"Se suele pensar que los agresores son adultos, pero no es así": un subinspector explica cómo se lucha contra la pornografía infantil

Madrid

'Quince detenidos en Pontevedra por posesión de pornografía infantil', 'Cae una red de pornografía infantil en Alemería', o 'Dos detenidos por pornografía infantil en Valladolid', son algunos de los titulares con los que nos encontramos cada día. Es el tema que trata Patricia Peiró este jueves en Rojo oscuro casi negro, la pornografía infantil en internet y de los encargados de perseguirlos. Y lo hacemos a partir de un caso en concreto: la operación Scar donde tanto los autores como las víctimas eran menores de edad.

Hace unos meses, la policía recopiló hasta 20 denuncias que mostraban un patrón similar: eran chicas que contaban que habían empezado a hablar con un chico de su edad por redes y que pasado un tiempo se habían intercambiado contenido sexual y éste las había amenazado con crueldad si no le enviaban más y obedecían sus órdenes. Todas las chicas contaban una historia casi calcada en todos los casos y además, analizando los mensajes que presentaban, los policías también observaron un modo de expresarse que era común en todos los casos.

Los agresores suelen ser jóvenes

Las denuncias estaban distribuidas por toda España y detrás de todas ellas había siempre un perfil con las fotos y el nombre de un chico que existía de verdad. Así que esa fue la primera gestión, comprobar quién era este joven y si tenía algo que ver. Esto se descartó porque los agentes en seguida comprobaron que alguien había suplantado la identidad de este chico y usaba sus imágenes y un nombre semejante en decenas de perfiles para estas extorsiones a las víctimas. Los investigadores hicieron vigilancias, averiguaciones también en la red y llegaron a la conclusión de que el autor de estas amenazas solo podía ser uno.

La sorpresa desagradable fue que se trataba de un joven menor de edad. Así que quedó detenido e ingresó en un centro de menores en régimen cerrado. "La edad temprana suele ser frecuente en los autores de estos delitos. Suele ser un error habitual pensar que el acoso sexual, el grooming, es algo que realiza un adulto sobre un menor. Y no es así, es un delito que realiza alguien sobre un menor y la mayoría de las veces son veinteañeros y hasta menores", explica Eduardo Casas, subinspector del Grupo I de Protección al Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia en Madrid.

Cuando uno se imagina el trabajo de un policía que se dedica a perseguir pederastas, piensa en los agentes viendo imágenes muy duras constantemente. Sin embargo, eso es sólo un porcentaje mínimo de su trabajo: "Nuestro trabajo principal, y por este orden, es rescatar a las víctimas, detener a los autores de la producción, detener a los que distribuyen y a los que poseen las imágenes. Y la visualización de imágenes sólo es necesaría en un porcentaje mínimo de investigaciones".

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Los detalles son importantes

El trabajo de este Grupo I de Protección al Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia en Madrid es detallado y en ocasiones tienen que hacer un análisis profundo de las imágenes mirando pixel por pixel las fotografías y los vídeos. Y hay agentes, como Eduardo Casas con más de 20 años en el cuerpo, que tienen un ojo hiperdesarrollado para encontrar ubicaciones a partir de paisajes que aparecen una fracción de segundo en los vídeos.

"Los que llevamos más años vemos los detalles más rápido. Hay series que las tenemos ya grabadas en la cabeza pero a veces un texto en español, una ventana desde la que se ve algo que parece España, son datos que nos ponen bajo la pistas. Y cada vez tenemos más herramientas manuales y automáticas que nos facilitan el trabajo", destaca el subinspector. Pero necesitan más medios para poder llegar a todos los casos. La prioridad son los más graves pero "no dejamos de trabajar un caso en el que haya un niño en riesgo".

Hay alrededor de 400 detenciones al año por tenencia y distribución y los casos de producción son menos, aunque en los últimos años este delito es más común de lo que gustaría. Para Casas, "estos delitos han existido siempre pero por lo que se incrementan es porque ahora es más fácil el acceso a la tecnología tanto para la grabación, como para la tenencia y la distribución. Es más fácil ahora que el mismo delincuente que antes no tenía la ocasión ahora la tenga. Y hay que decir que las víctimas suelen ser del entorno cercano. Esto no cambia".