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"Por el aburrimiento del hospital me puse las pilas": un joven con una enfermedad genética saca 15 matrículas sin haber ido a clase

Ignacio Mira, recién licenciado en derecho, explica en 'La Ventana' como ha sido su trayectoria académica desde que tenía 12 años y sin haber podido salir de su casa

Imagen de archivo de dos personas en su graduación / Yori Meirizan

Imagen de archivo de dos personas en su graduación

Lograr matrículas de honor al finalizar un grado universitario es algo de lo que se debe estar orgulloso. No obstante, esta hazaña tiene mucho más mérito, si precisamente, no se ha podido asistir presencialmente a clase. Esto es lo que le ha sucedido a Ignacio Mira, un joven malagueño que tuvo que ser intervenido con 12 años, por causa de una enfermedad genética que le producía anomalías en sus piernas. Ahora en su expediente figuran 15 matrículas de honor que reflejan el esfuerzo, tesón y dedicación por sacar adelante su carrera.

Durante unos 10 años no ha podido asistir a ninguna clase porque se ha encontrado siempre convaleciente. A pesar de estar recluido en casa o en el hospital, y tras haber sido operado 14 veces al haber alcanzado los 22 años, ha vuelto a sentarse en un aula en la Facultad de Derecho, carrera en la que se ha graduado con honores.

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Subraya que lo más curioso de su logro académico es que el derecho no fue su primera opción. Antes de saber que tenía su enfermedad, siempre quería haber sido médico. Cuando supo que iba a ser operado lo recibió con alegría, porque iba a poder ver como era el oficio de médico de cerca y como era un quirófano realmente. Sin embargo, confiesa que tras la primera operación se le quitaron todas las ganas.

La vida vista desde una ventana

Tras haber sido operado por primera vez, el estar convaleciente en casa le parecía algo guay. "Pensaba lo que otros niños, que no iba a ir a clase y que iba a poder estar en casa jugando con videojuegos". Sin embargo, confiesa que esta nueva forma de vivir se convirtió en algo muy frustrante para él.

Otra de las cosas que se le hicieron muy duras a Mira fue el verse en casa o el hospital sin poder salir de ahí, mientras que todos sus amigos estaban en la calle jugando como si nada. "Lo más duro fue tener que aceptar esa nueva vida", añade. No obstante, tras ser intervenido por primera vez, se lo tomó "como si fuera un futbolista". Y es que creía que iba a ser una especie de lesión temporal con la que en unos pocos meses iba a poder volver "al juego".

"Ha habido momentos de grandes frustraciones. Sin embargo, mis padres y una tía mía me han ayudado mucho en todo momento". Mira explica que ha sido fundamental este apoyo en su proceso, pero también agradece la atención que ha recibido por parte de los médicos y de los psicólogos. "Han estado ahí escuchándome siempre y eran muy esperanzadores con mi pronóstico".

El gran empeño de una profesora

Una profesora que se preocupó por él desde el principio asegura que fue la causante de que ahora tenga ese expediente académico. "Yo era bastante 'vaguete', y creo que también por el aburrimiento del hospital me puse las pilas". Tere, la profesora que la Junta de Andalucía le puso a Mira para que realizara los exámenes en su casa, desde el minuto 0 le hizo esforzarse mucho para no quedarse atrás con respecto a sus compañeros de clase. "No estaba dispuesta a que por mi condición me hicieran pruebas más fáciles, por respecto a los otros alumnos", cuenta. Ahora le agradece todo su trabajo.

Ahora, tras haberse graduado con creces en derecho, y recuperado de su enfermedad, mira al futuro y piensa en prepararse igual para hacer un doctorado. Porque en esto este tiempo ha descubierto también que la parte teórica de la carrera le motivaba más que dictar sentencia en un juzgado.

 
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