Málaga 2025 | ‘Ruido’, un retrato inmersivo y social de las jóvenes que se abren paso en las batallas de gallos
La directora Ingride Santos debuta con una drama luminoso donde el hip hop freestyle ayuda a contar la realidad del barrio y de una generación de españoles de origen migrante

Fotograma de 'Ruido', el debut de Ingride Santos en el Festival de Málag

Málaga
El cine norteamericano ha sido el mayor difusor de la cultura del hip hop expandiendo este movimiento musical, que nació en las calles y con vocación autodidacta, a todas partes del mundo. Lo curioso es que pese a esa difusión nuestro cine no haya ahondado mucho, salvo excepciones como El truco del manco y Matusalén, en lo que pasa en esos movimientos juveniles que a través de la música encuentran una voz propia.
Ese es el hilo conductor de Ruido, la ópera prima como directora de Ingride Santos, nominada al Goya a mejor cortometraje por Beef en 2021, un trabajo donde la música urbana tenía ya un peso argumental en la trama, que se ha presentado a competición en el Festival de Málaga. Respaldada por los productores del éxito catalán Casa en flames, y por Filmin, la directora ha desarrollado el proyecto durante cuatro años en los que estuvo inmersa en en el mundo de las batallas que se celebran de manera autogestionada en Barcelona. "Estoy enamorada del freestyle. Cuando descubrí que había gente que se batía en duelo con la palabra y que no solo ocurría en la peli de '8 millas' de Eminem, flipé, porque eso ocurre aquí. Las batallas de Sants se organizan de forma autogestionada y reúnen entre 200 y 300 jóvenes, parece que estés en el teatro griego. Quería mostrar esa fotografía cultural de la ciudad e ir hablando de otros temas a través de esos jóvenes", dice en una entrevista en la Cadena SER.
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En ese tiempo, en el que ella se ganó la confianza de los raperos y las raperas encontró a las que serían las protagonistas de la película, Latifa Drame, actriz y música afrodescendiente y musulmana, que nació en Moncada i Reixac, una población pegada a Barcelona y que la vía del tren parte literalmente en dos, y Judith Álvarez, una actriz joven del barrio del Poble Sec que también es música. Ambas debutan en el cine tras realizar más de 100 entrevistas a raperas, raperos, managers, organizadores de batallas y speakers. "Estuve haciendo el trabajo de campo sobre la música urbana y el freestyle durante cuatro años. Es una historia que se ha ido articulando y amasando durante este tiempo, mi misión era bajar a las plazas a que me conociera toda la chavalada, a que pasara de ser la rara cuarentona que escribe un guión a ser la colega de ellos. La historia se ha articulado a través de esa bajada a la realidad y ese trabajo de campo", cuenta la directora del largo proceso.
La historia de la película es la de un duelo y una iniciación. El duelo por la muerte del padre, que va a ser enterrado en su país de origen, de acuerdo a los ritos musulmanes, algo que molesta y mucho a la protagonista, una joven migrante de segunda generación, que busca su sitio en una sociedad racista y clasista, y que se mueve entre muchas identidades. Sin referentes en el mundo del arte, de la música, la joven conoce el rap y se adentra en él, con bastantes impedimentos. "Ruido' no es una autoficción, pero las partes del duelo, las partes del desarraigo, las partes de encontrar tu propia voz resuenan en mí. Por. Yo perdí a mis padres, a mi madre y a mi padre, o sea, tengo un máster en duelo. Y el querer formar parte del mundo del freestyle, del mundo de la música urbana, también soy yo queriendo formar parte de la industria cinematográfica. También soy nacida en Portugal, pero criada en España. Son temas en los que hemos profundizado y que nos tocan de una u otra forma", expresa Ingride Santos de su conexión con esta historia.
La joven empieza a participar en las peleas de gallos, donde por turnos los contendientes se despellejan verbalmente usando el ingenio para insultar y denigrar al adversario. Algo que vimos, en una versión mucho más sofisticada y menos realista en 8 millas, donde el rapero blanco Eminem se batía con otros raperos en un duelo dialéctico de tanto ingenio como crueldad y falta de compasión. La cuestión racial y la cuestión de género hacen que se sienta una extraña y que sea más difícil hacerse un hueco ahí. "En las batallas de gallos hay 100 hombres frente a diez chicas. Ahora creo que quedan cinco. Hay muy pocas chicas que hagan freestyle. Cuando me bajé las batallas y vi a Lati (Latifa Drame), dije, madre mí, tengo que articular la historia en torno a ella y de lo que podría formar parte de su contexto", decía la directora y guionista que ha contado con la colaboración con The Black View, plataforma sobre la diversidad étnica y racial en el ámbito artístico en España que asesora a los cineastas españolas.
La película muestra el empoderamiento de esta nueva generación de mujeres, para las que el barrio deja de ser un lugar de cosificación y empieza a ser el epicentro desde el que conseguir una carrera artística a través del freestyle, una variedad donde el rapero no escribe las rimas, sino que se distingue por su habilidad para improvisar sobre el escenario. Dos mujeres que se ayudan, en lugar de competir, que se apoyan y que abren camino creando referentes. Toda una metáfora de lo que está ocurriendo en muchos ámbitos de la cultura, entre ellos, el cine español, como hemos visto en este festival.
La historia de esta adolescente ofrece también matices para entender el desarraigo y la identidad, en un país, España, que no ofrece una gran acogida a aquellos que vienen buscando una vida mejor. Los choques con la familia, con la madre musulmana, que trata de mantener unos valores concretos que se contraponen a los del rap, o el racismo que recibe en muchos de los comentarios en las batallas.