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Dani Guzmán, contra la especulación de los fondos buitres en 'La deuda', su nueva película

El actor y director ultima su próxima proyecto, una historia que se adentra en las consecuencias de los fondos buitres, los pisos turísticos y la norma de la meritocracia

Dani Guzmán en el rodaje de 'La deuda' / Manuel Fernandez-Valdes

Dani Guzmán en el rodaje de 'La deuda'

Madrid

Pocos directores españoles se han expuesto tanto como Dani Guzmán, actor que en su debut en la dirección contaba la que había sido su adolescencia, a través del personaje de Miguel Herrán en A cambio de nada, película en la que salía su abuela de verdad. Una exposición que repitió en su segundo trabajo, Canallas, una comedia que mezclaba realidad y ficción con toques de Los inútiles de Fellini, pero con toda la idiosincrasia española de Berlanga. Donde él y Luis Tosar acompañaban a su amigo en la vida real, Joaquín González, un tipo peculiar, un pícaro de la España actual. En los dos trabajos había una mirada de clase, social, obrera y profundamente emotiva. Temas que vuelven a estar en su tercer largometraje, La Deuda, que ahora mismo se encuentra en fase de montaje. "El detonante fue la especulación de los fondos buitre. Los protagonistas son una anciana y un chico que vive con ella, que no se sabe si es su nieto o su hijo. Les notifican que van a desalojar el edificio para construir viviendas turísticas", explica en una entrevista en la SER en plena sala, rodeado de ordenadores y buscando los clips de las escenas.

La deuda cuenta la historia de Lucas y Antonia que conviven en un modesto piso en el centro de la ciudad. Él tiene 47 años y no ha tenido una vida fácil. Ahora busca trabajo pero no es fácil por su edad, por cómo está el mercado laboral. Ella es pensionista y vive en un piso en el centro de Madrid. El problema es que los fondos buitres quieren ese edificio para hacer pisos turísticos, una lacra que está afectando cada vez más a todo Madrid. Para evitar el desahucio deben pagar una deuda, pero no es fácil conseguir el dinero en una situación como la actual. "El título habla de la deuda económica, el dinero que él necesita conseguir para que no echen a la anciana, pero también habla de la deuda moral", indica Guzmán sobre el personaje que él mismo interpreta.

Algo ha hecho que ha provocado un error terrible y se fustiga por ello. Ahí entran en la trama los personajes de Itziar Ituño y Susana Abaitua, protagonistas junto a la que será la gran revelación de la temporada: Rosario García, una anciana que encontró tras un casting de más de mil mujeres y que vive en una de las residencias de la Comunidad de Madrid. "Está fantástica, ya la veréis", nos advierte el director que ya trabajó con su abuela en su primera película y que ha defendido la dignidad de las ancianas y ancianos en toda su carrera. En el viaje del personaje, que trata de conseguir el dinero para pagar al banco a toda costa, aparece el crimen y la delincuencia, algo a lo que se recurre cuando no hay otra opción. "Surge también el tema de la culpa, como en este sistema judeocristiano que nos impone la culpa, que no nos deja avanzar. Es una reflexión y un análisis sobre el motor de la culpa para tomar decisiones. El protagonista es un tipo que toma decisiones a veces erróneas, que hace lo que puede. Y en ese viaje, a veces mete la pata. Una de esas veces, esa metedura de pata, le produce una culpa absoluta e intenta redimir esa culpa. Por eso la deuda moral y económica", dice sobre una historia en la que también participan Mona Martínez, Fernando Valdivieso, Francesc Garrido y Luis Tosar.

En La deuda hay otro tema que ahora mismo forma parte del debate social: la meritocracia, nuestra manera de llamar al sueño americano. Una idea que caló fuerte en el tardofranquismo, que centró la ideología de la transición, a izquierda y derecha, y que con la crisis de 2008 se desvaneció, pero que ha vuelto a resurgir. "De fondo está eso que nos intentan vender, la meritocracia, de que todo el mundo es lo que quiere ser. Es el tema neoliberal y capitalista que dice que somos lo que queremos. Pues no. Somos lo que podemos y lo que nos dejan ser. No es lo mismo nacer en un lugar que en otro, tener una familia u otra, tener unos recursos intelectuales o económicos determinados o tener otros". Por eso, dice Guzmán que sus personajes no son de una pieza, sino que tiene matices, momentos buenos y momentos más canallas. "Me gusta más la gente que se intenta buscar la vida y que necesita otra segunda oportunidad. Todos nos merecemos una segunda oportunidad y más ahora que todo se tipifica. Ahora todo es blanco o negro, todo está tipificado en delitos".

Es algo que viene del cine quinqui, como recuerda Dani Guzmán. "Antes, en el cine quinqui, cuando había un tirón de un bolso, todo el mundo se quedaba con la imagen del tirón del bolso, pero a mí me hubiera gustado ver por qué ese personaje ha llegado ahí. Ahora todo el mundo tiene la etiqueta de delincuente y no se cuestiona por qué la gente hace lo que hace. Vamos al resultado y no vemos las consecuencias. A lo mejor de ahí que piense que todo el mundo necesita una segunda oportunidad".

El rodaje tuvo lugar en varias localizaciones del centro de Madrid y el montaje sucede en un piso de la capital. Guzmán edita junto a Nacho Ruiz Capillas, uno de los grandes editores del cine español, ganador del Goya por Los Otros y con otras siete nominaciones por películas como Los lunes al sol, Los girasoles ciegos o Maixabel. Con él se empeña a fondo en elegir el ritmo y las escenas indicadas. "Donde más disfruto es escribiendo. Mi relación con el papel, con el boli, con el ordenador y con mi imaginación. En el montaje lo pasas muy bien y muy mal. Billy Wilder creo que decía que el plano que no has rodado no lo puedes montar. Por eso en el montaje ves todo lo que te ha faltado por rodar y ahí se pasa mal. Pero, es verdad que cuando ya va cogiendo la forma que tiene el guión de la historia que tú quieres contar, disfrutas mucho. Es un proceso creativo maravilloso, es muy artesanal y yo lo disfruto mucho. Intento que sea cual sea el montaje, sea un reflejo del guion. Y si hay una distorsión o hay un alejamiento entre el montaje y el guion, empiezo a pasarlo mal", reconoce.

"Tengo un amigo mexicano que dice que siempre ha intentado hacer un drama pero que le salen comedias", dice sobre el estilo que tendrá el filme, con una fotografía diferente a la de sus trabajos anteriores y a la que suele tener el cine social. "Tiene algo de de drama, de cine social, de una premisa social durante la película, donde tiene cierto análisis o reflexión y cuestionamiento, pero luego tiene algo de género, de cine negro, que precisamente a mí no me interesa mucho, pero que ha salido a pesar mío". Dice que eso viene directamente desde el guion: "Cuando enseñaba el guión, la gente me decía que lo había leído del tirón. Hay algo en la estructura de encontrar el dinero para pagar esa deuda, de un tipo que entra en la mafia para lograrlo que genera interés en el espectador. Pero mi interés es que esos espectadores entren en las vidas de estos personajes". La deuda intenta mirar a esa gran mayoría social que dibuja una parte importante de nuestra sociedad que no es otra que nosotros mismos.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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