José Ovejero y Edurne Portela o la belleza de la literatura
Ambos escritores indagan “a cuatro manos” en las fascinantes vidas de un grupo de revolucionarios trotskistas en ‘Una belleza terrible’

Edurne Portela: "Esta novela forma parte fundamental de nuestras vidas privadas"
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Cada historia, horas y horas de documentación, lecturas, viajes y archivos; cada párrafo, la huella de un trabajo meticuloso en el que la ficción siempre procuro imaginar y tuvo prohibido inventar; cada línea, la evidencia de la pasión por la literatura bien contada y rigurosamente nutrida. Todo eso contiene "Una belleza terrible" (Galaxia Gutenberg), el último libro de José Ovejero y Edurne Portela, el primero escrito conjuntamente.
Es la historia de hombres y mujeres que buscaron cambiar el mundo, convertirlo en un espacio cívico y social mejor, aunque las revoluciones, potencialmente hermosas, contengan también consecuencias terribles. "Todas las revoluciones son violentas, o casi todas, si una excluye a la Revolución de los Claveles de Portugal", señala Edurne Portela. "En la izquierda -continúa Portela- se habla mucho de las conquistas de la socialdemocracia, pero hay que pensar también en lo que antes hicieron posibles otros con sus revoluciones. Entonces te preguntas si estas son válidas, si merecen la pena".
Como sus vidas, las de ellos, revolucionarios trotskistas en cientos de revoluciones: desde la rusa, a la resistencia frente a los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil española o las muchas guerras y dictaduras latinoamericanas a lo largo del siglo pasado.
Idealistas, la sombra de León Trotsky, un personaje capital que en la novela tiene su capítulo, pero un papel secundario. "No estábamos interesados en escribir una novela sobre Trotsky. Lo dejamos en segundo plano de forma inconsciente, pero la verdad es que nos interesaron los secundarios, su marginalidad, aunque fijados en torno a Trotsky, como una referencia de ellos, porque muchos están próximos a él, tanto persona como ideológicamente."
Tan indomable o más que Trotsky, está él, el perfil de Raymond Molinier, sobre el que va a recaer el protagonismo porque a partir de su figura y andanzas surgirán las de otros compañeros y compañeras revolucionarias en distintas épocas como Jeanne Martin des Pallières, Vera Lanis, Elisabeth Kässeman o Jean van Heijenoort, entre otros.
"A Raymond Molinier -explica José Ovejero- llegamos por casualidad. Recuerdo estar leyendo a un revolucionario que lo cita como una persona muy extravagante y divertida, capaz de todo tipo de cosa y personalmente decidí leer sobre él. Entonces te das cuenta que hizo cosas muy serias a través de la cuales se puede contar todo el siglo XX".
Otros personajes no menores nos acercan a la vida de Jeanne Martin des Pallières revolucionaria y primera mujer de Raymond Molinier (no cambiar el orden, no sería ni justo ni cierto) que demuestra cómo era la vida de las mujeres revolucionarias. "Ellas -sostiene Edurne- lo tuvieron más difícil, tuvieron que hacer la parte más fea de la revolución, porque eran inteligentes y valientes, pero también madres y las que se ocupaban de la vida cotidiana". "Y eso se nota -afirma Ovejero- a la hora de buscar documentación. De ellas siempre había mucho menos que de ellos". "Es muy bonito, añade Edurne seguir la vida cotidiana de la revolución a través de la correspondencia que se enviaban unas a otras sobre las cosas del día a día, reclamando también su espacio en las grandes cuestiones revolucionarias. Ese aspecto machista de los revolucionarios hombres, también lo hemos querido poner en la novela"
El libro contiene otras virtudes. En mitad del mismo, la reflexión de por qué decidieron escribir juntos este libro. "La novela forma parte fundamental de nuestras vidas privadas", cuenta Edurne Portela. "Tenemos una concepción muy parecida sobre el compromiso literario", precisa José Ovejero. "Y además nos admiramos y respetamos mucho intelectualmente", recalca Edurne, quien añade además "Ha sido un proceso, una simbiosis maravillosa que a veces nos asustaba. Hay personajes que igual empezaba a escribirlos yo y los continuaba José. Escribíamos de forma paralela diferentes momentos de la vida de un personaje y al leernos el uno a la otra, nos hemos dado cuenta de que esa subjetividad era compartida.
También han comentado la explicación de la utilización de la ficción para poder traer al presente la detallada realidad de aquellas vidas. ¿Cómo contar lo que no se sabe después de visitar archivos, leer biografías, escrutar documentales y preguntar a fuentes? Imaginando, pero jamás inventando. O lo que es lo mismo, dotar a la historia del rigor. Están, por un lado, los hechos, lo que se conoce y al mismo tiempo la ficción, "Hay un grado de arbitrariedad en la invención que la imaginación no tiene. Imaginar supone, a partir de unos hechos que tienes documentados, hacerte a la idea de qué sentían los personajes en ese momento, cómo podría ser esa conversación. Y a partir de ahí intentamos meternos en su piel y entenderlos".
¿De qué están hechas esas vidas? ¿Cuál fue su legado? ¿Fueron como alguno de ellos sospechó al final del camino "meros espectadores del pasado?. Las respuestas están en el atrevimiento de dos escritores -Edurne Portela y José Ovejero- y una gran novela, "Una belleza terrible".

Sergio Castro Salillas
Redactor y guionista en la SER desde 1996. Estuvo en La Ventana, A Vivir y ahora es redactor de Hoy...