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Ocio y cultura

La violencia policial y del sistema llega a los libros y el teatro

En un momento de grandes crisis y debates culturales, las artes en general y las escénicas en particular nos invitan a imaginar un futuro mejor. Manifesta Barcelona reflexiona sobre el cambio climático. La libertad individual y colectiva frente a un sistema opresor llega al teatro. Las novedades literarias de la semana también apuntan hacia el sistema corrupto y lo hacen desde el thriller

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La democracia, la memoria histórica, el postcolonialismo, los feminismos, los cambios tecnológicos y climáticos son algunos de los grandes debates culturales que van a centrar esta temporada. Son también los grandes retos a los que nos enfrentamos, en un mundo cada vez más rápido y en el que encadenamos una crisis tras otra. Especialmente los jóvenes, cuya realidad presente es más precaria. Trabajos mal pagados y unos precios de la vivienda desorbitados dificultan un proyecto de vida propio, el poder emanciparse, soñar siquiera con una realidad futura esperanzadora.

Antes de la pandemia, millones de jóvenes en todo el mundo se echaban a las calles reclamando acciones urgentes y reales para frenar el cambio climático, pero aquellas manifestaciones masivas han dado paso a pequeños actos de protesta en museos y pinacotecas, con activistas lanzando pintura contra los cuadros o pegándose a los marcos de los mismos. El arte es consciente de esta problemática, la del calentamiento global, y quiere ofrecer respuestas o invitarnos a la reflexión. Si no hay planeta B, ¿no hay futuro?

Marta Fernández Jara

Marta Fernández Jara

Hasta doce ciudades del área metropolitana de Barcelona son estos días un foco cultural gracias a Manifesta, la bienal artística europea nómada que celebra 15 ediciones interviniendo lugares históricos y edificios industriales destacados. Hasta el 24 de noviembre, 90 artistas reflexionan sobre la crisis climática y social. ¿Para qué sirve Manifesta?, le hemos preguntado al Secretario de Cultura de la Generalitat, Jordi Martí Grau. "El interés que tiene es que toma una concepción del arte que nos permite reflexionar sobre el futuro, algo que hoy, con tantas crisis importantes, parecería que no hay. Parece que no hay futuro, que no podemos imaginarlo en un mundo en llamas, con graves problemas de desigualdad, de crisis climática, etcétera. Y el arte tiene esa función", explica.

Recorremos con Carlos Córdoba algunas de las sedes más emblemáticas de Manifesta 15, como la Casa Gomis, la perla arquitectónica de la finca La Ricarda, amenazada por un plan de ampliación del aeropuerto de El Prat que pone en riesgo la reserva Natural del Delta de Llobregat, donde se ubica esta exquisita vivienda privada racionalista diseñada por Antonio Bonet. Elena Gomis nos recuerda cómo se convirtió en refugio de la cultura antifranquista durante la postguerra. La Casa Gomis, Bien Cultural de Interés Nacional, es el resumen perfecto del espíritu de esta edición, que se plantea las preguntas que sobrevuelan nuestros tiempos: hasta dónde queremos crecer, qué precio estamos dispuestos a pagar, quiénes podrán pagarlo y quiénes quedarán en el camino.

Casa Gomis

Casa Gomis / Ayuntamiento del Prat de Llobregat

Casa Gomis

Casa Gomis / Ayuntamiento del Prat de Llobregat

90 participantes, entre artistas plásticos, performers o investigadores del tejido social, reflexionan sobre el futuro y lo hacen en lugares habitualmente cerrados al público, como la Casa Gomis o las Tres Chimeneas, la fantasmagórica central térmica que, de los años 70 hasta 2011, abasteció a buena parte de la región metropolitana de Barcelona. Por primera vez durante esta bienal, la conocida como Chernóbil de Sant Cugat va a poder visitarse. La Manifesta es en esta edición más viajera que nunca, llegando a ciudades como Barcelona, Granollers, Cornellá, L´Hospitalet, Mataró, Sabadell, Terrasa o a Sant Cugat del Vallés y su Monasterio.

