Macron pierde el partido con el Real Madrid

El fichaje de Mbappé por el Real Madrid ha sido una cuestión de Estado durante los años que ha durado el culebrón que ha terminado con la estrella francesa vistiendo la camiseta blanca. Una cuestión de Estado en la que ha estado involucrado hasta el último instante el propio presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha convertido al delantero galo en un símbolo del país en sí mismo.

Macron ha sido protagonista hasta el último momento, pues la respuesta de Mbappé a una pregunta suya ha fijado la fecha definitiva para el anuncio de su fichaje por el Real Madrid. Una casualidad, o no, que pone punto y final a la influencia constante de Macron en algo más que un asunto deportivo. Al final el calendario no ha sonreído al presidente francés, a las puertas de unas elecciones europeas en las que su partido ve cómo las encuestas le dejan muy lejos de la extrema derecha y en un tiempo en el que su popularidad ha ido decreciendo paulatinamente, lo que le ha llevado a intentar reforzar su imagen internacional como adalid de la defensa de Ucrania, fotos boxeando incluidas.

Ya en 2022 Macron reconoció que llamó a Mbappé para aconsejarle entonces que siguiera en el Paris Saint-Germain y no viniera a Chamartín. Y ya entonces el presidente presentó el asunto como una urgencia nacional, ya que argumentó que su deber "era defender a su país", lo que en este caso no consistía en una heroica resistencia militar como en otros tiempos, sino en evitar que un chico entonces de 23 años cruzara los Pirineos para cambiar el azul tan francés por el blanco inmaculado.

Ese mismo año era relevante esa presión para Macron, ya que se aseguraba que Mbappé siguiera bajo las órdenes de los dólares cataríes del PSG en el mismo año en que Catar organizaba el Mundial. "Estoy seguro de que seguirá sorprendiéndonos", escribía Macron en una columna en el diario L'Equipe, reconvertido en particular representante de los intereses de Francia y del PSG por igual. Hablar de Catar en Francia son palabras mayores; este mismo año ambos países han llegado a un acuerdo por el que el emirato va a invertir 10.000 millones de euros en la economía gala de aquí al final de la década.

El pasado año, de nuevo Macron se aferra a la estela de Mbappé para vincularlo con el orgullo nacional. El futbolista reconoció en una comparecencia ante los medios previa a un partido contra Gibraltar que el presidente seguía rondándole para que se quedara en París. "Macron quiere que me quede en París", dijo entonces el futbolista. Macron también trataba de salvar la inversión catarí en el fútbol francés, que sin la presencia de Mbappé, con Messi y Neymar también lejos ya del país, pierde toda relevancia con respecto a la Liga española o a la Premier League.

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En este mismo 2024, el presidente ha dado por perdido a Mbappé, pero aún ha intentado una última jugada: que el futbolista esté en los Juegos Olímpicos que se celebran precisamente en París. "He metido la máxima presión al que dicen que será el nuevo club de Mbappé", decía Macron a principios de mayo en lo que ya era su último intento de conseguir que el mejor jugador francés actual fuera uno de los rostros principales de la cita olímpica. No lo ha logrado, ya que ningún jugador del Real Madrid ha obtenido permiso para ir a los Juegos, tampoco Mbappé.

A Macron le faltaba por saber solamente la fecha de su derrota final en una batalla tan política como deportiva. Y hoy la imagen de Mbappé confirmándole que era el día señalado pone colofón a una relación en la que no sólo han jugado dos equipos de fútbol y una estrella del deporte, sino los intereses del presidente de uno de las mayores potencias globales.

Al presidente galo le queda aún una posible alegría: la final de la Eurocopa que se celebra en el otro gigante europeo, en Alemania, se disputa el 14 de julio. El día de la fiesta nacional francesa. Quizá entonces aún pueda sonreír gracias al chico de Bondy que ha preferido la Castellana al Parque de los Príncipes.