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Una pareja de EEUU debía elegir entre Singapur y España para mudarse: se decantan por Valencia y topan con este choque cultural

Tomaron la decisión buscando una nueva vida lejos del bullicio estadounidense

Pareja de viajeros por Valencia / martin-dm

Pareja de viajeros por Valencia

Cada vez son más las historias que conocemos de personas que deciden dejar sus lugares de origen para irse a vivir a algún país europeo. Sin duda, España es uno de los más elegidos, pero no solo por las personas que viven fuera del viejo continente, sino que hay muchas que residen en zonas de Europa que también deciden residir con nosotros, sobre todo aquellos que se jubilan y quieren un cambio radical en sus vidas y aprovechar las mieles que ofrece nuestra geografía.

Este es el caso de Gail y Greg Warner, originarios de Chicago e Indiana (Estados Unidos), respectivamente. Ellos realizaron muchos viajes juntos, pero mientras mucha gente cuando visita algún sitio dice de pasada 'podría vivir aquí', ellos lo pensaban en serio, aunque había una cosa que les frenaba: su perro Beau. "No tenemos hijos, así que él era como nuestro hijo. La intención era simplemente esperar hasta que se fuera a la gran granja en el cielo", comentaba Gail para CNN travel, pues creían que el cambio podría ser demasiado brusco para el animal.

Sin embargo, una vez que se jubilaron antes de tiempo y empezaron a investigar sobre la expatriación para más adelante, se convencieron de que no tendría que afectar al can si hacían las cosas correctamente. "Aproximadamente seis meses después de tomar esa decisión, decidimos retirarnos", decía Greg del momento a partir del cual llegó el tiempo de decidirse entre dos destinos que conocían bastante bien: Singapur o España. Finalmente pensaron nuestro país como mejor opción, sobre todo por la cantidad de horas de viaje que se ahorrarían, también pensando en Beau.

Valencia fue el lugar concreto donde se instalaron a mediados de 2018, antes tuvieron que hacer todos los papeleos necesarios. "Hicimos todos los trámites nosotros mismos para solicitar la residencia permanente, vendimos dos autos, nuestra casa y el 90% de nuestras posesiones”, explican, pues uno de los requisitos para obtener el visado era tener un contrato de alquiler a largo plazo y tener posibles suficientes para poder hacer frente a todos los gastos al ir sin realizar ningún trabajo concreto. "Aproximadamente una semana después de jubilarme, estábamos en un avión rumbo a España", manifestó Greg.

Vista aérea de Valencia

Vista aérea de Valencia / Anton Petrus

Vista aérea de Valencia

Vista aérea de Valencia / Anton Petrus

Encantados a pesar del choque cultural

La pareja asegura que se adaptaron rápidamente a su nueva vida, sorprendiéndose gratamente de las actitudes y prioridades de los españoles, que a diferencia de en Estados Unidos se basaban en "estar contento con lo que tienes y disfrutar realmente de lo que te traiga el día". Otra de las cosas que más les impactó es el sistema de salud, que afirman que "es muchísimo mejor", pues "la calidad de la atención es mejor y el costo es increíblemente bajo", contando una anécdota graciosa que les pasó en una farmacia.

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Al parecer, fueron a comprar unas medicinas y cuando les dijeron lo que valían no lo entendieron bien, pidiendo si podían pagar con tarjeta. "Me miró raro, pasó la tarjeta y nos dio el recibo: era de un euro y cuatro céntimos, y creíamos que eran 104 euros", cuenta Gail, que habían esperado una factura muchísimo más alta acostumbrados a los costos sanitarios estadounidenses. Sin embargo, no es todo sencillo para ellos en esta nueva vida, sino que hay cosas que les están costando un poco más, como el idioma, al que todavía se están adaptando para hablarlo de manera fluida.

Esto no les ha impedido hacer amistades, tanto en Valencia como en Málaga, donde se mudaron un tiempo después, habiendo "formado básicamente una familia compuesta por españoles y otros expatriados de Estados Unidos y Canadá, así como de Francia". Y hay otra cosa que les está chocando culturalmente un poco, que no es otra cosa que los horarios para comprar o comer. Sobre lo primero, no sabían que la mayoría de las tiendas cierran "para la siesta": "Si son las 2 p.m. y dices: 'Ay, se nos acabó el jabón'. Pues tienes que esperar hasta las 5 p.m., si es que la tienda vuelve a abrir".

En cuanto a las horas de comida, es quizá lo más chocante para la pareja. "En Valencia, los restaurantes no abrían hasta las 2 p.m. para comer. Nos levantamos y desayunamos a las 6:30 o 7 a.m., así que estamos deseando comer antes. Y luego la cena no empieza hasta las 8:30 o las 9:00 p.m. Normalmente nos vamos a la cama a las 10:30 p.m., así que es demasiado tarde". Pero a pesar de todo, no se ven ya en otro lugar que no sea España, conviniendo que aunque Estados Unidos "es una tierra de oportunidades", también "es el último lugar en el que querríamos estar sin tener que trabajar".

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