"No es una opción": Maruja Torres y su reflexión sobre la Justicia española por lo sucedido con la mujer asesinada en Benalmádena

Seguro que quienes veis series y películas policíacas ya sabéis que tarde o temprano se produce un breve diálogo entre jóvenes y veteranos. Algo así: "¿Cómo puedes resistir sin que te afecte lo que ves a diario?". Seguido de la respuesta: "El día que deje de afectarme pediré el retiro".

Es una llamada a la cordura que conviene recordar, aunque venga de ficciones a menudo soporíferas. Existen profesiones en las que no se puede perder la sensibilidad. Agentes de la ley, obligados a distinguir a quién proteger; periodistas en situaciones de riesgo pero que tienen que contar lo que ocurre; médicos que deben ejecutar un doloroso triaje en situaciones extremas, y jueces que se enfrentan a asuntos complicados.

Profesiones en las que, rotundamente, el día en que deje de conmoverte o sacudirte lo que ves es mejor que alguien te dé un buen sopapo. Otra cosa es, en esas circunstancias, disponer del mecanismo de distanciamiento que te permite sumirte en el horror sin perder el ánimo, para analizarlo y rápidamente servir y proteger, contarlo para que se sepa, intentar salvar al próximo paciente o juzgar con la cabeza clara el conflicto que se te somete.

Tampoco resulta tolerable caer en la rutina cuando están en juego las personas y sus vidas, los hechos que necesitan ser voceados, la salud ajena o la probabilidad de que ese alguien que te pide ayuda judicialmente, esa mujer maltratada, la necesite de verdad, aunque para su desgracia no la haya solicitado, todavía, bañada en sangre. Irse a la cama a dormir tranquilamente después de un fallo atroz no es una opción. Y el retiro a que aluden las ficciones, en estos casos me parece hasta poco.