenistas, la pista este año está como siempre, ni muy rápida ni muy lenta” argumenta David Ferrer, reciente ganador en Hertogenbosch.
En cualquier caso parece que en Wimbledon ya no se lleva el saque y volea y sí el tenis de ataque pero consistente desde el fondo de la pista. ¿Esto es bueno o malo? Es el propio tenis que está cambiando, más que el tenis las cosas que lo componen; raquetas, preparación física, pelotas, superficies, calendario
