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La Hora Extra | Las autoras que rompen las normas de la literatura con sus personajes femeninos

Heroínas literarias a la vejez, mujeres en los márgenes que rompen con el feminismo blanco, poetas que embellecen los ceros y unos; las escritoras como Arantxa Urretabizkaia, Elia Barceló, Mayte Gómez o Dahlia de la Cerda rompen moldes y nos llevan este verano por historias diversas y diferentes

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La escritoras están demostrando que hay una literatura fuera del canon occidental que interesa, que es rica, que es diversa, que tiene matices y mucho que decir. Durante mucho tiempo, las cosas íntimas de las mujeres que se han quedado fuera de esa Literatura con mayúsculas. La maternidad, la vejez, la amistad femenina no estaban a la altura de los grandes y elevados temas y esa escritura de mujeres era otra cosa. Los tiempos han cambiado y las escritoras, poetas, dramaturgas y directoras nos muestran historias íntimas, grandes y pequeñas, locales y globales, que emocionan y que abren nuevas miradas al mundo.

Celia Rico lo ha demostrado en Los pequeños amores, una película sobre una madre de más de sesenta que empieza a tener problemas de movilidad tras una caída, y una hija de cuarenta, con la vida a medio hacer. El cine empieza a mirar a otras edades. Lo hace también la literatura. La escritora vasca Arantxa Urretabizkaia que con La última casa ha recibido el premio Euskadi de Literatura en euskera 2023. La editorial Consonni nos trae la traducción al castellano de Bego Montorio Uribarren. La suya es una novela sobre una mujer en la vejez que decide buscar su último hogar, una finca en Hendaya que quiere comprar, pero para ello tiene que cerrar unos asuntos pendientes. La suya no ha sido una vida común y tampoco lo serán los esfuerzos que habrá de realizar para hacerse con esa vivienda. Una andadura en la que, rodeada de vecinos que se espían mutuamente, fantasmas, amistades y decisiones del pasado se entremezclan con vivencias actuales.

Arantxa Urretabizcaia

Arantxa Urretabizcaia / CEDIDA

Arantxa Urretabizcaia

Arantxa Urretabizcaia / CEDIDA

Urretabizkaia no es la única escritora que ha dado dignidad y realismo a los personajes femeninos que empiezan a cumplir años. La eldense Elia Barceló, está dedicando una saga entera a romper los estereotipos que la novela negra ha generado en torno a los personajes femeninos. Ni todas son escuálidas, ni están perturbadas, ni todas sufren violencia, ni son jovencísimas. Las mujeres de sus novelas son listas, son maduras y tienen mucho que hacer y que decir todavía, como la protagonista de Santa Rita, cuya última entrega, La soga de cristal, todavía sigue pensando en escribir, en cambiar la casa, en viajar y en cuidar de su familia y amigos. Cada una de las entregas se ha ambientado en una estación del año, siempre en el Mediterráneo. En esta ocasión estamos en noviembre, cerca de la festividad de Todos los Santos.

"De lo que trata esta tercera novela es de las malas influencias, de lo tóxico que puede resultar la creencia en cierto tipo de sectas, de religiones en general, pero sobre todo de sectas de nueva invención que destrozan la vida de las personas prometiendo maravillas y cosas absurdas, pero que si empiezan a convencerte muy joven, antes o después, te lo crees. Mi idea cuando empecé esta serie era mostrar todo lo malo que se ha hecho a las mujeres a lo largo de la historia y se les sigue haciendo. Y elegí ahora este tema, que tenía muy claro: la manipulación por la religión, por mantener a las mujeres dominadas, pequeñitas, sintiéndose siempre culpables por todo, que eso es algo que las religiones saben hacer muy bien", explica la escritora eldense.

Sin duda, hay una novela precursora en esto de buscar protagonistas en la vejez. Es Tomates verdes fritos. Primero fue novela, pero en los noventa se convirtió en una pequeña historia de mujeres que arrasó en los cines. Ahora la editorial Capitan Swing reedita la novela de Fannie Flagg, que había estado descatalogada, y que nos ofrece una defensa de la amistad femenina, de la sororidad y de la diferencia como modelo para luchar contra el patriarcado. Mezcla de tradición y frescura, la conmovedora Tomates verdes fritos habla del encuentro de una mujer de mediana edad en una depresión con una anciana en una residencia. Ésta le cuenta una historia que oyó en su pueblo tiempo después, la de dos mujeres que tuvieron un café en la década de los 20 en el sur racista de Estados Unidos, fueron pareja, amigas y activistas en la medida de lo posible. Tomates verdes fritos aborda temas como la discriminación de la mujer, el racismo, la homosexualidad femenina, la miseria o el alcoholismo y, a pesar de eso, es una de esas novelas optimistas.