"Dormimos poco, pero soñamos mucho". "Game Over Totalitarismo"

Barcelona fue escenario en 2021 de varias de las primeras manifestaciones post-covid en España, contra la detención del rapero Pablo Hasél por un delito de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona. En una de ellas una joven perdió un ojo por el impacto de un proyectil de foam o pelota de goma. En este hecho se ha inspirado Antonio Morcillo López para escribir Azul (breve epopeya de un ojo entre la vida y la muerte). Hemos hablado con Rakel Camacho, que este verano ha pasado por Mérida con La Paz, de Francisco Nieva, y que acaba de estrenar esta obra en Albacete y ahora en la Sala Cuarta Pared de Madrid. "Antonio es un dramaturgo muy escénico, cuando parece que hoy en el teatro lo que más importa es la palabra. Tiene una gran profundidad y sentido del humor en todo lo que nos cuenta, cómo lo cuenta, dando vuelo a las historias con surrealismo, locura, poesía y humor", dice.

Cartel de &#039;Azul&#039;

Cartel de 'Azul' / Las Hijas de Maritornes

Cartel de &#039;Azul&#039;

Cartel de 'Azul' / Las Hijas de Maritornes

En Azul estamos en la sala de espera de un hospital, mientras Laura está siendo intervenida. Carlota y Maica, sus amigas, esperan. Una de ellas trabaja como rider, la otra tuvo un lío con un antidisturbios, como descubriremos a lo largo de una conversación entre las dos que desemboca en lo surrealista, sí. Horas de espera y de reflexiones sociales concentradas en 70 minutos que dura la obra, mientras en las paredes de esa sala observamos cómo se derriten los glaciares. El protagonista y narrador de la obra es el iris azul del ojo derecho de Laura, a quien pone voz Carlos Hipólito.

¿Qué nos dice ese ojo cuando nos mira? ¿Qué ve en nosotros? "Es un una metáfora preciosa, que habla de la visión, del sentido, de la búsqueda verdad. Se parte de esa situación dramática, pero este hecho concreto acaba llegando a otro lugar, no se sabe muy bien qué está pasando. Esto a mí me gusta mucho, que cada espectador tenga su viaje, piense qué significa el iris azul de ese ojo. Un tema que podría ser panfletario, político, se convierte en otra historia, cuál es la verdad de cada uno, dónde habría que centrarse, la búsqueda del amor, del deseo, de la libertad. El ojo es la libertad, es la visión, es el ojo que vuela y que sale disparado por el espacio", explica Camacho.

Los Mossos ante las protestas en Barcelona por Pablo Hasél.

Los Mossos ante las protestas en Barcelona por Pablo Hasél. / GettyImages

Los Mossos ante las protestas en Barcelona por Pablo Hasél.

Los Mossos ante las protestas en Barcelona por Pablo Hasél. / GettyImages

Hay muchas formas de violencia, como se advierte en la obra, desde el acoso escolar a la violencia policial, el machismo o la precariedad, que son otras formas de violencia. "Es uno de los objetivos del teatro, hablar de temas candentes, difíciles de tratar, para entender que cada persona tiene motivos o argumentos para hacer lo que hace en la vida", dice. ¿Cómo abordar temas sociales y políticos tan crudos sin caer en lo panfletario? "Para mí, si no hay poesía no hay teatro. Tiene que haber un elemento que transforme la realidad, porque hacer un retrato total de la vida, para mí no es teatro. El teatro tiene que contener una poesía capaz de estimular al espectador y crear esa reflexión. Para cambiarla, porque si realmente pensáramos que el teatro no es capaz de transformar, no haríamos teatro", añade.

