Kaveh Akbar: "Creo que la escritura es muy parecida a rezar"
El poeta estadounidense nacido en Irán publica su primera novela en España y reflexiona sobre el éxito, la muerte, el sentimiento de pertenencia y la literatura como salvación

Kaveh Akbar: "Creo que la escritura es muy parecida a rezar"
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Madrid
Cyrus es un joven iraní-estadounidense y un escritor frustrado que aspira a tener una muerte que trascienda. También es el protagonista de ¡Mártir! (Blackie Books, 2025), la primera novela de Kaveh Akbar (Teherán, Irán, 1989). Finalista del National Book Award –uno de los premios literarios más prestigiosos que se conceden en Estados Unidos–, seleccionado entre los 10 mejores libros de 2024 del New York Times y recomendado por Barak Obama en su famosa lista veraniega de lecturas el libro ha sido un auténtico fenómeno de masas.
Supongo que eso es trascender, ¿no?
Es muy extraño esto de ser poeta y luego escribir y publicar una novela, y ver cómo sigue un camino muy distinto al de los libros de poesía, o incluso al de muchas novelas. Yo me formé como poeta, siempre me he considerado poeta. Mis primeros libros fueron libros de poesía. Por eso, es muy mareante y muy vertiginoso escribir una novela y seguir las vicisitudes de su vida.
Cuando estaba leyendo el libro me preguntaba si su protagonista tendría envidia de usted como escritor de éxito, me refiero a que el éxito puede ser una manera de dar sentido a la vida.
Esa es una pregunta preciosa y muy interesante. Sí, creo que Cyrus envidiaría mi vida, pero por los motivos equivocados. La verdad es que mi vida es envidiable: puedo dedicarme a enseñar lo que más me apasiona, que es la escritura; estoy casado con una escritora cuya mente enriquece y complica la mía; tengo amigos brillantes, más inteligentes que yo, de los que aprendo cada día. Pero creo que lo que atraería a Cyrus de mi vida sería algo mucho más superficial. Sí, es una pregunta muy interesante. Nunca me la habían hecho.
Al ver su libro impreso, con su nombre, con grandes letras en la portada. ¿Se pregunta si su trabajo va a permanecer cuando usted ya no esté? Hace algunas semanas dijo que quizás los cinco poetas más famosos de América podrían ir juntos en el mismo vagón de tren y nadie los reconocería, pero ahora su libro se vende en estaciones de tren, en aeropuertos... ¿Ha pensado en lo que significa el término legado? ¿Puede un libro ser un legado?
Cuando llegó a casa la primera caja con ejemplares de mi novela, la abrí, y esto es real: recuerdo que me invadió por completo una sensación abrumadora, de tener un poco menos de miedo a mi muerte. Menos miedo a morir. Y no lo digo en un sentido oscuro ni morboso, sino porque ya ni siquiera yo mismo puedo arrebatarme el hecho de haber escrito este libro. Ahora ya no importa cuánto pueda estropear mi vida, cuánto pueda fallar en mi recuperación o lo que los demás puedan hacerme: yo ya he escrito este libro. Lo he escrito y va a estar ahí. Y eso es algo que ni siquiera yo mismo puedo echar a perder. Fue un sentimiento verdaderamente profundo. Y sigue siéndolo. Sentí algo parecido con mis libros de poesía, pero esto… Esto es mucho más grande. Siempre bromeo con mi pareja diciendo que, si metieras este libro en una inteligencia artificial, pasar tiempo con esa IA sería prácticamente igual que estar conmigo, en un 90%. Hay tanto de mí en este libro que, con una IA lo bastante avanzada, sería casi como conversar conmigo. No sé hasta qué punto lo digo en serio, pero sí siento que el texto es casi mitocondrial. Es como un plano, una especie de huella esencial….
Usted está en mitad de Iowa, en lo que se conoce como el Medio Oeste. ¿Podría describir a un oyente europeo qué es el Medio Oeste en Estados Unidos?
