Si Junts trata así a Sánchez, cómo tratará al PP

No tengo por costumbre citar a juristas alemanes así de buena mañana, pero Carl Schmitt parecía estar pensando en Junts cuando escribió eso de que el soberano es aquel que decide sobre el estado de excepción. Es otra manera de decir el que manda, y en la política española, el que manda es Junts. Otro día, si quieren, hablamos de lo paradójico que tiene. De momento, vamos a decir que cada voto de Junts está rindiendo un valor que ni unas acciones de Amazon compradas en 1995.

¿Que lo de la amnistía se hace largo? Te dejo sin presupuestos. ¿Que no transfieres las competencias en inmigración? Cada votación te va a doler como un cálculo renal. ¿Que todavía no has convencido a tus socios europeos con la cuestión del catalán? Qué tal lo de la moción de confianza para recordarte de quién dependes. La convivencia con Junts pone, en efecto, a los nervios en estado permanente de excepción.

La última es el flirteo con el PP, al que el PP ha entrado con pasión de toro enamorado de la luna. Por un momento casi nos parece que estuviéramos en los noventa, que Junts es CiU, que Duran vuelve a pisar la moqueta del Palace. Es verdad que en Junts hay cierta nostalgia convergente. "Las calles serán siempre nuestras", gritaban en las manifestaciones, pero qué hay de los consejos de administración. Pero en el PP tal vez deban preguntarse cómo les tratará Junts a ellos si tratan a Sánchez así. Más aún cuando Junts también tiene su pequeño Vox -Aliança Catalana- que le roe.