Hibai Arbide Aza, sobre la hipocresía del primer ministro griego con los refugiados: “Las élites tienden a no aplicarse para sí mismas lo que exigen para los demás”
El propio Kyriákos Mitsotákis tuvo que vivir en el exilio cuando su padre se vio obligado a huir por la dictadura militar

Hibai Arbide Aza, sobre la hipocresía del primer ministro griego con los refugiados: “Las élites tienden a no aplicarse para sí misma lo que exigen para los demás”
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La crisis migratoria que azota a Europa es insoportable. Más de 100.000 personas han sido rescatadas a la deriva en Turquía tras tratar de alcanzar tierra firme en Grecia después de jugarse la vida en el mar y ser expulsadas de las costas griegas en los últimos cuatro años. La violencia protagoniza las prácticas de los guardacostas que cada noche se enfrentan a la llegada de migrantes.
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"Sucede no tanto todos los días, sino todas las noches, porque ahora la mayoría de las de los viajes no se realizan de día precisamente por miedo a ser interceptados", explicaba Hibai Arbide Aza a Aimar Bretos en Hora 25. El periodista ha publicado el libro 'Con el agua al cuello. Muerte y devoluciones en caliente en la peor frontera de Europa', donde desgrana cómo estas prácticas, que se piensan inimaginables en nuestro continente, son más que habituales.
Cientos de personas, cada noche, suben a embarcaciones, en condiciones muy precarias, desde las costas turcas para tratar de alcanzar las islas griegas. Las autoridades, cuenta Hibai Arbide Aza, lejos de socorrerlas en ocasiones llevaban a cabo procedimientos muy retorcidos. "La práctica más habitual es romper el motor de la lancha en la que viajan, que suelen ser zodiacs, a menudo muy sobrecargadas, les rompen el motor", explicaba. El periodista reconocía que los ocupantes, a modo de supervivencia, suelen interponerse entre el arpón o barra de hierro que utilicen los guardacortas para inutilizar el motor, derivando en muchas ocasiones en "infinidad de huesos rotos".
Apoyo del gobierno griego
"No es concebible esta estas operaciones coordinadas y sistemáticas, diarias, sin el apoyo absoluto y sin la garantía de impunidad para quienes lo cometen", aseguraba Hibai Arbide Aza sobre el papel que juega el Gobierno griego en promover, de manera explícita, estas devoluciones en caliente. Esto, tal y como describe el escritor en su libro, resulta especialmente desgarrador cuando el propio primer ministro del país, Kyriákos Mitsotákis, es hijo de un hombre que también se vio obligado a abandonar su tierra.
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Las entrevistas de Aimar | Hibai Arbide Aza
Konstantínos Mitsotákis, que también fue primer ministro de Grecia entre 1990 y 1993, tuvo que huir en una barca precaria de Grecia a Turquía, cruzando el mar Egeo, huyendo de la dictadura militar. Era un refugiado. Ahora, su hijo ha cortado por decreto el derecho al asilo de estos refugiados, ha ordenado a los guardacostas que frenen la llegada de estas embarcaciones iguales a aquella en la que vivió su padre.
"El actual primer ministro, que era un bebé entonces, vivió sus seis primeros años en el exilio, es decir, él mismo fue un refugiado. Lo que pasa con las élites es que tienden a no aplicarse para sí mismas lo que exigen para los demás", recalcaba Hibai Arbide Aza. El escritor señala que, desde una posición privilegiada, el primer ministro no concibe que ese "gesto heroico" que relata con admiración, es en realidad algo que debe ser evitado.
El cambio de chip de los griegos
Desde que en 2015 tuviese lugar la conocida como crisis migratoria en Europa, la ciudadanía griega ha experimentado un cambio de mentalidad e ideológico colosal. Mientras que en un primer momento, recuerda Arbide Aza, los griegos y, particularmente, los vecinos de Lesbos, tuvieron una visión más humanitaria, incluso llegando postular al Premio Nobel de la Paz en 2016, el avance de la extrema derecha en el país ha hecho de las suyas. "Había una especie de chovinismo de la solidaridad en el que se presumía de ser el territorio más acogedor del mundo, había un orgullo por ser parte de esta tierra de acogida."
El proceso de criminalización de la solidaridad, con detenciones a voluntarios humanitarios, ha logrado acabar con gran parte de las organizaciones de rescate que trabajaban en la zona, a la vez que la población local experimenta una sensación de abandono por parte del resto de países de la Unión Europea.


Laura García del Valle
Periodista y SEO. Viví en Londres durante 5 años, pero la COVID me obligó a hacer las maletas y volver...