Lee Van Cleef: El mejor de los malos
El pasado 9 de enero se cumplió el centenario del nacimiento de Lee Van Cleef, el actor de películas como El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio.
La primera imagen de la película Solo ante el peligro nos muestra a un pistolero solitario que fuma un cigarrillo sentado en una piedra. La cámara se recrea en su mirada penetrante que observa cómo, a lo lejos, se acerca un jinete. A lo largo de la película ese pistolero no pronunciará una sola palabra. Tampoco le hace falta. Su mirada de rapaz y su actitud desafiante resultan más que suficientes para interpretar a uno de los secuaces de Frank Miller, el bandido que llega al pueblo para ajustar cuentas con Gary Cooper.
Solo ante el peligro fue la primera película que rodó Lee Van Cleef. Lo del apellido se explica porque sus padres eran holandeses, aunque él había nacido en Nueva Jersey. Sirvió en la Armada durante la Segunda Guerra Mundial, participando en el desembarco de Normandía y parece ser que fue un héroe, ya que ganó siete medallas al valor. Al acabar la guerra encontró un empleo de contable en una empresa, al tiempo que, de vez en cuando, actuaba con un grupo de teatro aficionado. Y fue así como comenzó su carrera de actor. “Había hecho un par de funciones de aficionados en Nueva Jersey. El director de una de estas funciones me llevó a Nueva York e hizo que me presentara a una audición en el teatro. Hice una prueba que me salió fatal, pero el director me dijo, vale, quiero que empieces mañana. Yo le dije, no puedo, soy contable en una empresa y tengo que avisar con dos semanas si quiero dejar el empleo. Así que volví a mi trabajo, pero al llegar, mi jefe, que se había enterado de mi viaje a Nueva York, me despidió. Entonces llamé al teatro para decirles que aceptaba. Le di los libros de cuentas a otro compañero y no volví nunca más”, contaba el propio Lee Van Cleef en una entrevista.
La obra para la que le habían contratado resultó ser Mister Roberts, conocida en España como Escala en Hawaii, obra que Henry Fonda convirtió en un gran éxito teatral. Y fue allí, en el teatro, donde el productor Stanley Krammer se fijó en ese actor de mirada penetrante y nariz aguileña y le propuso participar en Solo ante el peligro. Su imponente presencia en esa película, más que su actuación, hizo que Hollywood tomara nota de su nombre y enseguida fue llamado para participar en otras muchas películas y series de televisión. En los diez años siguientes trabajaría en más de 50 películas, siempre como secundario. La mayoría de estas películas eran westerns pero de vez en cuando también le caían otro tipo de personajes.
Matón al servicio de un gángster en Agente especial. Sargento instructor que se ensaña con el soldado Montgomery Cliff en El baile de los malditos o científico que contacta con un extraterrestre en Conquistaron el Mundo, una serie B de ciencia-ficción de Roger Corman. Y hablando de conquistar. Su madre holandesa tenía también raíces indonesias lo que explica los característicos ojos rasgados del actor. Gracias a ellos era el único que de verdad parecía oriental en El conquistador de Mongolia, aquella película con John Wayne haciendo de Gengis Khan. Lee interpretaba a la mano derecha del jefe mongol. A sus ojos rasgados había que sumar también otros rasgos físicos muy definitorios. Su nariz aguileña, unida a su delgadez y a sus casi 1’90 de estatura le daban un cierto aspecto de buitre huesudo que resultaba ideal para hacer de malhechor. Lee Van Cleef era heterocromático, es decir, tenía un ojo verde y otro azul y también tenía un defecto en su mano derecha: le faltaba la punta del dedo corazón, algo que se aprecia perfectamente en muchas de sus películas. Sobre esa pérdida de la última falange del dedo corrían muchas leyendas. Pero lo cierto es que se la cortó él mismo en un accidente doméstico, mientras construía una casa de muñecas para su hija.
