Mauro Entrialgo: "El algoritmo de X no es de ultraderecha, es malista"

Madrid

Ha demostrado ser cruel, arrogante, superficial y mentiroso, pero esta semana Donald Trump empieza su segundo mandato en la Casa Blanca. Ha sido una inspiración, pero está lejos de ser la única, de Malismo: la ostentación del mal como propaganda (Capitán Swing), el ensayo en el que el humorista gráfico Mauro Entrialgo ha puesto nombre a uno de los fenómenos más inquietantes de nuestro tiempo. A saber: que anunciar tus malos sentimientos, tus malas intenciones y tus maldades, te rente.

"El algoritmo de Twitter es malista", ha explicado Mauro con Aitana Castaño y Nacho Carretero en el "Comando Norte" del Hoy por Hoy. "De repente el otro día veo que el algoritmo me había súper lanzado un tweet. Tenía unas 200.000 visitas. Entonces me di cuenta que era un tuit un poco malista porque era una reflexión sobre James Woods, diciendo hace unos días que no estaba a favor del alto el fuego... y yo, pues me estaba riendo un poco que se le había quemado la casa. Era un tweet un poco malista, sí. Y me di cuenta de que el algoritmo de Twitter no es de ultraderecha, sino malista: lo promociona porque sabe que el abuso y el sobrarse contra alguien, sea de derechas, de izquierdas, es lo que le va".

El odio funciona. Que estemos enfadados, que discutamos muchísimo, funciona, porque así pasamos más tiempo en las plataformas. Y queremos el "check azul" para que tus insultos se vean más y el otro no gane. Pagas por gritar, como explica Mauro. Además, el malismo se confunde con la sinceridad, mientras que la bondad resulta floja, ingenua, ineficaz. Las redes, por tanto, explican en parte el auge del malismo, aunque no del todo.

¿Cómo lleva Mauro Entrialgo que Trump haya vuelto al trono? "Lo llevo regular, pero lo veía venir. Cuando acabo el libro diciendo "la que se nos viene encima" en gran parte era debido a que veía que venía esto. Y además no solo viene él, sino que viene acompañado por una plutocracia de señores mayores con muchísimo dinero. En el caso de Trump, a ver, sí que es uno de los malistas originarios, de los que han utilizado la ostentación del mal para hacerse propaganda. Pero Trump es muchísimo más complejo porque utiliza muchas otras estrategias. Hay otros malistas que van a saco solo con decir barbaridades y hacer el mal. Pero Trump además es contradictorio, cosa que el malista esencial no es. Trump te puede decir una cosa y al día siguiente la contraria".

Esto que observa Mauro hemos podido verlo en su discurso de investidura, pero además enseguida podremos constatar que a sus seguidores estas contradicciones les dan igual. El malismo tiene mucho de "caballo ganador". Lo vemos con los bancos de inversión poniéndose del lado de salirse de los Acuerdos de París contra el cambio climático, pero también lo hemos visto en España: "Recordemos por ejemplo, aquí en Madrid, el alcalde, en su primera legislatura, no digo que fuera menos malo, pero sí que disimulaba aquellas acciones que no eran del todo correctas. A partir de que gana Ayuso se pasa al malismo de cabeza, porque a ella le funciona. Y entonces contrata a dos asesores de comunicación para sus redes sociales que son puro malismo".

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Otro ejemplo evidente de cómo los personajes públicos se pasan al malismo por intuir que es "caballo ganador" sería la actitud de Mark Zuckerberg en los últimos días: "Como el alcalde de Madrid, parecía el tontito de la clase. Y ahora vale hacerse el malo. Pues me voy a hacer el malo, que me están comiendo la tostada los malos y los demás. Yo también quiero ser un plutócrata malista, no quiero ser el pringado. Y de repente coge y cambia el sistema de moderación de su red social".

Mauro desarrolla en Malismo también el concepto de "nazis del misterio", esa confluencia entre la extrema derecha y los conspiranoicos, pero advierte de que el malismo es transversal, que hay malismo de derechas ("cállate, Charo") y de izquierdas ("lágrimas de facha"). Pero es cierto que entre los jóvenes (muy mayoritariamente los hombres) es "aspiracional ser un matón". Lo irreverente hoy, como ha apuntado Nacho Carretero, es el autoritarismo de la ultraderecha. Aunque ahí también hay graves contradicciones, puesto que dicen estar contra las élites al tiempo que apuntalan el poder de los milmillonarios.

Para Entrialgo escribir Malismo ha sido una terapia contra lo que se nos viene encima, pero, al tiempo, ha conseguido ponerle nombre a algo que sabíamos que pasaba pero que aún no teníamos bien identificado. Como decía Ursula K. Le Guin en la cita que abre su ensayo: "Conocer el nombre significa conocer la cosa". Faltaría saber qué podemos hacer al respecto. Qué hacer para que ser bueno y hacer el bien vuelva a ser revolucionario. Conseguir que los buenos no parezcan idiotas. O peor, que no parezca que están ocultando algo.