¿Dormimos ahora peor que en el pasado?
La neurocientífica, Raquel Marín, conversa acerca de las diferentes técnicas para combatir el insomnio que se han utilizado a lo largo de la historia
¿Dormimos ahora peor que en el pasado?
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En la actualidad, solemos pensar que esta es la era donde el ser humano peor ha dormido, sin embargo, la dificultad para la conciliación del sueño no es algo nuevo y a lo largo de la historia han existido muchas culturas distintas que abordaban esta problemática a partir de distintos remedios variopintos. Raque Marín habla de técnicas ancestrales que utilizaban los hombres primitivos que al verse obligados a dormir a la intemperie (con la vulnerabilidad que eso conllevaba) desarrollaron la capacidad de dormir con medio hemisferio (el izquierdo) y que, a día de hoy, seguimos manteniendo cuando el lugar donde dormimos es inusual. Asimismo, existen escritos de ilustres de la época de la Antigua Roma que detallan como en la ciudad era muy difícil descansar plácidamente debido a la contaminación acústica y lumínica que provocaban los carros de abastecimiento alimenticio por la noche. Por lo tanto, el insomnio producido por las grandes ciudades no algo nuevo.
Los primeros tratamientos para el insomnio se datan entre el 1600 y el 1400 a.C. Hablamos de la civilización egipcia que hacía uso de plantas medicinales como la adormidera, la belladona o las semillas de amapola que tenían propiedades hipnóticas y sedantes que, finalmente, ayudaban a dormir mejor. De hecho, en estas culturas se consideraba que los sueños tenían propiedades curativas y por ello se fomentaba su aparición como vehículo de conexión con el mensaje divino, es decir, los sueños, en ocasiones, podían llegar a ser proféticos.
Otras referencias de remedios ancestrales es la medicina ayurvédica del lejano Oriente. En la cultura de la Antigua China el sueño estaba representado por lo que conocemos como el Yin (el descanso y la oscuridad) y el Yang (la luz y la vigilia). Para conseguir la felicidad, es decir, un equilibrio entre el Yin y el Yang la comunidad china se decantó por técnicas como la acupuntura que lograba aliviar los trastornos del sueño o los dolores. Se sabe que la acupuntura tiene propiedades somníferas, es más, muchos estudios avalan sus efectos beneficiosos (tanto para el insomnio crónico como para los síntomas de ansiedad) y su eficacia muy similar a la de los tratamientos farmacológicos. Cabe destacar, otra técnica que también da muy buenos resultados y no es tan conocida: la auriculoterapia. Una técnica de la medicina tradicional china que consiste en identificar en la oreja aquellas zonas que ayudan en la conciliación del sueño. El pabellón auditivo (al igual que los pies) conectan con algunas zonas de nuestro cuerpo por lo que solo basta con identificar los puntos exactos y aplicar presión en ellos para aliviar las tensiones que afectan a nuestra calidad del sueño.
Pero, ¿cuáles son las técnicas utilizadas en la actualidad? Raquel Marín nos habla de la última novedad: las mantas de gravedad que pesan entre 6 y 9 kilos y que se distribuyen por todo nuestro cuerpo generando una disminución del cortisol (hormona que fomenta la vigilia) y un aumento de la serotonina que ayuda a subir la sensación del sueño. Sin embargo, la neurocientífica hace hincapié en que aún no hay un respaldo científico unánime hacia este tratamiento ya que no en todos los cuerpos surgiría el mismo efecto al ser la masa corporal del ser humano un factor clave para el éxito del tratamiento.
¿SON BENEFICIOSAS ALGUNAS APLICACIONES PARA CONCILIAR EL SUEÑO?
La luz de la pantalla del móvil es, en muchas ocasiones, lo último que vemos al acostarnos pero sus efectos son más bien adversos: fomenta la vigilia debido a la luz estimulante del móvil. Sin embargo, en el mundo de las aplicaciones nos encontramos con numerosos ejemplos destinados a mejorar nuestro sueño. Desde sonidos relajantes y técnicas de meditación hasta la monitorización de ciclos del sueño o el uso de secuencias de luz estroboscópicas. Esto último consiste en la emisión de destellos de luz breves que inducen a la actividad cerebral, regula las emociones y actúa en los parámetros del sueño y de la vigilia. Una técnica cada vez más usada que ayuda en la preparación para antes de dormir siempre y cuando no sufras de epilepsia, fotosensibilidad o seas menor de edad.