Demasiado tarde o nunca es tarde

Madrid

Los tambores de armisticio parece que son ya irreversibles. El Gobierno de Israel, y el Ejecutivo de facto de Hamás en Gaza han llegado a un acuerdo para el alto el fuego, según los países mediadores. Mañana Benjamin Netanyahu y sus ministros lo aprobarán oficialmente. ¡Cuidado! Siempre puede saltar la liebre, un obstáculo de última hora.

Quince meses después de las masacres, se retorna casi al punto de partida. Los últimos detalles, aunque sean de menor cuantía, siempre son los más difíciles. Como en los divorcios, las comunidades de propietarios o entre cualquier nación vecina. Pero el esquema del alto el fuego es el mismo propuesto por Washington en mayo. Un mes y medio de intercambio de rehenes y prisioneros, de retirada de tropas, de ayuda humanitaria. Y luego, hacia la discusión de garantías mutuas en la expectativa de los dos Estados, con permiso del próximo presidente norteamericano, Donald Trump.

El acuerdo llega “demasiado tarde para los muertos”, lamentan los familiares de las cerca de 50.000 víctimas de la maquinaria de guerra israelí. Pero al mismo tiempo, nunca es tarde para las buenas noticias: querríamos decir, “si la dicha es buena”, pero es una fórmula excesiva. No hay dicha para muchos. Acaso la expectativa de no morir en cualquier esquina. Acaso una esperanza de momentos mejores. Todo el corazón que seamos capaces de abrir, para ellos.