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Caroline Darian, la hija de Pelicot: "En los juicios se permite la violencia y la humillación de las víctimas"

La hija del hombre que drogó durante años a su esposa cuenta en un libro, 'Y dejé de llamarte papá', el proceso de asimilación de esta historia de violaciones, abuso y sumisión química, de la que ella también es víctima

Caroline Darian / eFE

Caroline Darian

El 2 de noviembre de 2020 es una fecha que no olvidará nunca Caroline Darian, la hija de Gisèle Pelicot. Esa tarde recibió la llamada de su madre para contarle que había descubierto que su padre, Dominique Pelicot, la drogó y la violó durante años. La fotografió sin su consentimiento y la prostituyó cuando ella estaba inconsciente con más de 50 hombres. En eso momento, no supo tantos detalles, pero sí que su padre había sido un violador y un manipulador. Cuatro años después, la familia se enfrentó al juicio donde el patriarca fue condenado a 20 años por violar y drogar a su mujer durante al menos diez años. Los otros 50 hombres también fueron condenados por violarla mientras Dominique Pelicot filmaba las agresiones. Todo esto lo cuenta Darian, que usa un apellido compuesto con los nombres de sus hermanos, David y Florian, en un libro Y dejé de llamarte papá, un escalofriante relato, sin excesos y dramatismos, que acaba de publicar en España Seix Barral.

¿Cuándo decidió que quería escribir todo lo que usted y su familia estaban viviendo?

Empecé a escribir después de las tres primeras semanas de la revelación, durante semanas después de que se revelaran los hechos. No sabía que iba a ser un libro, pero empecé a escribir rápidamente. Fue a principios de 2021 cuando me di cuenta de que quería publicarlo. Sin embargo, nunca había escrito un libro y no tenía ni idea de cómo proceder. Lo que sí sabía es que tuviera el formato que tuviera, si se publicaba iba a ser beneficioso para mí, pero también para otras personas.

¿Beneficioso en el sentido terapéutico?

Sí, creo que escribir ha sido terapéutico para mí. Absolutamente.

El título hace referencia directa a tu padre, a la relación antes y después de conocerse el delito, pero en el libro también hablas de tu madre y de cómo cambia la relación con ella.

Mi madre, al ser una víctima, siempre ha mantenido una forma de pudor ante sus hijos. Por supuesto que eso ha cambiado, han cambiado muchas cosas en nuestra relación. Había que darle tiempo para hacer frente a su propio trauma. Después de esto que ha pasado, todos tenemos posiciones y posturas muy diferentes en la familia. Ella la esposa de Dominique. Hoy están divorciados, pero ella era su esposa. Son 50 años de convivencia y nosotros éramos sus hijos. Los niños no pueden tener la misma perspectiva que Gisèle con respecto a Dominique. Así que le llevó tiempo integrar las cosas. Hoy, creo que es mucho más combativa, pero ha sido difícil para ella entender que 50 años de su vida han sido desperdiciados.

Lo que demuestra con su testimonio y el de su madre es que no hay un solo tipo de víctima, que hay muchos, y no hay que demonizarlos, ¿está de acuerdo?

Bueno, de hecho, lo que ocurre en una familia se vuelve sistémico. En otras palabras, la tragedia que vivió Gisele nos impactó a todos. Fuimos una unidad familiar, por lo que necesariamente, desde el momento en que la unidad familiar fue amputada, la familia se ve afectada por completo. Toda la familia, también los hijos, los cónyuges y nos nietos.

Menciona a los nietos, cuenta en su libro cómo su hijo pequeño preguntaba por su abuelo y usted decide contarle todo, sin censuras, ¿por qué?

No quería mentirle a mi hijo. Cuando nos enteramos de los hechos, él tenía seis años. Me negué a mostrarle una historia que no fuera la correcta. Quería que supiera la razón por la que no volvería a ver a su abuelo. Obviamente, fue muy difícil para él y eso afectó su equilibrio emocional en aquel momento. Pero era necesario que supiera la verdad. Porque detrás de esto, sigue siendo un legado.

¿Se pueden borrar el pasado? ¿Puede olvidarse una hija de los momentos que pasó con su padre antes de saber los delitos cometidos hacia su madre?

