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Crónica 24/7. Episodio 130: Camioneras, las otras mujeres que han gritado Me Too

Es un sector adaptado a los hombres, dominado por ellos y donde desde años se ignora el abuso contra las mujeres

Laura Zuñiga, camionera que denuncia abusos en su profesión. / Sara Canals

Laura Zuñiga, camionera que denuncia abusos en su profesión.

Washington

"El principal problema son las clases, la formación, en la que las mujeres tienen que convivir con un conductor en el camión. Es lo que llaman la prueba de la cama: si no te acuestas conmigo, no apruebas. Simplemente diré que no sabes conducir", explica Desiree Wood.

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"En vez de irse a dormir se quitó los pantalones, se quitó la camisa", dice Laura Zuñiga. "Yo estaba manejando y me volteé y estaba en puro calzón. También empezó a decir como cosas que si me gustaba el sexo. Que si tenía novio. Yo estaba manejando".

"Hay tramos de autopista que se te hacen muy, muy largos", asegura Nesa Azimi. "En los que no tienes contacto con nadie y estás realmente sola. O aparcamientos que están completamente vacíos, a altas horas de la noche, sin apenas iluminación".

Reportaje EP130 | Las otras mujeres que han gritado Me Too

Reportaje EP130 | Las otras mujeres que han gritado Me Too

09:07

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Es un sector adaptado a los hombres, dominado por ellos, y donde desde años se ignora el abuso contra las mujeres. Un abuso presente en todas las fases de la profesión: en los cursos de formación, durante las entregas de mercancía, en las áreas de servicio o, sin ir más lejos, en el propio camión.

Primera toma de contacto

"Yo soy de Guadalajara, Jalisco, de México, vine a EEUU cuando tenía 5 años, trabajaba en los campos y limpiaba casas con mi mamá, me casé, tuve a mis hijas, mi esposo me dejó". Laura Zuñiga, divorciada y con tres niñas, empieza a trabajar en una lavandería y allí hace su primera toma de contacto con el mundo del camión. Es 2020 y tiene 36 años.

"Allí en la lavandería lavaba la ropa de gente que deja su ropa, especialmente traileros y cuando abrían sus carteras para pagar tenían un montón de cash". Conductores (y también conductoras) que la introducen en el sector. Laura aprueba su examen para llevar tráileres y, con la esperanza de ganar más dinero, empieza a trabajar en la empresa de transporte Eagle Trucklines.

Laura Zuñiga, camionera que denuncia abusos en su profesión.

Laura Zuñiga, camionera que denuncia abusos en su profesión. / Sara Canals

Laura Zuñiga, camionera que denuncia abusos en su profesión.

Laura Zuñiga, camionera que denuncia abusos en su profesión. / Sara Canals

"Yo manejaba, yo hacía las cargas... Con un viaje voy a hacer cómo 1.800 o 2.000 dólares". Allí conoce a Mandeep, otro chófer de la empresa. Él le pide el teléfono, le empieza a enviar mensajes (que cada vez son más recurrentes) y que incomodan a Laura.

"Me empezó a textear cosas que no eran del trabajo. Empezó a decirme: Dile al patrón que quieres conducir conmigo. Así empezó". Hasta que un día, su jefe le asigna a Mandeep como copiloto para realizar una entrega de California a Florida: 2 días y medio de trayecto, juntos, sin parar en ningún hotel. El plan es hacer turnos para conducir y dormir en una litera instalada en la parte trasera del camión. Y en ese viaje empezó todo.

Así empezó todo

"Yo estaba manejando, él supuestamente tenía que estar durmiendo, pero no estaba durmiendo. Estaba como detrás de mí, respirando aquí. Yo estaba pensando en el dinero. Yo nada más lo estaba ignorando. Los comentarios... Todo. Ignorando". Solo han pasado 3 horas desde que salieron de California. Tras una serie de comentarios incómodos, Mandeep se quita los pantalones. Desde la parte trasera, empieza a tocarla y le ofrece dinero a cambio de sexo. Ella, mientras tanto, sigue conduciendo.

"Me tocaba la cabeza como un perro y seguía y venía y me tocaba el brazo… y se paraba allí, pero en sus calzones". Laura no sabe qué hacer. Intenta acelerar para llamar la atención de la policía, sin suerte, y se plantea aguantar despierta hasta llegar a Florida. "Me empezó a dar sueño. Son 24 horas que estoy despierta. Entonces él dijo: Si también te sientes cansada, vente para atrás. Pero yo tenía mi cobija".