La gran mayoría de los westerns que el actor rodó durante los años 50 y principios de los 60 eran películas de segunda y tercera fila pero también participó en unos pocos clásicos del género como Cabalgar en solitario de Budd Boeticher, La ley de la horca junto a James Cagney, Duelo de titanes al lado de Kirk Douglas y Burt Lancaster. Lee Van Cleef era uno de los dos secuaces que acompañaban a Lee Marvin en El hombre que mató a Liberty Valance de John Ford. John Wayne le sacudía y ahí se acababa su papel. Y es que en ésta, como en la mayoría de sus películas, el actor no pasaba de secundario. Cansado de que su carrera no terminara de despegar, en 1963 decidió abandonar el cine. Montó un negocio de decoración de interiores en Nueva York junto a su esposa, además de ganarse la vida como pintor de cuadros. Fue entonces cuando Sergio Leone vio su foto en un álbum y decidió que había encontrado al sustituto de Lee Marvin que le había dejado tirado poco antes de iniciar el rodaje de La muerte tenía un precio. Leone le llamó por teléfono desde España y, al día siguiente, Lee Van Cleef cogía un avión para Madrid, luego un tren y se apeaba en el desierto de Almería.
En La muerte tenía un precio, el actor interpretaba al coronel Mortimer, un caza recompensas que rivalizaba con Clint Eastwood por atrapar al mismo bandido. Tras el éxito de La muerte tenía un precio vendría El bueno, el feo y el malo, otra vez a las órdenes de Sergio Leone. Lee Van Cleef era el malo del título, un asesino a sueldo sin escrúpulos apodado Sentencias. Estas dos películas le convirtieron en un héroe del espagueti western. En los años siguientes rodaría una veintena más de estas películas, casi todas en Italia o España. En los spaguetti western Lee Van Cleef solía interpretar al villano, pero incluso cuando daba vida al héroe acababa dejando el pueblo lleno de cadáveres. El actor disfrutaba mucho con estas películas. “Son buenos personajes la mayoría. El reto es conseguir un poco de simpatía del público mientras haces cosas horribles”, decía. Incluso tuvo un personaje fijo que interpreto en varios títulos. Un pistolero llamado Sabata.
Todos los actores que trabajaban con él le tenían un gran respeto. “Lee Van Cleef era, en la vida real, bastante parecido a sus personajes”, contaba Fred Williamson, su compañero en la película Por la senda más dura. “Era un solitario, un tipo tranquilo que siempre transmitía cierta sensación de peligro y de que no debías cruzarte con él de la forma equivocada. Esa forma de ser le hacía muy convincente en los papeles que interpretaba. Tenía su personaje muy controlado porque casi siempre era el mismo”, afirmaba el actor.
Pero con los años 80 llegó la decadencia. “Tiempo atrás mi presencia les imponía, ahora solo ven en mí a un viejo calvo”, reconocía resignado. Todavía tendría algún papel destacado en el cine como el jefe de policía que encargaba su misión “al serpiente” Kurt Russell en 1997, rescate en Nueva York de John Carpenter. Pero la mayor parte de las películas que rodó en esa década fueron títulos de poco interés. En España trabajó a las órdenes de José Antonio de la Loma en Goma-2, película en la que salía Ana Obregón y donde Lee Van Cleef interpretaba al abogado de un sindicato de camioneros que hacía que un antiguo etarra volviera a coger las armas para vengarse de él. La última película que rodó Lee Van Cleef fue Los locos del Cannoball III, poco antes de morir. El actor solo aparecía en una escena. Era un abuelo que enseñaba a su nieto a hacer saltar las piedras en el río. Lee Van Cleef falleció de un ataque al corazón el 16 de diciembre de 1989 a los 64 años. El infarto se adelantó, tal vez, al avanzado cáncer de garganta que ya sufría por entonces. El actor fue enterrado en las colinas de Hollywood y en su lápida grabaron una inscripción que dejaba claro que se sentía muy orgulloso del papel que le había tocado jugar en el cine. “Lee Van Cleef: El mejor de los malos”