No, no se borra. No es posible eliminar la antigua vida. Lo que sí pasa es que se le da menos espacio. Por ejemplo, esa vida pasada representa menos de lo que significaba hace cuatro años. Mi vida anterior con Dominique, para mí, está basada en un secreto oscuro, porque nos mintió a todos. En cierto modo, fue una traición. Hizo una farsa todo el tiempo para que nosotros, su familia, pensáramos que era un hombre normal en todos los sentidos, un buen esposo, un buen padre y un buen abuelo. Pero no fue así. Ahora lo sabe todo el mundo. Lo cuento en el libro. Así que no puedo guardar los buenos recuerdos del pasado porque, para mí, los buenos recuerdos no eran recuerdos reales.

Una parte fundamental del libro es la que habla de la sumisión química, a la que su madre fue sometida durante años, ha hecho de esto un combate, ¿por qué era necesario ahondar en ello? ¿Cree que no estamos lo suficientemente concienciadas?

Es una plaga. Es, sin duda, un verdadero problema de salud pública del que nadie ha hablado hasta ahora. Hace cuatro años, nadie hablaba de ello. Personalmente, me hubiera gustado que alguien me aclarara las cosas que no tenía claras sobre este tema. Si alguien antes que yo hubiera hecho este trabajo, tal vez no hubiera durado diez años el abuso que vivió mi madre. Habría cuestionado los síntomas que mostraba y que no podíamos explicarnos ninguno de sus familiares y amigos cercanos. Siempre tuve claro que este drama que hemos vivido tendría que servir al mayor número de personas. No quería pasarlo en silencio, porque sabía que contar una historia como esta puede ayudar e, incluso, salvar a muchas personas.

¿Cómo ha cambiado la situación en torno a la sumisión química en estos cuatro últimos años?

Creo que hoy hablamos más de esta plaga de la que, como decía, no se habló, era una plaga invisible. Y hablar de ello nos permite alertar y prevenir mejor y proteger a las víctimas. También las víctimas hablan más que antes, guiadas por profesionales y expertos. En estos años, he recibido muchos testimonios de víctimas que me han dado las gracias, que no eran capaces de poner palabras a lo que estaban pasando. Creo que no hay nada peor que no saber qué te está ocurriendo. Hemos hecho un gran trabajo para alertar a la sociedad y eso es importante ahora mismo.

¿Está más extendido de lo que pensamos?

Este caso ha ocurrido en Francia, pero no es un caso aislado. Ocurre en todos los países europeos. Es más común y más fuerte de lo que imaginamos.

El libro es anterior a la celebración del juicio, en él ya habla de que se están preparando sus hermanos, su madre y usted, para que sea abierto al público, ¿Les costó tomar esa decisión?

Lo pensamos mucho, pero sabíamos que era lo único que podíamos hacer. Si queríamos que la verdad ganase, que todo el mundo viera cómo había sido la historia, teníamos que hacerlo. Por eso trabajamos mucho, para entender y tener claro lo que iba a suponer. El juicio público significaba dejar entrar a la gente en nuestra privacidad y especialmente en la parte más íntima de la vida de mi madre. Pero era necesario mostrar el calvario que sufrió para que la gente se diera cuenta de lo que realmente significa.

¿Ha sido muy dura la actitud de los medios de comunicación hacia vosotras?

Bueno, los medios de comunicación no ha sido lo más difícil. Lo más difícil fue lo que pasó dentro del juicio. La actitud de algunos testigos, las reuniones que mantuvimos, los otros acusados, la actitud de ciertos abogados que parecía que se estaban divirtiendo humillando a mi madre. Eso ha sido mucho peor.

Menciona a los abogados y esa humillación hacía la víctima y nos recuerda en España a algo que ha ocurrido esta semana, un juez, Carretero, vertiendo comentarios machistas y obscenos sobre una víctima que ha denunciado al político Íñigo Errejón por violencia sexual , ¿cree que la justicia sigue siendo machista?

He visto a muchos abogados comportarse de manera odiosa. Entre ellos, había también mujeres, tengo que reconocer. Por tanto, creo que lo que pasa es que en la justicia, en los tribunales, se permite ese comportamiento. La ley permite ese comportamiento. La oralidad de esos debates que tienen lugar en los juicios autoriza, en el fondo y en la forma, una manera de violencia dentro de los juicios. Me sigue pareciendo bastante sorprendente que ocurra todavía hoy, pero es la realidad. No sé si podemos hablar de machismo, porque también he visto, desgraciadamente, ese comportamiento en algunas mujeres abogadas que defendieron a los otros acusados y no dudaron en entrar en la lógica de la humillación para con mi madre.