Es curioso que tanto en Tomates verdes fritos, como en La soga de cristal o en La última casa, la idea física del hogar es sumamente importante en el relato y en las vidas de estas mujeres protagonistas. Tener una casa es imprescindible para desarrollar una vida íntima y política en un mundo donde todavía el machismo prevalece. La casa como elemento central del relato es una constante este año entre algunos títulos publicados por escritoras, como Historia de una terraza, de Hilary Leichter, editado por Alpha Decay. Compuesta por cuatro historias relacionadas entre sí, que siguen las vidas de los personajes afectados por la fisonomía de un piso, esta novela es un viaje hacia el pasado y el futuro, donde se mezclan géneros como la fantasía, el romance, el drama familiar y la ciencia-ficción. A partir de un cuento ganador del National Magazine Award, Hilary Leichter ha construido una reflexión sobre la pérdida y el reencuentro. En esa línea destacamos también La Casa de Julien Gracq, en Periférica. Un texto breve lleno de suspense en torno a la fascinación de un hombre sobre una decrépita mansión en medio de la Ocupación en Francia.

Siguiendo con ruptura de moldes y estereotipos, es muy interesante lo que hace Dahlia de la Cerda. La escritora mexicana nos divirtió y conmovió con su libro de relatos hace un año, Perras de reserva, donde mujeres de todo tipo y condición salían adelante en entornos violentos y estrafalarios de su país. Esta vez, nos presenta un ensayo, que viene a romper los tópicos en este caso de un feminismo blanco y privilegiado. Del techo de cristal, ella propone, mirar al suelo. "Pensamos que una mujer es mujer y luego es negra por separado. Y en realidad no funciona así. Es una mujer negra, no puede separarse una cosa de la otra. Es como si fuera un pastel de dos colores, rosa y azul, y la parte rosa fuera de la discriminación racial y la parte azul, la discriminación por el sexismo. Si los echas en un molde, va a haber un momento en que se va a fundir y que no vas a poder separarlo. Sucede así. Lo que pasa es que no solemos ver las discriminaciones que no nos atraviesan, solo vemos las que sí nos atraviesan", cuenta la autora en la SER.

Desde los zulos es el título de este ensayo, donde la autora, como ha hecho últimamente María Fernanda Ampuero, aprovecha el género de la no ficción para contar su propia vivencia, insistiendo en esa máxima de que lo personal es político y además, interesa. "Pienso que hablar desde la experiencia personal y teorizar a partir de la experiencia de una, hace posible que miremos otras experiencias que muchas veces no miramos ,porque no nos atraviesan. Cuando hablamos, por ejemplo, de discriminación y lo hacemos así en abstracto o usando conceptos intelectuales, las personas tienden a no a escuchar o a no entender, o a aburrirse o a perder el interés. Pero si hablamos de situaciones concretas en las que afecta la discriminación o cómo se ve esa discriminación, el sexismo, el racismo, en la vida cotidiana, creo que entonces es mucho más fácil que las personas lo reflexionen, pero además que se sientan identificadas", añade.

Hemos hablado de thriller, de novela negra, de ensayo, géneros que las escritoras han ido moldeando quitándoles algunos esquemas anticuados y machistas, que venían repitiéndose en muchos casos. Uno de los poemarios más sugerentes, inteligentes y rompedores del año ha sido Circuito cerrado de vigilancia, donde la poeta Mayte Gómez Molina plantea qué tipo de poesía puede hacerse en esta época de inteligencia artificial, de algoritmos. Es su segundo libro, con el que continúa su carrera después de ganar el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández en 2023. En su obra se refleja el malestar social de una juventud en parte deshumanizada por el sistema, acercándonos a la posibilidad de una relación con lo digital que construya comunidad. La poeta está convencida de que hay amor en un like de Instagram, de que la tecnología siempre nos ha mediado y de que todo lo mueve el amor. “La tecnología es parte de nuestro cuerpo, yo quería mostrar cómo una parte de nuestra identidad se vive también en internet. Estamos mediados por el teléfono, que siempre está abierto, por más que pensemos a veces que lo digital no tiene que ver con lo real. También desde internet se puede hablar del amor, yo creo que hay amor o al menos necesidad de ser amado en un like de Instagram"

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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