‘Adolescencia’, el fenómeno de Netflix, analizado por una fiscal de menores: ¿Cómo actúa la justicia española en casos así?
Félix Martín y Belén Marín, fiscales, desgranan la serie desde el punto de vista jurídico


'Adolescencia' (Netflix) se ha convertido en un auténtico fenómeno televisivo. La producción encabeza el Top 10 Global de Netflix, convirtiéndose así en la última serie con más éxito de la temporada.
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'Adolescencia', el fenómeno de Netflix, analizado por una fiscal de menores
La ficción británica está creada por Stephen Graham (protagonista en la serie) y Jack Thorne, y está dirigida por Philip Barantini, responsable de 'Boiling Point'. 'Adolescencia' es una miniserie de cuatro episodios, rodados en un único plano secuencia cada uno. La historia se adentra en el mundo de una familia, el cual se pone patas arriba cuando Jamie Miller (interpretado por Owen Cooper), de 13 años, es arrestado y acusado de asesinar a una compañera de clase. Los cargos contra su hijo les obliga a enfrentarse a la peor pesadilla de cualquier padre.
La serie plantea muchos debates alrededor de la violencia, la incomunicación entre padres e hijos y la relación de los adolescentes con las redes sociales, pero también despierta dudas desde el punto de vista jurídico. ¿Qué pasaría si en España ocurre algo similar?
El primer episodio sigue la detención, el traslado a la comisaría y los primeros minutos allí hasta que llega el interrogatorio. Este proceso inicial, cuando la policía irrumpe el hogar familiar para encontrar al acusado, se retrata de forma muy agresiva e impactante. Belén Marín ha sido fiscal de menores y cuenta en 'Si Amanece' que este despliegue no sucede así en España. En nuestro país existe la Ley del Menor, del año 2000, y un Reglamento del año 2004 que, entre otras cosas, regulan el modo de llevar a cabo la detención de un menor. "Los funcionarios que intervengan en esa detención, deberán practicarla de la forma que menos perjudique al menor", apunta Marín.
En España existe un fiscal de guardia de menores los 365 días al año, las 24 horas al día, pero cuando hablamos de "menores", se hace referencia a niños y niñas de más de 14 años, es decir, de 14 a 18 años. En el caso de 'Adolescencia', el menor protagonista, Jamie, tiene 13 años, lo que demuestra una diferencia entre el sistema judicial inglés y el nuestro. Esto no significa que los menores de 14 años en España si cometen un delito, este quede impune, simplemente se aborda a través de otros protocolos: los servicios de protección de menores de cada Comunidad Autónoma, junto con las autoridades educativas, miran qué actuación se va a producir sobre ese menor. Además, en nuestro país, la investigación no la realiza el juez, sino la fiscalía directamente.
Resulta muy interesante y enriquecedor saber cuál puede ser el móvil de un joven que protagoniza un suceso así. Si se conocen los motivos que llevan a un menor a matar, podemos adecuar mejor el tratamiento terapéutico o las medidas educativas para resocializar a ese menor.
Uno de los episodios que más interés está suscitando entre la crítica y redes sociales es el tercero, que analiza la figura de la personalidad psicológica de los menores a través de un interrogatorio con la psicológica especializada en el caso de Jamie. La justicia juvenil española cuenta con la existencia del equipo técnico: profesionales (psicólogos, trabajadores sociales), que asisten al fiscal de menores desde el comienzo, de la guardia. "Desde el primer momento, informa de cual es la medida cautelar a solicitar mejor para el menor. También les asiste en el juicio", desvela Belén Marín.
Otro de los grandes temas que aborda la serie es el análisis de que las redes sociales han provocado un aumento importante de delitos cometidos por adolescentes. Según las conclusiones que se exponen en la Memoria de la Fiscalía General del Estado, existen seis causas que sustentan esta teoría:
- Fomento por la sociedad adulta de la cultura de la inmediatez. Cada vez estamos más conectados a una realidad virtuales en la que nuestros deseos de obtener en tiempo real aquello que creemos necesitar se alimentan de forma permanente.
- Desprestigio de la cultura del esfuerzo. Esa falta de cultura del esfuerzo que fomenta la digitalización se traduce en nuestros jóvenes en una baja –cuando no nula– tolerancia a la frustración, convirtiéndolos en víctimas de la insatisfacción, del estrés y la ansiedad avocándoles a la búsqueda casi constante de la gratificación instantánea.
- Sexualización de la adolescencia y renuncia de los padres y de la sociedad a una adecuada educación sexual.
- Los adolescentes no tienen referentes adultos. Esa ausencia ha sido cubierta porque su referente es la comunidad virtual. Tienen la falsa creencia de que el espacio virtual es un entorno de escucha y resolución de problemas, haciendo de dicho marco su propio espacio vital.
- Sobredosis de distanciamiento con la realidad.
- Confusión de límites entre víctima y verdugo.