La joven que perdió un ojo por un foam de los Mossos lamenta que para el juez su &quot;mutilación es justa&quot; tras archivar la causa

Rakel Camacho lamenta que hayamos abandonado las calles y Azul, que expone la angustia que sufren los jóvenes hoy en día, es una invitación también a retomarlas. "Yo he ido a millones de manifestaciones desde que era una niña, con mis padres, y de joven. Pero ahora no salimos a la calle, si nos encontramos con una manifestación, no nos unimos. Es el cansancio, porque pensamos que que no ha servido para nada. Pero sí sirve, ahí estuvimos en el 11M. Esta obra tiene mucho que ver con eso, con que no nos callemos, que hay mucha autocensura", concluye. Aquí puedes escuchar toda la entrevista:

Rakel Camacho: &quot;Estamos cansados y hemos abandonado las calles, pero hay que salir a manifestarse&quot;

Rakel Camacho: "Estamos cansados y hemos abandonado las calles, pero hay que salir a manifestarse"

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Pisamos un último escenario, el del Teatro del Barrio, que acaba de estrenar nueva temporada con el lema 'Imaginación radical', porque quieren reivindicar el músculo de la imaginación, imaginar todas las alternativas posibles en nuestra vida, alternativas que nos saquen de nuestros esquemas, dicen. Y su nueva producción es Hoy tengo algo que hacer, un texto escrito y dirigido por Pablo Rosal y protagonizado por Luis Bermejo, único actor sobre el escenario. Interpreta a José Luis, su propio alter ego, en un papel cargado de plasticidad y que busca la interacción con el público. Es un papel escrito solo para él y que, como otros de Pablo Rosal, conecta con la gran tradición actoral española: Fernando Fernán Gómez, José Luis López Vázquez, Sazatornil o Cassen.

Luis Bermejo en una imagen promocional de &#039;Hoy tengo algo que hacer&#039;

Luis Bermejo en una imagen promocional de 'Hoy tengo algo que hacer' / Cedida Teatro del Barrio

Luis Bermejo en una imagen promocional de &#039;Hoy tengo algo que hacer&#039;

Luis Bermejo en una imagen promocional de 'Hoy tengo algo que hacer' / Cedida Teatro del Barrio

La obra es una reflexión sobre la idea del hacer, sobre la necesidad de escuchar y de encontrarnos, de desmantelar nuestro orgullo y buscar los puntos en común. Un texto político que, a través del humor, homenajea al clown y la picaresca.

Carmen Mola y el morbo de la novela negra

Carmen Mola, un fenómeno literario mundial, se despide de su inspectora más famosa. El Clan (Planeta) es el desenlace de la serie de la inspectora Elena Blanco. "Después de siete años y con una trilogía de cinco es suficiente", nos cuentan los autores de este éxito, Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero. El Clan es puro estilo Carmen Mola: ritmo trepidante, una trama que engancha desde la primera página, giros constantes y mucha sangre.

Carmen Mola, el pseudónimo tras el que se escondían Jorge Díaz (i), Agustín Martínez (c) y Antonio Mercero (d), presentan en Madrid la quinta y última novela de la saga, &#039;El Clan&#039;.

Carmen Mola, el pseudónimo tras el que se escondían Jorge Díaz (i), Agustín Martínez (c) y Antonio Mercero (d), presentan en Madrid la quinta y última novela de la saga, 'El Clan'. / Sofía Carabias

Carmen Mola, el pseudónimo tras el que se escondían Jorge Díaz (i), Agustín Martínez (c) y Antonio Mercero (d), presentan en Madrid la quinta y última novela de la saga, &#039;El Clan&#039;.

Carmen Mola, el pseudónimo tras el que se escondían Jorge Díaz (i), Agustín Martínez (c) y Antonio Mercero (d), presentan en Madrid la quinta y última novela de la saga, 'El Clan'. / Sofía Carabias

En El Clan la inspectora Blanco se enfrenta a ese enemigo que está por encima de cualquier psicópata, el más villano de todos, el sistema, ese que mira con indiferencia la desigualdad social y que monetiza la miseria humana, en un recorrido que comienza con la cruenta guerra de Liberia y que continúa en Oporto y Madrid. "Cuando escribimos Las madres y empezaba a plantearse lo que iba a ser la siguiente novela, que era El Clan, nos parecía que ese enemigo, que es el sistema, era el último enemigo al que tenía que enfrentarse Elena Blanco. Cuando empezamos a trabajar en la quinta novela, ya sabíamos que estábamos escribiendo la última aventura de Elena Blanco", confiesan.