El Medio Oeste forma parte de lo que en los Estados Unidos se suele llamar el "país que se sobrevuela" cuando vuelas de Los Ángeles a Nueva York, es la parte del país que se sobrevuela. Pero es donde he pasado la mayor parte de mi vida. He vivido en muchos sitios; nací en Irán, pero he pasado la mayor parte de mi vida en el Medio Oeste, en Estados Unidos. Es un lugar que se caracteriza por los espacios abiertos, los cielos grandes, y comunidades pequeñas, aunque hay grandes ciudades como Chicago, Minneapolis y Detroit. Yo vivo en Iowa City, que es una ciudad conocida por la escritura. Es una de las dos ciudades de literatura de la UNESCO en Estados Unidos. Fue la primera en tener el programa de MFA en escritura creativa de todo el país. Y la universidad aquí es conocida sobre todo por la escritura creativa: tiene el Taller de escritores de Iowa, el MFA en español, el Programa Internacional de Escritores… Y muchas de estas instituciones son de nivel mundial. El Medio Oeste en general, es un lugar donde hay una cierta amabilidad, un gran sentido de comunidad… En el libro hablo de una especie de amabilidad patológica que se superpone con esta idea persa de protocolo llamada “Taarof”, como una especie de danza de etiqueta, una coreografía, en la que si por ejemplo tú vienes a mi casa y yo te traigo un bol de fruta y tú dices “no, no, no, muchas gracias”, entonces yo te ofrezco una manzana y tú dices “no, no, no”, y luego te doy una naranja y tú dices "no, no, no” … Hasta que finalmente acabas aceptando el melocotón más pequeño.
No va a parar hasta que coma algo ¿no?
Hay un viejo chiste en el que dos persas, dos iraníes son incapaces de subirse a un ascensor porque no paran de decirse mutuamente “no, por favor, después de ti. No, no, después de ti", mientras las puertas se abren y se cierran sin fin. Y eso también es muy de aquí, del Medio Oeste, esa especie de amabilidad agresiva, un tanto absurda. Y a mí me resulta muy cómodo. Tengo muchos amigos aquí… … Y el cielo es muy grande en el Medio Oeste. El cielo tiene una presencia monolítica que no he visto en muchos otros lugares.
Hace unos meses charlábamos con un escritor de su país, David Sedaris. Hablamos de las dos almas de América, la más conservadora y reaccionaria y la parte más progresista, de cómo están cada vez más distantes. No se si los escritores, y quizás también los periodistas y los políticos, estamos en una especie de burbuja. ¿Usted cree que es importante no perder de vista a esa otra América, a esa otra parte de cualquier país, que está lejos de las grandes ciudades de las que emana el poder?
R: Esas dos almas de América siempre han existido. América se edificó sobre el genocidio de los pueblos indígenas. Así que, cuando hablamos de América, incluso en sus inicios, hablamos de un lugar en el que un grupo de personas escribía la historia que se enseña hoy en las escuelas, y otro grupo de personas estaba siendo aniquilado del mapa. Hablamos de la esclavitud como propiedad, el grupo de esas personas que nacieron en la esclavitud y que construyeron el país dentro de esa institución. Siempre ha habido realidades bifurcadas aquí. Creo que vivimos en una era en la que justo se empezaban a vislumbrar los gestos más superficiales hacia la reconciliación con una parte de esa historia, por parte de los herederos de los privilegios de esos legados. Y eso asustó tanto a los estadounidenses, les dio tanto miedo ver, incluso los gestos más someros, que la reacción dio un vuelco drástico hacia el lado opuesto, otra vez. Yo no sé si alguna vez ha existido una América unificada, monolítica, que haya vivido armoniosamente consigo misma. Siempre ha sido un país de clases dirigentes radicales y de extrema derecha que mantienen el poder sobre las poblaciones marginadas.
Mis hijas nacieron y crecieron hasta la adolescencia en Estados Unidos y ellas se consideran un 95% americanas y un 5% españolas. Mis hijas y yo vivimos en una contradicción constante sobre de dónde son. El protagonista de su novela creció en el Medio Oeste durante los días del 11-S y es, como usted, de ascendencia iraní. A través de la historia reflexiona que, cuando los americanos hablan sobre 'nosotros', él no siente incluido. ¿Ha tenido usted ese sentimiento de exclusión?
Seguramente tus hijas y tú podáis entender muy bien esa extraña sensación de sentarse en una mesa, en una habitación llena de estadounidenses… Yo nunca me he sentido estadounidense realmente, pero tampoco iraní, ya que no he vuelto a Irán desde que era un niño, y no podré volver a Irán en esta vida. Así que, tampoco me siento iraní en una habitación llena de iraníes. Y en hay una pregunta extraña en mi corazón que es: “¿a dónde pertenezco?”. A veces es difícil convivir con eso. Pero, en realidad, me ha ayudado mucho a nivel creativo, porque puedo ver ambas culturas desde fuera y observarlas. Hay mucha gente que está tan inmersa en su propia identidad que no es capaz de verla con perspectiva. Y yo creo que, al estar un poco apartado, puedo dar un paso atrás y ver el panorama completo.
