"Una vivienda a la que ese 15 por ciento que sí vive fuera de casa le dedica más de la mitad del sueldo. Como en casa en ningún sitio, dicen"
Mirando a los datos de emancipación juvenil
Salir de casa: La entrada de Lorente
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Pamplona
Mañana viene Eduardo Ruíz de Erenchun y quizás me lo pueda aclarar. No sé si es delito o simplemente echarle jeta, pero hoy voy a hacer una confesión.
Dejé la casa de mis padres con 22 años para irme a probar fortuna en esto del periodismo en Madrid. Era la época de la abundancia, con Aznar en la Moncloa y el ladrillo a tope, pero los sueldos para los periodistas recién salidos del horno cabían en un billete, el de 500, de un euro que acababa de empezar a circular.
Un amigo y yo teníamos una táctica para ahorrar. Mirábamos la agenda de previsiones y buscábamos presentaciones de cosas en las que tenía pinta de que tras la chapa de presentación del libro o lo que fuera, luego sacaban comida y bebida. Nos hacíamos pasar por corresponsales de periódicos regionales poco susceptibles de tener corresponsal en Madrid y así nos ahorrábamos la cena y la cervecita de los jueves, por ejemplo. Así vivíamos los jóvenes en los primeros dos mil, en una suerte de Rinconete y Cortadillo versión moderna.
Salir de casa era complicado entonces y lo sigue siendo. Sólo el 15 por ciento de quienes tienen menos de 30 años en Navarra vive fuera del hogar familiar.
El precio del alquiler es el principal motivo. Una vivienda a la que ese 15 por ciento que sí vive fuera de casa le dedica más de la mitad del sueldo. Como en casa en ningún sitio, dicen.
La entrada de Lorente