"Y en pocas tascas, bares o cervecerías encontramos ambientes similares a lo que estamos viendo este comienzo de undécima legislatura en la política navarra"

Pamplona

Hay una leyenda política que cuentan en el mi abuela llamaba el palacio de las cortes, el de la carrera de san jerónimo de Madrid. Aquella del debate sobre la enseñanza de latín en el sistema escolar en el que un ministro se preguntó "¿porque en definitiva para que sirve hoy el latín?"

El procurador - así se llamaban entonces- Adolfo Muñoz Alonso no pudo contenerse y desde su escaño increpó: "Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa."

Quienes estaban allí captaron que la otra cosa era cabrón, pero no se pronunció esa palabra. Como hemos cambiado, suspira hoy el presidente del Parlamento foral.

Y en pocas tascas, bares o cervecerías encontramos ambientes similares a lo que estamos viendo este comienzo de undécima legislatura en la política navarra. Afortunadamente los bares no son el parlamento. Y mucho menos las redes sociales en las que la presidenta Chivite ha tenido que limitar sus interacciones.

Mierdas que lanzan personas de carne y hueso desde cuentas anónimas que ni X ni Facebook hacen absolutamente nada por controlar. Cuentas que, en muchos casos, distan mucho de ser iniciativas personales y que tienen mucho de estrategia para focalizar el odio en personas públicas, políticas y periodistas, pese a que luego se cuenten otras cosas en las mociones del parlamento.

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Hoy se han reunido presidenta del gobierno y presidente del legislativo. Entre las conclusiones para frenar este tren desbocado; una verificación independiente de las informaciones y un código de conducta en el parlamento.