Ha sido un personaje les ha permitido ser cada vez más complejos en el retrato de la sociedad. Es quizá su novela más social y la más realista, pero no la última de Carmen Mola. "Vamos a seguir escribiendo porque no sabemos hacer otra cosa, pero no sabemos todavía el qué. Cuando acabe la promoción, que va a ser larga e intensa, un día nos sentaremos y cada uno vendrá con a mí me gustaría esto, a mí me gustaría esto otro. No sabemos si va a ser histórica, actual, si va a ser novela romántica, que es lo que nos gustaría porque es para lo que estamos capacitados", concluyen.

Cubierta de &#039;El clan&#039;, de Carmen Mola

Cubierta de 'El clan', de Carmen Mola / Planeta

Cubierta de &#039;El clan&#039;, de Carmen Mola

Cubierta de 'El clan', de Carmen Mola / Planeta

¿Qué tiene la novela negra, el thriller, que tanto nos gusta? Para Leticia Bianca (Buenos Aires, 1985) "tiene que ver con cómo los ricos se matan entre ellos, que es algo que me interesa muchísimo. Porque pareciera que esa gente la pasa tan bien, vive tan feliz y de pronto aparecen cadáveres. Es un punto. La historia tiene que ver con tratar de meterme en esas cabecitas y ver por qué si tienen tanto dinero, ropa tan bonita y cosas tan lindas, pues se les da por matarse".

Ricos y asesinatos, un cóctel maravilloso que han explotado con éxito las plataformas. Desde The White Lotus a Succession o La pareja perfecta, el último pelotazo de Netflix protagonizado por Nicole Kidman.

Leticia Bianca es profesora de historia por la Universidad de Buenos Aires, periodista y escritora. Esta semana ha publicado Cama adentro, una novela negra, un thriller de asesinatos con Alianza de Novelas. La historia es un triángulo amoroso dividido en tres partes, en cada una uno de los protagonistas cuenta su versión de los hechos. Se la cuentan a una escritora que va a publicar un libro o a nosotros, los lectores. Los personajes son "La de Rosario", una empleada del hogar, interna, que trabaja para un matrimonio de ricos, formado por Mario y Raquel.

Cubierta de &#039;Cama adentro&#039;, de Leticia Bianca

Cubierta de 'Cama adentro', de Leticia Bianca / Alianza de Novelas

Cubierta de &#039;Cama adentro&#039;, de Leticia Bianca

Cubierta de 'Cama adentro', de Leticia Bianca / Alianza de Novelas

Cama adentro es una radiografía de un país, Argentina, a comienzos del siglo XXI. "Un momento muy convulso para la historia de Argentina. Y en esa época hubo un crimen muy sonado en Argentina, que fue el crimen en un country de María Marta García, que conmocionó a la sociedad. Conmocionó porque era gente de mucho dinero, que había sido parte de un crimen muy misterioso, porque no se sabía si la familia había tenido que ver o qué, mientras el país se caía a pedazos. Entonces hay una alegoría también ahí, entre un modelo económico, social, productivo, que se cae a pedazos en esa época, que me interesa como historiadora, y la vida cotidiana de personajes comunes y corrientes o quizás no tan comunes y corrientes", explica la autora.

Tres personajes de tres clases sociales diferentes, en un momento en el que el clasismo está creciendo en Argentina, "se está latinoamericanizando, como si no fuéramos Latinoamérica", advierte Bianca. "Mi intención era poner a dialogar a estas personas que provienen de clases diferentes, ver cómo se relacionan entre ellas. El clasismo y la situación social y económica de Argentina atraviesan la novela, pero la escritora abre otros debates interesantes, como el de la salud mental, los derechos reproductivos, el feminismo o la maternidad. Raquel es bipolar, ha sufrido varios abortos e intentos de suicidio, y Leticia Bianco se ha planteado varias preguntas al respecto y ha querido desmontar también los estigmas que sigue habiendo en torno a los trastornos mentales. "Cómo sufre la gente alrededor del enfermo, qué padecimientos laterales se generan, cómo la propia familia encierra al paciente en instituciones, la medicación... hay todo un ecosistema en torno a la salud mental que me interesaba indagar", explica.