Usted ha dicho que jamás podrá volver a Irán.
Por supuesto. Pero, a ver; yo nací en Irán y soy ciudadano iraní. Y, como sabes, el servicio militar es obligatorio para todos los hombres iraníes. Así que, si volviera, tendría que unirme al ejército, y no parece el mejor momento para eso. Además, he traducido obras de mujeres iraníes trans, he sido muy crítico con su régimen, he escrito mucho sobre mi propia relación con la identidad queer y la adicción. No hay ninguna posibilidad realista en la que pueda regresar de manera segura. Y sé que, sin entrar en detalles, el régimen también está al tanto de lo que vengo haciendo.
Hay un vídeo, que ha estado circulando en las noticias estos días, en el que vemos a una joven mujer iraní que huyó a Estados Unidos por motivos religiosos. Ahora, según el New York Times, fue deportada a Panamá por Donald Trump. En el vídeo se podía ver a la joven, con su familia, usando su barra de labios para escribir la palabra 'Ayúdenos' en la ventana del hotel donde estaban retenidos antes de reubicados en un campamento, esperando a ser expulsados a un tercer país. Es una de las muchas historias que hemos escuchado estos últimos dos meses, desde que Trump está en la Casa Blanca. ¿Cómo se siente al ver esta historia?
Siento una rabia que surge de la compasión. Siento una rabia que nace de la capacidad de percibir la interioridad de los que sufren de manera tan vital y tan compleja como la mía propia. Es decir, tratamos con ligereza la mente de una persona a quien no puedes imaginar. Creo que hay muchos estadounidenses, mucha gente en el mundo, que es incapaz de imaginar las vidas de las personas que son distintas a ellos de manera tan rica, vital y compleja como las vidas de sus hijos, de sus vecinos o de sus seres queridos. Creo que la literatura te entrena en eso. Estás constantemente metiéndote en las vidas de personas completamente distintas a ti y reconociendo que tienen interioridades, que tienen conciencias llenas de los mismos demonios, alegrías, éxtasis, penas, esperanzas, pesadillas que las nuestras, ¿verdad? Con esto lo que quiero decir, es que sí; está esa historia y millones de historias parecidas aquí en América. También hay docenas, cientos de países en el mundo que están fracasando con la gestión de las crisis de los refugiados. Y esas historias me llenan de rabia. Y es una rabia que no considero un defecto espiritual. También diré que, desde el punto de vista del terror mortal de la mujer que mencionabas, el miedo por su familia, el miedo por su propia vida… Mi rabia es muy cómoda. Mi rabia es muy lujosa. Y eso me impulsa, creo, moralmente, a una especie de acción. Me empuja hacia un tipo de trabajo…


Creo que la escritura es una forma de acción para mí, pero no creo que se pueda escribir un poema para esta mujer y decir: "muy bien, ya he completado mi trabajo." No, no creo que se pueda escribir un poema para la gente sin hogar de su comunidad y pensar: “Ya está, ya no tienen hambre, ¿verdad?” Creo que escribes el poema y luego vas y compras fruta, camisetas y calcetines, y los llevas al refugio. Y así es como funciona el poema, te señala el camino a la acción. De esta manera, creo que la escritura es muy parecida a rezar. Yo no rezo por la salud de mi madre y pienso, "muy bien, ahora mi madre tendrá salud." Yo rezo por la salud de mi madre y luego, más tarde, me acuerdo de llamarla y recordarle las cosas fundamentales… Puedo recordarle que se tome su insulina, por ejemplo. Así es como funciona el rezo, no reemplaza la acción, sino que la señala.
Volviendo al libro, una de las tramas está basada en un acontecimiento real, el derribo de un vuelo comercial iraní en 1988, donde murieron 290 personas, entre ellas 66 niños. ¿Cómo se enfrentó a ese acontecimiento tan terrible?
