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La herencia epigenética: cómo las malas vivencias pueden llegar a heredarse

Experiencias traumáticas como las guerras o las catástrofes naturales pueden generar modificaciones genéticas capaces de ser transmitidas de generación en generación

La herencia epigenética: cómo las malas vivencias pueden llegar a heredarse

La herencia epigenética: cómo las malas vivencias pueden llegar a heredarse

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Raquel Marín, neurocientífica y autora de libros como "Pon en forma tu cerebro" y "Alimenta el sueño para un cerebro sano", reflexiona entorno a un concepto neurocientífico poco conocido en la sociedad: la herencia epigenética. Nuestros genes se modifican con el contexto social y medioambiental en el que vivimos, sin embargo, la epigenética hace referencia a aquellas modificaciones de nuestro comportamiento que generan traumas en la confianza, en la compasión o en la autoestima y que son heredadas de nuestros antepasados. Por lo tanto, no solamente lo que nos ha influido en la vida puede generar una modificación genética sino que también lo vivido por anteriores generaciones puede ser causa de modificación.

Para entender este fenómeno Raquel Marín pone el ejemplo de cómo un conjunto de bebés reaccionan a imágenes, aparentemente para el ser humano peligrosas (serpientes o arañas), llorando cuando nunca han visto unas. Esto es posible debido a que es esa fobia que han heredado de sus antepasados la que les pone en alerta. Otro experimento que quería demostrar que las malas vivencias pueden llegar a transmitirse entre generaciones fue con una camada de ratones a los que se les exponía a una suave descarga eléctrica cada vez que olían el aroma a cereza. Esto produjo que los ratones desarrollasen la habilidad de quedarse quietos cada vez que olían esta fruta. Posteriormente, su camada de ratones no fue expuesta a ninguno de los dos estímulos pero la siguiente generación sí que se les dio cerezas. Fue con esta segunda generación donde sin ser sometidos a ninguna descarga eléctrica los ratones se quedaban petrificados al ver y oler las cerezas. Habían heredado la correlación cereza-descarga de sus abuelos, es decir, la herencia epigenética.

La existencia de la herencia epigenética reside en el factor de supervivencia que tiene el cerebro. Estas experiencias repetitivas dolorosas estimulan la amígdala que genera desconfianza y miedo. Sensaciones y recuerdos que se quedan instaurados en nuestro cerebro y se heredan en cascada como forma de ayuda a sus descendientes y así mantener la especie. Ahora bien, igual que se producen esos miedos a raíz de las malas vivencias, también es posible que experiencias buenas reviertan esas emociones negativas en positivas devolviendo a los circuitos neuronales a su estado original.

¿LA HERENCIA EPIGENÉTICA SE PRODUCE EN LOS SERES HUMANOS?

Efectivamente sí, la sensación de estrés y malestar se puede llegar a transmitir hasta en dos generaciones posteriores a través de un gen relacionado con los niveles de cortisol (la hormona del estrés). Esto produce, por un lado que ciertas personas tengan más estrés en situaciones que no necesariamente tienen que ser peligrosas y, por otro lado, produce cambios en el sistema inmunológico interfiriendo incorrectamente entre este y el sistema nervioso central. Trastornos como la depresión, la ansiedad, la psicosis o el autismo se han relacionado con esto mismo.

Lo más asombroso no queda aquí. Se han realizado estudios donde se demuestra la posibilidad de poder soñar con momentos traumáticos no vividos por ti pero sí por tus ancestros. Se denomina "trauma de transmisión transgeneracional" y se calcula que el 30% de los nietos e incluso biznietos de los descendientes de veteranos o refugiados de guerra, de los supervivientes del holocausto o de genocidios o de las víctimas de torturas y violaciones suelen tener episodios recurrentes de pesadillas muy realistas.

"Pensar en catedral" dice la neurocientífica es una característica única de los seres humanos donde la empatía y el trabajo en beneficio de las generaciones venideras es básico. La empatía con la vivencia de las personas que tienen la herencia epigenética de antepasados que vivieron catástrofes nos puede ayudar a construir una adaptación evolutiva mucho mejor.

 
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