Leticia Bianca lamenta que se habla poco del suicidio, un mal durísimo en España y en el mundo en general, dice. "¿Qué pasa con la gente que intentó suicidarse y no lo logró?, ¿cómo se sigue con esa vida y cómo sigues amando a esa persona que en cualquier momento puede generar una hecatombe en tu vida tomando una pastilla de más?", se pregunta. "Y me interesaba tratar el tema del aborto desde el punto de vista de la salud mental, porque también es un estigma, porque estas enfermedades son hereditarias. En un momento en el que el aborto no estaba permitido en Argentina", añade.

Leticia Bianca: &quot;Se habla poco del suicidio en España, cómo seguir cuando has intentado quitarte la vida&quot;

Leticia Bianca: "Se habla poco del suicidio en España, cómo seguir cuando has intentado quitarte la vida"

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Cama adentro es un thriller que no llega a las 200 páginas y lo hemos devorado este verano. Sin embargo, que te caiga en las manos un libro de casi 500 páginas, que dedica las 10 primeras a instruir al lector sobre los nombres de los personajes que se va a encontrar, puede desanimar a más de uno. Pero si ese relato lo firma el periodista Patrick Radden Keefe, la mejor decisión es dejarse llevar por una historia fascinante. Un relato sobre las mafias que a principios de este siglo introdujeron a miles de inmigrantes chinos en Estados Unidos. Se titula Cabeza de serpiente y lo publica por primera vez en español Reservoir Books.

Cubierta de &#039;Cabeza de serpiente&#039;, de Patrick Radden Keefe

Cubierta de 'Cabeza de serpiente', de Patrick Radden Keefe / Reservoir Books

Cubierta de &#039;Cabeza de serpiente&#039;, de Patrick Radden Keefe

Cubierta de 'Cabeza de serpiente', de Patrick Radden Keefe / Reservoir Books

Cabeza de Serpiente arranca contando la historia de unos peregrinos que ocuparon las portadas de todos los informativos hace 33 años. Casi 300 inmigrantes indocumentados, que pagaron alrededor de 30.000 euros cada uno por un viaje de 4 meses en condiciones deplorables, en la bodega de un carguero que acabó embarrancando en Long Island. Una historia, le advierte el periodista a nuestra compañera Soledad Domínguez, que desgraciadamente se repite. "Lo estamos viendo en Europa, todo el mundo está muy familiarizado con el espectáculo de personas subiéndose a barcas que no están preparadas para navegar, escapando de África del Norte de una manera desesperada, para intentar tener una vida nueva en Europa", dice el escritor.

Radden Keefe, autor también de los celebrados No digas nada, sobre el conflicto en Irlanda del Norte, o El imperio del dolor, sobre la industria farmacéutica y la familia que amasó su fortuna convirtiendo en adictos a centenares de miles de americanos, retrata en el libro a los cabecillas de las mafias que organizaban el tráfico de inmigrantes. Con algunos no pudo llegar a hablar, simplemente recogió sus declaraciones ante el tribunal. "Hay gente que nunca te concederá una entrevista, que no querrá hablar contigo, pero en los juicios tienen que testificar. Y me encanta armar un relato a partir de las transcripciones de los juicios, para mí eso es como una ópera", explica el escritor que, además, entrevistó durante tres años a agentes del FBI, oficiales de los servicios de inmigración, abogados y, sobre todo, a vecinos de Chinatown. Cabeza de serpiente nos lleva a un Chinatown que ya no existe, un barrio sin ley donde las normas las ponía la mafia.

 
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