El biombo

Buenos Aires

El pianista Glen Gould decía que para cada persona existe una proporción óptima entre el tiempo transcurrido a solas y el que pasa en compañía de otros. Él, para depurar una hora junto a alguien, necesitaba días en soledad. La cercanía trae problemas, lograr la distancia justa no es sencillo. Hace una semana me llegó un newsletter de una casa de decoración. El correo decía, en el asunto, “¿Estás un poco cansada/o de la convivencia?”. Intrigante. Una casa de decoración metida en un tema al que se consagran quienes hacen terapia de pareja, los astrólogos y los amigos confesionales. ¿Qué podía decir una tienda que vende lámparas y jarrones sobre el camino angustiante del deterioro, del desamor, de todo lo que entra en deflagración durante la convivencia, de las rudimentarias pero voluntariosas brazadas con las que se nada en el océano de lo que se ha perdido? ¿Qué acerca de la irritación, del aburrimiento, de los largos períodos sin sexo, de los desayunos amargos, de la pulsión de revancha, de frases como “Vos antes no eras así”, de las ruinas, de los escombros? Abrí el newsletter y me encontré con esta frase: “No te puedo dar la solución mágica pero sí decirte que un lindo biombo puede hacer que todo fluya mejor”. Un biombo. Los problemas de convivencia no se solucionan con un biombo que impida ver porque ese es precisamente el problema: que se ha dejado de ver. En algún momento, el otro ya no es alguien que dice cosas interesantes sino un papanatas que repite las mismas cuatro ideas de siempre y todavía las encuentra ingeniosas. Ya no es el héroe que sale bien parado de todos los problemas sino un tarado que toma riesgos innecesarios. Ya no es el ser pacífico y contemplativo que nos enamoró sino una plasta que no mueve el trasero de la silla y no tiene iniciativa. La solución no es poner un biombo sino, al contrario, ver mejor. Ver si hubo alguna vez un héroe, ver si hubo alguna vez un ser pacífico, ver si hubo alguna vez alguien interesante, o si nunca hubo nada, sólo fantasías, sólo la trama del invento. Un biombo ayudaría en ese caso. Para usarlo de escudo ante las esquirlas de las bombas que nosotros mismos sembramos en el pasado.