Así que Laura aparca el camión a un lado de la carretera, se mete en su cama a dormir y allí los abusos van a más. "Puse mi alarma como por una hora y media, dije nomás así. Entonces me acosté y ese muchacho se volteó y puso su mano así. Y yo le agarré el su mano y le hice así". Mandeep la penetra con los dedos mientras le lame la cara, la toca y acaba eyaculando en sus piernas.

"Y la segunda vez ya no pude. Ya no me puedo defender. Estaba delgadito, pero estaba fuerte. Traté de defenderme lo más que pude. Pero no pude", dice Laura entre lágrimas. En este momento, Laura interrumpe nuestra videollamada, en la que también está presente su abogada. Bebe un poco de agua, respira y sigue contándonos su relato.

"Me acuerdo que me caí al suelo de la cama porque me quería escapar. Y se puso como ¿Qué estás haciendo? y le dije: Voy a llamar a la policía. Trató de quitarme el teléfono, les marqué rápido, rápido y llamé. Empezó a agarrar su mochila y se fue del camión. Llegaron varios policías y lo estaban buscando porque era como desierto. Le dijeron al patrón que le llamara para que saliera de donde estaba escondido".

Mandeep reaparece, pero en comisaría determinan que no hay pruebas suficientes para presentar cargos contra él. "Él les dijo que yo le pegué. Pero yo les dije a la policía que si yo le pegué fue por defenderme. No había evidencia, era mi palabra contra él, pero no, no le hicieron nada".

Mandeep regresó a casa sin apenas consecuencias: mantuvo su trabajo en Eagle Trucklines que, por otro lado, nunca más contrató a Laura, ni le pagaron por aquel trayecto. Ella denunció a la empresa, llegaron a un acuerdo económico para evitar ir a juicio, pero a los meses Eagle Trucklines se declaró en bancarrota y Laura, a día de hoy, sigue esperando ese dinero.

El Me Too de las camioneras

"Yo siento que no soy la única. Y no soy la única. Le pasa esto a hombres y a mujeres, pero no hablan y les da vergüenza". Historias como ésta llevan años ocurriendo, pero ahora, poco a poco, van saliendo a la luz. Una de las víctimas que más se ha movilizado para frenar estos abusos es la californiana Desiree, de unos cuarenta años.

Desiree Wood, camionera que denuncia abusos en su profesión.

Desiree Wood, camionera que denuncia abusos en su profesión. / Sara Canals

Desiree Wood, camionera que denuncia abusos en su profesión.

Desiree Wood, camionera que denuncia abusos en su profesión. / Sara Canals

"Me llamo Desiree Wood y soy camionera, sí. Empecé a conducir en 2007 y he recorrido más de 48 estados. Me gusta conducir, viajar, estar en distintos lugares". A raíz de los abusos que sufrió en sus inicios, fundó una organización para ayudar a otras camioneras: Real Women in Trucking (Mujeres reales en el mundo del camión).

"Es duro, fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. Perdí mi camión, mi casa y mi trabajo a la vez. Pero a la vez me gustaba conducir y quería volver a trabajar. Y fue duro". A través de su asociación, denuncia la impunidad de los abusadores, el miedo de las represalias tras romper el silencio, pero sobre todo, apunta a los responsables.

"Las mujeres me llaman y me piden ayuda. Pero no hay suficiente control: el lobby de los camioneros es muy poderoso y luchan como locos para que todo siga igual". Y para ello, buscan un perfil específico de conductores. "Apuntan a los más vulnerables: inmigrantes, gente que no domine el idioma, exadictos, sintecho... Buscan a personas al margen de la sociedad. Y así, si te pasa algo, a nadie le importa. Nadie viene a por ti y nadie te echa en falta. Es intolerable".

Y es que los abusos son uno de los muchos problemas de este sector: la explotación para reducir costes, los impagos, la falta de sindicatos o, sencillamente, la falta de baños. "Me meo en un vaso, porque en las compañías que vas a recoger te tienen 7, 8 horas esperando pero no tienen baños públicos y no te dejan usar el baño de adentro. Entonces llevo mi vaso", dice Laura. "La mayoría del tiempo no manejamos legal, tenemos que quebrar la ley para llegar a tiempo a dónde tenemos que llevar".

Una precariedad que, poco a poco, se empieza a visibilizar. La historia de Desiree, por ejemplo, se ha plasmado en un documental (Driver) que acaba de ser presentado en EEUU. Con él, su directora, Nesa Azimi, aspira a promover un cambio de legislación. Historias y mujeres que empiezan a revolucionar este sector, hasta ahora tan ajeno al movimiento del #MeToo.

Sara Canals

Sara Canals

Corresponsal en Washington. Periodista especializada en Relaciones Internacionales por la New York University...

 
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