Oihán Iturbide, editor: “Cerrar una empresa es emprender un duelo”

Se habla mucho de emprender. El emprendedor es una especie de héroe de nuestro tiempo. Montar tu propia empresa y ser tu propio jefe, conseguir la libertad de no rendir cuentas a nadie, esa es la gran aventura laboral de esta era. De hecho, en España en 2024 se crearon casi 120.000 nuevas empresas. Pero en 2023, el último año para el que se ha consignado este dato, se cerraron más de 320.000. Hoy, en el Comando Norte de Hoy por Hoy, Àngels Barceló, Nacho Carretero y Aitana Castaño han charlado de “des-emprender”, de cerrar una empresa, con el editor Oihán Iturbide, que hace unas semanas hacía pública su decisión de cerrar la editorial de divulgación científica Next Door Publishers, que fundó hace diez años.

“Empecé a pensar en cerrarla hace dos años y tardé dos años en todo el proceso, no solo por lo que implica cerrar una empresa a nivel económico, sino por lo que implica a nivel de estatus,” explica Oihán. “Anímicamente es como un duelo. Al final, es la pérdida de algo en lo que tú has invertido muchísimo tiempo, muchísima ilusión, muchos recursos. Y tienes que deshacerte de eso. Y cuando te deshaces de algo que ha ocupado tanto tiempo en tu vida, te deshaces de una parte también de tu identidad. Porque dejas de ser algo. Y en este mundo y en estas corrientes neoliberales en las que vivimos, cuando lo que nos construye es nuestro trabajo, el duelo es importante".

Oihán ha relatado con mucha honestidad lo que quiere decir cuando habla de estatus: “Yo soy drogadicto, recuperado hace 17 años. Y cuando tú eres una persona con un rasgo que de alguna manera está castigado socialmente, y construyes una empresa y ocupas un lugar en la sociedad, sobre todo si eres editor y además publicas a grandes científicos de este país, el lugar que ocupas es muy potente. Adquieres un estatus. Pero cuando tienes que cerrar, bajarte de ahí es muy complicado. Me refiero a eso. Realmente la decisión de cerrar me ha costado mucho, no solo porque tengo grandes autores y autoras a las que no quería fallar, sino porque yo tenía que dejar de ser editor.”

Lo cierto es que Oihán Iturbide no deja del todo de ser editor, porque Next Door Publishers cierra, pero un sello que abrió en 2023, Yonki Books, especializado en temas de adicciones, sigue abierto y funcionando.

Bioquímico de formación, especializado en divulgación científica y colaborador del diario El País, Oihán no puede considerarse un fracasado, pero sí asume que su editorial fracasó: “Es que un fracaso a nivel comercial es un fracaso. Es un negocio que ha fracasado. ¿Yo me veo a mí mismo como un fracasado? No. Eso sí, también os digo que si me hubiese pasado esto hace 15 años, cuando [mi yo] no estaba tan trabajado, seguro que sí.”

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Nacho Carretero, que fundó su propia productora hace cinco años y sabe lo que supone ser empresario y trabajador al mismo tiempo, discrepa: un fracasado es el que no hace nunca nada. El que nunca hace nada nunca se equivoca.

El detonante final de la decisión de Oihán se lo dio la lectura de "El respeto", el ensayo de Richard Sennet (editorial Anagrama): “Me vi reflejado. Me di cuenta de que yo estaba agarrado al proyecto, invirtiendo más dinero, peleándome, teniendo que prescindir de mi equipo porque ya no podía pagar. O sea, que estaba viviendo una especie de agonía porque no era capaz, como os he dicho, de soltar ese lugar que yo ocupaba, que iba más allá del propio proyecto. Y para mí, darme cuenta de que hay algo que me está llevando a dejarme la salud y que sea algo tiene que ver con mi propio ego, fue definitivo decir basta.”

Pero el proceso es doloroso y solitario. Cuando llegas a ese punto ya has tenido que prescindir de tu equipo, y por transparente y generoso que quieras ser, no deja de ser tomar la decisión de despedir a los compañeros.

Otros aspectos difíciles del proceso de “des-emprender” tienen que ver con la burocracia, aunque levantar una empresa es igual o más duro desde ese punto de vista, cosa que Nacho Carretero y Aitana Castaño (“antes pago a mi gestora que la comida”) conocen bien. Aunque, claro, al abrir tienes la ilusión y el subidón de estar creando algo, una emoción que, al cierre, ya no tienes.

Cuestión aparte es lo que la palabra “empresario” significa según el lugar ideológico en el que uno se coloque. Como decíamos al principio, vivimos en un momento socioeconómico en el que el emprendimiento es una actividad heroica, socialmente muy valorada. En este punto Oihán hace otra sorprendente confesión: “yo, ya en el último año, cuando ya estaba viendo que la cosa no tiraba, me hice cursos de esta gentuza, me hice cursos de internet. Porque yo decía: a ver, yo ya tengo casi 50 años. A lo mejor es que estoy completamente desfasado.”

Pero el caso es que cuando uno piensa en un “empresario”, no piensa en alguien como Oihán Iturbide, como Nacho Carretero, o como Aitana Castaño, socia desde hace una semana de la empresa de comunicación en la que trabaja, sino en un “señor con chistera y látigo”, como bromea Àngels. De hecho, dice Oihán que cuando está entre amigos suele decir que es “autónomo”, no que es empresario. No está mintiendo, claro, pero sí evidenciando que hay un cierto estigma en la palabra “empresario.” En realidad, el emprendedor es alguien que desempeña todas las funciones de la empresa (“desde ser el CEO hasta comprar el papel de váter”, como dice Aitana), que no tiene nunca vacaciones “de verdad” y que está solo cuando la empresa fracasa y empieza el duelo.