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Remedios Varo, la pintora surrealista consentida de México

La exposición "1924 Otros surrealismos" en la Fundación Mapfre de Madrid nos trae una de las joyas más escondidas del surrealismo, Remedios Varo, una mujer que conquistó al mundo con su pintura

"El mundo de los sueños y el mundo real son iguales" declaró esta artista tan única que cruzó el océano para llevar a México su inconfundible estilo surrealista. Su vida se tejió entre viajes, exilios y un país que acogió su obra con orgullo. Estrella de Diego, comisaria de la muestra, nos invita a redescubrir a Remedios Varo. "Obras como la Catedral Vegetal, en la cual la catedral se convierte en árboles, otra que es deliciosa es la Papilla Estelar, con una luna enjaulada. También tenemos una especie de altar, que es extraordinario, de 1945. Todo ese mundo tan surrealistizante que era tan de Remedios Varo".

Papilla Estelar, 1958

Papilla Estelar, 1958

Papilla Estelar, 1958

Papilla Estelar, 1958

Nació en Anglés, Girona, en 1908, en una familia con un padre librepensador que, gracias a su trabajo como ingeniero, la hizo viajar por todo el mundo desde muy joven. El pueblo donde creció marco el inicio de su carrera artística. "Tenemos en Anglés una ruta señalizada con 19 elementos donde la gente puede hacer un recorrido e ir siguiendo los pasos de la pintura de Remedios Varo. Obras como El Flautista, Revelación, El Relojero... en todas ellas queda reflejada la silueta de la montaña Santa Bárbara. Se puede ver la relación que tiene la pintura de Remedios Varo con elementos que tiene el pueblo", explica Albert Roura, concejal de Turismo de Anglés.

El flautista, 1955

El flautista, 1955

El flautista, 1955

El flautista, 1955

Remedios combinó técnicas tradicionales, métodos surrealistas y un misticismo en paisajes oníricos. Alma Reza, historiadora y gestora cultural mexicana, explica que su arte tiene una conexión profunda con los paisajes que Remedios vivió en su niñez. "El que la conoce, nunca la olvida. Si entras en su mundo mágico, ya no hay retorno". Ingresó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con tan solo 15 años, rompiendo barreras como una de las primeras mujeres en hacerlo. Donde también pasaron artistas como Picasso o Salvador Dalí. Fue allí donde comenzó a forjar su identidad artística, una que se nutriría tanto de lo científico como de lo místico, influenciada por sus vivencias nómadas.

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El viaje de ida | Remedios Varo, la surrealista consentida de México

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En la capital española, Remedios no solo fue una joven promesa en el arte, sino que también se dejó atrapar por las complejidades de las relaciones personales. Su primer matrimonio con Gerardo Lizárraga, su compañero en la academia, no duró mucho. El surrealismo, tan abierto a las exploraciones, también lo era en lo personal, y a los pocos años, ella se une al grupo surrealista de los logicofobistas en Barcelona, donde conoce al pintor Esteban Francés. "Ella llega a Madrid deseando buscarse la vida y hacer cosas propias. Es verdad que llaman la atención los matrimonios de Remedios Varo, pero estaban en el espíritu de la época. Ella en ese momento ya era una mujer sofisticada, al menos intelectualmente", comenta Estrella de Diego.

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La guerra civil española interrumpió esa etapa y Varo huye a París junto al que sería su segundo marido, el poeta francés Benjamin Peret. Allí se integró en el círculo de André Bretón y otros grandes artistas del momento, como Dora Maar, Joan Miró y su inseparable Leonora Carrington, quien más tarde sería su compañera de vida en México. Explica la comisaria que "en París encuentra todo lo que esperaba encontrar. Cambia completamente su modo de mirar". Allí el lugar de reunión para los surrealistas era el café en el barrio de Saint-German-des-Prés 'Les Deux Magots', donde a día de hoy se pueden encontrar fotografías de artistas como Ernest Hemingway, Picasso, Borges o la propia Remedios Varo. En 'Les Deux Magots' se reunían para hablar de arte y revolución durante cuatro años de efervescencia artística.

La guerra siempre estuvo presente en sus obras, reflejada en las huidas y el constante cambio de hogar, algo que marcó toda su vida. Tras el avance de los nazis en Francia, Remedios Varo se vio forzada a abandonar el país, y lo hizo rumbo a México, un destino que cambiaría su vida y su arte para siempre. México se convirtió en su patria adoptiva, y allí encontró una comunidad de artistas exiliados que compartían su visión del surrealismo. A pesar de que el muralismo mexicano, con Diego Rivera y Frida Kahlo a la cabeza, dominaba la escena, los surrealistas se fueron organizando en pequeños círculos. Allí se reencontró con Leonora Carrington, quien fue un pilar fundamental, compartiendo estudios, sueños y una visión de arte que trascendió cualquier frontera.

