Y el Oscar más injusto a la Mejor Película es para…
Estamos a unas horas de la ceremonia de los Oscars y pronto sabremos qué film se lleva este año el premio más importante de la noche, la estatuilla a la Mejor Película. Por eso vamos a repasar las películas que ganaron incomprensiblemente el Oscar venciendo a otras que, en nuestra opinión, lo merecían más.
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Nuestro recorrido comienza en 1945. Los buenos sentimientos que transmitía el sacerdote Bing Crosby en Siguiendo mi camino, dirigida por Leo McCarey, una película de lo más normalito, se impusieron a una de las obras maestras del cine negro como es Perdición, con su guion perfecto, su magnífica dirección a cargo de Billy Wilder y las arrolladoras interpretaciones de Barbara Stanwyck y Fred MacMurray.
1952. El mayor espectáculo del mundo, la película sobre el mundo del circo de Cecil B. De Mille, no era rival para una obra maestra del western como Solo ante el peligro de Fred Zinnemann o incluso para El hombre tranquilo de John Ford, que también competía ese año. Solo ante el peligro no le había gustado nada a John Wayne, que la consideraba un western cobarde y antiamericano. Y parece que él y la columnista Hedda Hopper maniobraron en la sombra para que la Academia de Hollywood no le concediera el Oscar.
1977. La encarnación del sueño americano y el canto a la superación personal que representaba Rocky, con Sylvester Stallone calzándose los guantes de boxeo, pudo más que la visión pesimista de la pesadilla americana que ofrecía Taxi driver, la película de Martin Scorsese protagonizada por Robert De Niro.
1980. Los Estados Unidos estaban a punto de entrar en la era Reagan, quizá eso explica que un melodrama que giraba en torno al tema de la familia, como Kramer contra Kramer de Robert Benton, con Dustin Hoffman y Meryl Streep, se impusiera a una de las obras capitales del cine de los 70 como es Apocalipse now de Francis Ford Coppola.El hecho de que el año anterior ya se había premiado a otra película sobre Vietnam como El cazador de Michael Cimino también perjudicó a la película de Coppola.
1981. ¿Hay alguien que se acuerde hoy en día de Gente corriente, la película que dirigió Robert Redford? La era Reagan de nuevo imponía su sensibilidad conservadora haciendo que este insulso drama familiar venciera a grandes títulos de los 80 como a la postre resultaron ser Toro salvaje de Martin Scorsese o incluso El hombre elefante de David Lynch, que también estaba nominada.
1983. Es cierto que Gandhi, el film de Richard Attenborough, con Ben Kingsley dando vida al líder de la independencia de la India, era una película muy de Oscar y que el personaje del que trataba es reverenciado en todo el mundo, pero aquel año competía con ET el extraterrestre de Steven Spielberg, una de las mejores películas familiares de la historia que aún hoy en día sigue siendo un icono cultural.
1990. Paseando a miss Daisy, dirigida por Bruce Beresford e interpretada por Jessica Tandy y Morgan Freeman, ha pasado a la historia como una de las más injustas ganadoras del gran premio. Su intrascendencia como película, amén de tratar el racismo de forma edulcorada, no debía haberse impuesto a la visceral Nacido el cuatro de julio de Oliver Stone protagonizada por Tom Cruise.
1999. Steven Spielberg volvía a ser derrotado ese año viendo como una película entretenida y agradable, pero no mucho más, como Shakespeare enamorado de John Madden, con Gwyneth Paltrow, se imponía a una obra maestra del cine bélico como Salvar al soldado Ryan. Al parecer la agresiva campaña de publicidad que emprendió el polémico Harvey Weinstein al frente de Miramax, invirtiendo 14 millones de dólares en promocionar el film entre los académicos, dio sus frutos.
2006. Si dices Crash, casi todos los aficionados al cine piensan en la película de David Cronenberg. Pocos recuerdan el drama coral del mismo título sobre la vida en Los Ángeles, dirigido por Paul Haggis, que ganó el Oscar en 2006, dejando además con un palmo de narices a la gran favorita de todo el mundo menos de los académicos, Brokeback mountain, de Ang Lee.
2011. Que una de las grandes películas de lo que va de siglo XXI como La red social de David Fincher, capaz de darle una vuelta de tuerca al género biopic, perdiera ante la amable y entretenida pero poco más El discurso del rey, de Tom Hooper, con un brillante Colin Firth haciendo del rey Jorge VI, es algo que muchos todavía no se explican.
2017. Cómo olvidarnos del lío que montó Warren Beatty al equivocarse al leer la tarjeta de la ganadora de aquel año. La excelente, pero muy minoritaria Moonlight de Barry Jenkins, le arrebataba el Oscar sobre el mismo escenario a la gran favorita de la noche, La la land, el film musical de Damien Chazelle. Muchos aún piensan que la equivocación de Warren no debía haberse rectificado.
Existen, por último, otros casos que son más discutibles. Los hay que piensan que Ciudadano Kane de Orson Welles merecía mucho más el Oscar que Qué verde era mi valle de John Ford en la edición de 1941 o que Pulp Fiction de Quentin Tarantino debía haberse impuesto a la ganadora, Forrest Gump de Robert Zemeckis. Y En busca del arca perdida de Steven Spielberg a Carros de fuego de Hugh Hudson. Y ¿cómo elegir en 1941 cuál era la mejor película entre tanta obra maestra? Ganó Rebeca de Alfred Hitchcock imponiéndose a El gran dictador de Charles Chaplin, Historias de Filadelfia de George Cukor y Las uvas de la ira de John Ford. Y es que en esto de los Oscars siempre hay alguien que acaba indignado. Que los académicos no siempre aciertan con sus decisiones es algo evidente y siempre habrá quien se sienta perjudicado o tratado injustamente. La historia de los Oscar siempre ha sido una historia de Sonrisas y lágrimas, o abundando más en otro título de película, una guerra con Vencedores o vencidos. Ya lo decía Bob Hope en una de sus famosas presentaciones: “Esta es la velada de la gran industria cinematográfica. Es la noche en la que la guerra y la política se olvidan y averiguamos a quién odiamos de verdad”.