Inocentes, inocentes
"Dudo que seamos cada día más inocentes, pero ingenuos sí, seguro. Nos cuelan cualquier trola. El que no es terraplanista es antivacunas, el que no se cree una conspiración se cree otra, el que no se traga las mentiras del PP se traga las del PSOE"
El periodista Enric González. / Cadena SER
Madrid
Lo suyo hoy sería, supongo, que les soltara una inocentada. Pero mejor no hacerlo, porque ahora todos los días del año somos los santos inocentes y nos tragamos un montón de trolas. Los famosos bulos, para entendernos.
Ojo, que falsear la realidad no es una moda contemporánea. A los gobiernos, desde siempre, les gusta comenzar las barbaridades con una, digamos, inocentada. Hitler, por ejemplo, simuló un ataque polaco antes de invadir Polonia. Y cuando acabó la guerra, muchos alemanes seguían pensando que la culpa era de los polacos. Estados Unidos inventó un ataque naval vietnamita en 1964 para lanzarse a la guerra de Vietnam. Y qué les voy a contar de aquello tan gracioso de Bush, Blair y Aznar con las armas de destrucción masiva en Irak.
Incluso una tragedia como las inundaciones de Valencia tuvo su inocentada: hablo de la famosa y larguísima comida, o lo que fuera, del presidente Mazón mientras el agua se llevaba a sus paisanos.
Dudo que seamos cada día más inocentes, pero ingenuos sí, seguro. Nos cuelan cualquier trola. El que no es terraplanista es antivacunas, el que no se cree una conspiración se cree otra, el que no se traga las mentiras del PP se traga las del PSOE. Y así vamos pasando los días.
Estamos llegando al punto de cerrar el círculo: o sea, que soltamos una inocentada y nos la creemos nosotros mismos. Quizá convendría, para adecuarnos a los tiempos y para que se sepa que sabemos dónde estamos, que cada uno de nosotros saliera a la calle con el muñeco de papel ya pegado a la espalda. Pero no hoy, sino todos los días.
Me llamo Enric González. No me atrevo a desearles un feliz 2025 porque, según están las cosas, podría sonar a inocentada.