Bordando el manto terrestre, 1960

Bordando el manto terrestre, 1960

Bordando el manto terrestre, 1960

Bordando el manto terrestre, 1960

"Leonora Carrington comentaba que lo que en realidad les unió, lo que compartían de verdad era la cotidianidad, a ambas les encantaba cocinar, experimentaban recetas de cocina, iban juntas al mercado... y no a cualquier mercado, iban al mercado de Sonora, conocido por ser un lugar donde se venden hierbas y productos exóticos y mágicos", relata Alma Reza.

En ese ambiente, Varo comenzó a triunfar, aunque sus inicios no fueron fáciles. Al principio la comunidad artística local veía con recelo a estos "nuevos" surrealistas, pero pronto la obra de Remedios Varo fue reconocida por su complejidad y belleza. "Está entre las más surrealistas de los pintores, lo que entenderíamos por surrealismo, que es lo ilógico, los sueños, lo esotérico... ella es la que mejor lo plasma", expone Estrella de Diego.

Durante un tiempo se muda a Venezuela junto a su hermano y su madre para ganarse la vida en un proyecto científico. "Se va allí contratada por el departamento de infectología para poder dibujar y pintar las afecciones e investigaciones sobre el paludismo", explica Teresa Arcq, historiadora experta en surrealismo y comisaria de arte independiente. Allí hizo de todo, vestuarios, decorados para ballet y teatro e incluso carteles para la farmacéutica Bayer. En estos carteles publicitarios representa las enfermedades a modo de pinturas, como en Angustia y Pesadilla (1947) o Dolor Reumático (1948).

Dolor reumático, 1948

Dolor reumático, 1948

Dolor reumático, 1948

Dolor reumático, 1948

Después regresó a México... "En unas cartas que escribió desde Venezuela a sus amigos, ella contó que estaba muy deprimida, la vida sin amigos no le merecía la pena. En México era donde estaba realmente su comunidad, esos afectos que se habían convertido en familia... la solidaridad de los amigos es lo que hacía que ella se sintiera en su hogar. Remedios no buscaba una patria a la que pertenecer, sino una familia que le diera ese afecto y seguridad", explica Alma Reza.

En la década de los 50 y 60, Remedios se consolidó como una de las grandes figuras del arte, consiguiendo ventas y exposiciones que la catapultaron al estrellato. México la abrazó, y ella, en respuesta, comenzó a retratar un México más allá de los paisajes, adentrándose en mundos interiores que cautivaron al público. "Sus obras suelen gustar mucho al público porque todas tienen una narrativa, una historia, una paleta de colores vibrantes... producen atracción. Es una obra muy planificada y calculada, todo muy medido... ella aplicaba diversas técnicas y en todas era impecable", describe Teresa Arcq.

Remedios Varo murió en 1963, a los 55 años, dejando una huella profunda en el arte de México y del mundo. En el momento de su muerte, había creado más de 500 obras, la mayoría producidas en México. Varo aspiraba a revelar maravillas ocultas a través de la observación minuciosa y una técnica meticulosa. El poeta Octavio Paz, amigo de Remedios Varo, escribió que "como si pintara con los ojos más que con las manos, Remedios barre el lienzo y acumula claridades en su superficie transparente".

Hoy, su legado está vivo tanto en colecciones privadas como en museos de gran prestigio, como en el MoMA en Nueva York, donde se pueden encontrar obras como El Mago (1956) o La Torre (1947). En España, aunque su presencia es limitada, existen algunas piezas en el Museo Reina Sofía y en el Museo Nacional d’Art de Catalunya, y ahora en "1924 Otros surrealismos" en la Fundación Mapfre de Madrid hasta el 11 de mayo de 2025, su impacto es incuestionable. La gran mayoría de su trabajo se encuentra en México, especialmente en el Museo de Arte Moderno, donde su esposo, Walter Gruen, cedió muchas de sus piezas. Teresa Arcq lo resume bien: "Remedios Varo fue la consentida de México", un título que habla de su éxito, pero también de la eterna admiración que aún se le tiene en el país que la hizo libre. Su espíritu sigue vivo, no solo en sus pinturas, sino en cada rincón de México que alguna vez habitó.

En su última obra, "Naturaleza muerta resucitando", se encuentra la misma visión de una artista que nunca dejó de luchar por expresarse, por crear y por viajar, de la misma forma que sus pinturas, a otros mundos, a otros viajes, a otras realidades. Como dice Alma Reza, "buscar a Remedios Varo es encontrarse con algo que no puedes dejar de mirar". Y es que, tal como ocurrió en su vida, su arte sigue sorprendiendo, invitando a ser parte de su eterno viaje.

 

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