El "bajo a comprar tabaco" de Freire
Hay que homenajear al exciclista, porque cualquiera ha tenido mil veces la tentación, jarto de todo, de decir “hasta luego, Lucas”, de entonar su ciao, pescao o de anunciar solemnemente que “me las piro, vampiro”

Ignacio Peyró: “El "bajo a comprar tabaco" de Freire”
01:58
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Óscar Freire ganó tres mundiales de ciclismo, pero sigue dándonos alegrías -o, por lo menos, titulares- después de colgar la bicicleta. Esta semana ha causado gran alarma entre los suyos porque, igual que cuando demarraba en la Milán-San Remo o en La Lieja-Bastoña-Lieja, en un visto y no visto, de pronto desapareció. Se esfumó sin dejar rastro. La escapada, especialidad ciclista en la que Freire siempre fue un reputado experto, ha durado dos días.
Las primeras informaciones apuntaban a que el deportista se había acogido a una vieja costumbre hispánica: irse de parranda. A quien no le habrá pasado, sale uno a tomar una cerveza un martes, la cosa se complica y termina por volver a casa el jueves. Según todos los índices internacionales, una fiesta que termina con su protagonista en paradero desconocido es una gran fiesta. Y podemos pensar que, tras una vida de privaciones por el deporte, el hombre querría desquitarse.
Parece, sin embargo, que el "bajo a comprar tabaco" de Freire no se debió a una juerga que se va de las manos, sino a un berrinche. Y aquí es donde hay que homenajear al exciclista, porque cualquiera ha tenido mil veces la tentación, jarto de todo, de decir "hasta luego, Lucas", de entonar su ciao, pescao o de anunciar solemnemente que "me las piro, vampiro". Pero solo unas pocas almas selectas son capaces de llevar la pataleta a sus últimas consecuencias y, en efecto, irse. Ese cuajo despierta admiración. Pero aún más admiración despierta, tras el cuajo de irse, tener la última sabiduría de bajar la cabeza y volver.