Inmigrantes e imprescindibles: así es ser extranjero en España
SER Catalunya recoge en esta serie de reportajes el papel de la inmigración en distintos sectores económicos
Inmigrantes e imprescindibles: así es ser extranjero en España
28:22
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Barcelona
"Voy a la universidad por la mañana y por la noche trabajo como repartidor. No puedo ni pagar la habitación", dice Obaid, rider de Glovo. "Piensan que somos burros de carga", reflexiona Mariana, trabajadora de un centro sociosanitario de Cornellà. "Mi hijo me dice que no quiere hacer mi trabajo porque no lo aguanta", señala Mhamed, paleta. "Trabajo como manicurista, pero en Venezuela me gradué en ingeniería mecánica", explica Leidy.
Estos son algunos de los testimonios que durante tres meses han recogido los informativos de SER Catalunya. Forman parte de la serie "Inmigrantes e Imprescindibles", un trabajo de diez capítulos que analiza el papel de la inmigración en distintos sectores económicos de Cataluña. En ella, se contrarrestan con datos los bulos que circulan sobre la inmigración hoy en día y se da voz a los trabajadores anónimos que cuidan a nuestros mayores, sirven cañas, conducen taxis, nos traen una hamburguesa a la puerta de casa o nos atienden en urgencias durante la madrugada. Mantienen nuestra economía y nuestra sociedad en funcionamiento y, sin embargo, a menudo son rechazados porque han nacido fuera de España.
Trabajos precarios como norma
Los inmigrantes están sobrerrepresentados en el mercado laboral catalán. Son un 25% de los ciudadanos, pero representan un 26% de los trabajadores. Sin embargo, en algunos sectores, su presencia es mucho más elevada. Es el caso de las empleadas del hogar, de las que el 70% han nacido fuera de España.
Los riders de Glovo son un 65%. Los trabajadores de la industria cárnica, un 60%, igual que los empleados de la hostelería. Los inmigrantes también representan un 45% de los taxistas, un 40% de los trabajadores de la construcción y 35% de los empleados en la agricultura.
¿Qué tienen en común estos sectores? Que son los más precarios, los que tiene convenios colectivos con peores salarios y, en algunos casos, una gran tradición, aún vigente, de empleo irregular, sin contrato, y que no cumplen los derechos laborales básicos. "Tenemos que hacer una habitación en 15 minutos levantando colchones que pesan 30 kilos", explica Luz, camarera de piso. "Sabes cuando empiezas, pero no cuando acabas. Algunos días se te va a 14 o 15 horas", asegura Heriberto, camionero.
Discursos de odio en su propia piel
Los inmigrantes no son inmunes a los discursos de odio y a la deshumanización que intenta propagar la extrema derecha. Para ellos, el racismo y la xenofobia no son algo teórico. Lo viven en su piel. “Ser negro aquí parece un delito”, explica Mamadou, cocinero.
Munir, taxista, resume las contradicciones de estos discursos: “Dicen que los inmigrantes no aportan nada y viven de ayudas. Vale, perfecto. Dicen que les quitan la faena. A ver, o ayudas o trabajas. Las dos cosas no”.
Aun así, la conclusión más importante de la serie "Inmigrantes e Imprescindibles" va más allá. Los trabajadores extranjeros hacen girar la rueda de nuestra economía, sí. Pero son nuestros vecinos, compañeros y conciudadanos. Madres y padres, familiares, amigos. Son imprescindibles, sí. Pero aunque no lo fueran, no merecen ser tratados como ciudadanos de segunda.