El turista indeseable
"Nada es suficiente para ese turista que no tiene remedio, porque en su propio país es tan indeseable como lo es en el extranjero"
El turista indeseable
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Barcelona
Andamos siempre a vueltas con el turismo. Trae dinero, pero también problemas. Barcelona quiere acabar con los pisos turísticos, que reducen las viviendas disponibles para los indígenas y amargan la vida de los vecinos. Otras ciudades tienen planes parecidos.
En Barcelona, la gente cita el turismo como una de sus principales preocupaciones. La patronal de los pisos turísticos habla, en cambio, de “turismofobia”. Yo no diría tanto, pero sí es cierto que el hartazgo crece. Y eso es preocupante.
Me gustaría subrayar que no todos los turistas son iguales. Los hay respetuosos y simpáticos, limpios, realmente interesados en nuestra cultura y nuestras cosas. Esos visitantes no molestan. Al contrario. Son siempre bienvenidos.
El problema es el turista faltón y vociferante, que monta la bronca ahí donde va, tiene pinta de no haberse duchado desde antes de la pandemia y procura no gastar un céntimo. Ya saben a quién me refiero. Sí, hablo de ese turista que se cree el dueño de la calle, monta festejos, insulta a los lugareños y, encima, cree merecer una medalla por venir a dar la lata. Nada es suficiente para ese turista que no tiene remedio, porque en su propio país es tan indeseable como lo es en el extranjero.
Quiero decir con esto que si Javier Milei dejara de venir cada día a España, parte del problema lo tendríamos resuelto.
Me llamo Enric González. Les deseo un feliz inicio de verano.
