Maruja Torres tira de humor negro y endiosa a Trump y su Gobierno en estos términos: "Ni filtraciones ni hostias"

Madrid

Mirémoslo desde la perspectiva del humor negro. Planteémonos lo que nos habríamos ahorrado si la administración Trump, en su actual formato de Canallas sin Fronteras, hubiera existido, no sé, pongamos desde 2006. Para empezar, ni WikiLeaks habría tenido lugar ni Julian Assange se habría visto sometido a su calvario. Edward Snowden no estaría en Rusia alternando con Bachar el Asad sino bailando despreocupadamente el hula- hula en Hawai. Y la ex soldado Chelsea Manning habría realizado su transición sexual en paz y no con prisión de por medio.

Si nos remontáramos aún más, estilo Ministerio del Tiempo, y esta política de transparencia total de la indecencia hubiera estado en vigor mucho antes, las posibilidades que se abren son mucho más amplias. Ni Nixon mintiendo ni el Watergate hundiéndolo, ni The Washington Post cubriéndose de gloria. Cielos, ni Robert Redford ni Dustin Hoffman comiéndose las uñas en aquella redacción de cine que tantos periodistas reales añoramos. Con una Administración Trump cruda y cruel y, sobre todo, transparente en su inmoralidad, los Papeles del Pentágono no habrían sido sustraídos y tampoco habríamos disfrutados del buen filme a que el asunto dio lugar.

Ni filtraciones ni hostias. Ni investigaciones ni leches. Ahí están los que potenciaron la mentira para, al final, erigirse en una descomunal e insoportable verdad. Y es que son lo que son y hacen lo que hacen porque pueden. Un enternecido recuerdo, pues, para los filtradores y lo filtrado. Tiempos aquellos. Un recuerdo también para las películas que los retrataron. Lo de ahora ya tiene sus pelis y sus series, y solíamos llamarlas distopías. Un recuerdo muy sentido para el mundo de ayer, desde el paralizante pasmo de hoy y el humor negro a modo de desesperado paliativo.