Es una historia que conozco desde hace mucho tiempo. El 3 de julio de 1988, un barco de la Marina de los EE. UU. derribó un avión de pasajeros iraní civil, matando a las 290 personas a bordo, incluidos 66 niños, como bien decías. Y en Estados Unidos, nadie sabe nada sobre esto. No se habla de ello, no se enseña en los colegios. No es lo suficientemente significativo como para formar parte de la conciencia colectiva. Y eso me fascina. La idea de que derribar 290 civiles inocentes sea considerado solo como el precio desagradable pero necesario de ser una superpotencia militar… Nadie se sorprende ni pone cara de asombro cuando les cuento esto, aunque ya lo hubieran oído. Y creo eso es algo que dice mucho. Es algo que lleva mucho tiempo conmigo. Además, mi madre estaba embarazada de mí, y en Irán en el momento en que ocurrió. Ella veía esas imágenes de los niños muertos en las noticias, y yo estaba creciendo dentro de ella en ese momento. Ella pensaba, "estos niños muertos… así estará mi hijo", Y eso me parece muy… aterrador, triste, cósmico, conmovedor, escalofriante… Es algo que siempre me ha interesado, y quise escribir un libro que hiciera que esas 290 personas fueran tan grandes como deberían ser, lo cual es imposible, claro. Pero creo que la manera de acercarse a conseguirlo es hacer que una de esas vidas resulte vívida y completa. Porque si consigues que esa vida sea rica y completa, podemos pensar: si esa vida sigue resonando durante tres décadas y media, imagina lo que podrían ser esas 290 vidas. Todo lo que le sucede a Cyrus en este libro, todo lo que le ocurre a cada personaje en esta historia, pasa porque el 3 de julio de 1988, un barco de la Marina de los EE. UU. derribó un avión iraní civil. Cada conversación que Cyrus tiene, cada persona con la que interactúa, cada relación, cada obra de arte que crea, está relacionada con ese vuelo y con la muerte de una persona en ese vuelo. Y si entiendes la magnitud de eso, ese impacto y cómo se extiende a lo largo del tiempo, entonces los otros 290 empiezan a cobrar una realidad verdaderamente imponente.
Cyrus, el protagonista, tiene una enorme obsesión con la muerte. ¿Es algo que tiene en común con su protagonista?
Por supuesto que sí. Yo no entiendo por qué no está todo el mundo obsesionado con la muerte. Quizá pueda sonar macabro, pero nuestras vidas son tan cortas en comparación con las eternidades que las rodean. Estamos en un trayecto de tren de 15 minutos entre dos infinitos y nadie sabe de qué están hechos. ¿Son infinitos de nada? ¿Son infinitos de algo? ¿Qué sería más aterrador? No entiendo por qué la gente no habla de esto todo el tiempo, ¿sabes?
Ya, por la noche, en los programas nocturnos ¿no?
¡Exactamente! No sé, es algo que a mí me gobierna.
Hay una palabra que usted mencionó en su primera respuesta. La palabra 'recuperación'. ¿Qué es 'recuperación'?
Yo soy un adicto, ¿sabes? Soy un adicto y un alcohólico, y llevo 11 años sobrio. Para mí es un proceso diario de recuperación. No es una enfermedad que vaya a desaparecer, como tampoco desaparece, por ejemplo, una enfermedad del corazón o el hecho de tener el pelo negro. Siempre seré alguien que no pueda consumir alcohol de una manera saludable. Y el material de mi vida se ha construido a partir de la recuperación, todos los días me paso horas haciendo trabajo de recuperación, ya sea asistiendo a reuniones de recuperación, o hablando con personas con las que trabajo en mi recuperación… Este es el trabajo de mis días.
Usted es profesor en una universidad de prestigio. ¿Qué recibe usted al enseñar a jóvenes que tienen aproximadamente a la misma edad en la que usted perdió el control de su vida?
Me encanta estar rodeado de personas que siguen siendo un poco moldeables, entusiasmadas y enamoradas de este trabajo. Me siento muy afortunado de poder pasar mi vida hablando, pensando y disfrutando de lo que más me gusta en el mundo. Lo que más me gusta es escribir, y leer. Son mis dos cosas favoritas. Y todos los días tengo la oportunidad de hablar con personas brillantes que comparten ese entusiasmo, que dicen cosas que me hacen considerarlo de maneras que nunca antes había imaginado. A veces siento que mi entusiasmo puede llegar a intimidar a la gente, me emociono muy fácilmente. Cuando me acababa de casar con mi pareja, y cuando empezamos a salir, recuerdo ponerle una película que me encantaba y observar sus reacciones fijamente, en cada escena para ver si la estaba disfrutando tanto como yo. Y ella me dijo: “Tienes que dejar de hacer esto”. Creo que he mejorado un poco en ese aspecto, o eso espero. Pero mis alumnos a menudo disfrutan de la película tanto como yo espero que lo hagan, o al menos intentan disfrutarla tanto como yo. Realmente creo que es lo mejor que hay, y el poder pasar mi vida como un agradecido guardián de lo que más me gusta, me parece una suerte, de una manera cósmica.
A menos que se convierta en un escritor de mucho éxito y termine comprándose una casa en las colinas de Hollywood.
No creo que tengamos que preocuparnos por eso.