Choque por la inteligencia

Madrid

El choque verdadero entre Estados Unidos y Europa no vendrá seguramente por los aranceles de Donald Trump a las exportaciones europeas de acero y aluminio, o de otras mercancías. Vendrá por la inteligencia artificial. De hecho, ya ha empezado a llegar. Hoy mismo. En París.

Hoy, el vicepresidente James Vance ha amenazado con el tono habitual de esta gente, que no tolerará que nadie apriete las tuercas “a sus tecnológicas, particularmente a las que producen inteligencia artificial. ¿Amor tecnológico? No, ambición de poder. Vance ha aclarado que tanto su jefe como él mismo quieren “mantener la ventaja” de su país en este negocio, justo en el momento en que los chinos le plantan cara con mayor habilidad ingenieril y comercial.

Y mensaje a los europeos. Su pretensión es evitar “una regulación excesiva” del sector, que podría matar una industria en plena ebullición”. ¿Amor a la industria? ¿A las leyes simplificadas? No, ambición de poder, al menos según se ha retratado enseguida: El nuevo Washington quiere que las nuevas tecnológicas estadounidenses sean el “estándar mundial”, y no las regulaciones europeas. Más claro el agua: no que desaparezca una u otra regla, sino que sea el oligopolio de los magnates amigos antiguos o recientes de Trump quien dicte las reglas de los aparatos y servicios. Y no los europeos, siempre atentos a los derechos humanos, a la información sin interferencia de bulos, a la competencia entre empresas en vez de al monopolio.

Ah! Esto sucedía 24 horas después de que el valido Elon Musk airease una oferta para comprar a la primera empresa de inteligencia artifici0al, OpenAI. Su principal directivo se ha negado. Pero el propósito de eliminar reglas de Trump y Vance es claro. No a cualquier regla, a cualquier empresa y a cualquier persona que obstaculice nuestro negocio, nuestro poder, nuestra riqueza.