Después del juicio, ¿cómo estáis? ¿Cómo está Gisèle Pelicot?

Bueno, sabemos ya que habrá un segundo juicio de apelación. Creo que mi madre lo manejará la misma manera en la que manejó el primero. No tendrá miedo de volver a enfrentarse a lo vivido. Pero ahora estamos intentando no pensar en eso, centrarnos en nosotros, para poder continuar con nuestra vida normal.

¿La sentencia os dejó satisfechas?

No, en absoluto. Sobre todo, por el resto de acusados. Sus penas son más bajas de lo que pensábamos, lo que pedía la fiscalía ante unos hechos tan graves y violentos. La verdad, me cabrea un poco y encima han apelado.

Lo que no quedó demostrado es el grado de víctima en su caso. Es decir, se encontraron fotos suyas, pero no se ha determinado qué ocurrió, ¿es difícil no poder cerrar eso?

Me he quedado con las dudas, pero es un impostor, nos mintió y nos manipuló. No sabemos toda la verdad.

Lo han dicho muchas mujeres, usted también, que su madre ha sido una heroína, usted también es víctima de Dominique Pelicot, y también ha contado su testimonio en este libro, ¿le gusta la consideración de heroína?

No, no, yo no. Todavía tengo mucha humildad. Creo que soy alguien que quiero ayudar. Podría reconocer que hay una forma de generosidad por querer compartir con muchas otras mujeres lo que nos ha pasado, con la esperanza de ahorrar tiempo a otras víctimas. Pero no me veo necesariamente como una heroína, sino más bien como una denunciante.

Cuenta en el libro que tanto usted como sus hermanos vieron síntomas extraños en la salud de su madre, fueron al médico, pero nadie diagnosticó la sumisión química, ¿qué debería cambiar para agilizar este diagnóstico?

Sin duda, la formación de los médicos y la formación de toda la cadena de atención a las víctimas y la formación de las personas en las comisarías de policía. Esa formación es lo único eficaz para dar voz a lo que les ocurre a las víctimas. Los profesionales de la salud en los hospitales, los médicos generalistas, pocos saben lo que es la sumisión química y, por tanto, es difícil así que identifiquen los síntomas en las pacientes. Sin ese diagnóstico, no se puede ayudar a las víctimas a salir de las sombras.

¿Quién le gustaría que leyera este libro?

Los hombres. Recomendaría mi libro a cualquier hombre, padre y esposo. Creo que es un libro necesario para compartir una realidad que existe hoy en día, donde el concepto de consentimiento es completamente erróneo.

En los últimos años, varios libros han hablado del consentimiento y la violencia contra las mujeres, muchos de ellos editados en Francia, ¿le han servido como referencia?

Siempre he estado muy comprometida con la causa de las mujeres, por lo que, en cierto modo, mis lecturas se han centrado en estos temas sin siquiera darme cuenta. De hecho, creo que tengo una sensibilidad particular para hablar de la violencia contra las mujeres. Tengo que reconocer que después de escribir este libro, estoy evitando lecturas de estos temas, porque necesito leer otras cosas. Necesito hablar de otras cosas. No pensé, cuando lo escribí, que este libro iba a hablar a tantas lectoras.

¿Os sorprendió el apoyo dentro y fuera de Francia a tu madre?

Sabía que iba a tener un impacto en Francia, pero a ese nivel, no. Lo juro. Honestamente, no lo anticipé en absoluto. En absoluto. Creo que lo que más ha conmovido a la gente es ver que somos una familia normal, de clase media, que nadie podía imaginar que pudiéramos superar este tsunami. Y creo que la gente se ha identificado mucho con eso, con lo que significa nuestra familia. Eso sí, hecho en falta el apoyo de los hombres. Han sido pocos los que se han sumado.

¿Es difícil continuar con su vida normal, después de un hecho así y de un juicio con tanta popularidad?

En realidad tengo que vivir mi vida normal. Tengo que ir a la compra, trabajar, cuidar de mi hijo, ver a mis amigos. No me ha cambiado esa parte de la vida. Lo que me ha cambiado es mi personalidad, lo que he experimentado y sigo experimentando por dentro. Eso si ha sido un gran cambio. Por eso sigo escribiendo, porque estos cuatro años han sido duros.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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