Berto y Buenafuente hablan sin tapujos del mal trato que recibieron en un bar: "Esta gente no quiere seguir trabajando"
Los cómicos han recibido un mal servicio en un establecimiento
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"Es el día y la noche": Álvaro Benito explica los motivos de los peores minutos del Real Madrid ante el Betis
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Madrid
Berto Romero y Andreu Buenafuente suelen hablar sin tapujos en Nadie sabe nada, y en el último episodio del programa de la Cadena SER fueron muy claros al relatar a la audiencia el trato que habían recibido en un bar. Los cómicos comenzaron asegurando que "hemos dado muerte a un bar porque nos hemos dado cuenta de que han perdido el interés hasta tal punto que teníamos más interés nosotros que ellos, y nos hemos rendido", relataban los cómicos sobre la experiencia que habían vivido en un establecimiento.
Berto ha contado que, cuando ambos acudieron al bar, él, en un momento dado, decidió pedir "un bocadillo pequeño", y la camarera, para su sorpresa, le dijo que eso "no lo llevaba ella", sino que era su compañera la encargada. Entonces, explicaba, le pidió amablemente que, cuando pudiera, le dijera a su compañera que por favor le tomara nota para pedir un bocadillo.
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"Ha pasado mucho tiempo, ha aparecido la compañera, he visto que no le ha dicho nada, y le he dicho: 'Perdona, ¿le digo yo a tu compañera?', y dice: 'No, no, ahora le pregunto'. Y veo la conversación desde lejos, que le dice que quiere un bocata, y la otra ha dicho: '¡No!'", pero un "no", explicaba el cómico, con desdén, como diciendo "¡Yo no hago bocatas!".
Unos bocadillos que "daban pena"
Entonces, relataba Berto, la camarera ha vuelto y le ha dicho: "Dice que no, es que no hay, solo hay los dos que hay en el mostrador", explicaba el cómico, que confesó que la situación de esos dos bocadillos en el mostrador era "triste, muy triste", y los emparedados, reconoce, "daban pena". "Le he dicho a Andreu, esta gente no quiere seguir trabajando, ellos no lo saben aún, pero no les interesa su trabajo".
Además, la mesa que escogieron los cómicos parecía que no era la mejor. Buenafuente relataba que había un ambientador de vainilla cerca de él, que "cada 7 minutos y 30 segundos" tiraba una "bocanada" que le "metía el aire en las fosas" y le hacía preguntarse: "¿Para qué tengo yo que estar sufriendo esto?". Aunque mucho peor era el olor al que se tuvo que enfrentar Berto. "Suerte que tenías la vainilla porque la puerta del váter que tenía yo detrás... lo que había ocurrido ahí, madre mía..."
Al final, cuenta Buenafuente, "antes de salir, me he plantado, lo he mirado y he pensado: 'No volverás aquí', como cuando vas de viaje a Vietnam que dices: 'Ya no volveré más'. Me despido de esta playa", sentenciaba el de Reus.
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Andrés Puentes
Antes trabajaba como redactor en el equipo de Hora 25, ahora escribo sobre actualidad en la web. Graduado...