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'Enoch Soames', el cuento fantástico de Max Beerbohm que triunfa un siglo después

Marta Fernández cuenta en 'La Ventana' la historia de este relato fantástico de Max Beerbohm, un escritor británico bastante popular en su época, famoso caricaturista y amigo de Oscar Wilde

Academia de saberes inútiles | Enoch Soames: el cuento fantástico de Max Beerbohm que triunfa un siglo después

Academia de saberes inútiles | Enoch Soames: el cuento fantástico de Max Beerbohm que triunfa un siglo después

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Madrid

Max Beerbohm es un personaje de la historia, pero también es el escritor y narrador. Es él quien cuenta la historia de su amigo Enoch Soames, que es también escritor, pero el hombre no tiene demasiado talento. No ha vendido ni un ejemplar de su último libro. Es verdad que con el anterior le fue un poco mejor: vendió tres. Pero Enoch está convencido de que es un genio incomprendido que pasará a la posteridad. Pero su suerte cambia un día, en un café en el Soho, cuando hace un pacto con el diablo. "Pero como consejo, por si os pasa, tened en cuenta que cuando haces un pacto con el Diablo, tenéis que formular bien el deseo, que luego vienen las sorpresas", relata Marta Fernández sobre esta historia que cuenta en la 'Academia de saberes inútiles', "porque Enoch Soames se aturulló y metió la pata" .

Enoch Soames pidió viajar al futuro, concretamente un siglo, y aparecer en la Sala de Lectura del Museo Británico para comprobar si finalmente estaba entre los mejores escritores en lengua inglesa. El Diablo le concede el deseo y a las dos y diez de la tarde del 3 de junio de 1897, Enoch Soames se esfuma del restaurante en el que ha tenido el encuentro mefistofélico. Viaja en el tiempo, nada más y nada menos que un siglo, y aparece misteriosamente en la Sala de Lectura del Museo Británico exactamente a las dos y diez del 3 de junio de 1997. En el museo hay una docena de personas mirando pero a Enoch sólo le interesa saber qué ha pasado con su fama. Busca y rebusca, pregunta al bibliotecario y desaparece sin dejar rastro para volver a 1897, enfadadísimo. Ha descubierto que lo único que se dice de él en la posteridad es que es un personaje de ficción de un cuento de un tal Max Beerbohm.

Un pacto con el diablo mal enfocado

Hasta aquí el cuento pero a partir de ahora la realidad. En la sala de lectura del Museo Británico, a las dos y diez del 3 de junio de 1997, un grupo de admiradores del relato esperan que Enoch Soames aparezca de la nada. Algunos han viajado de muy lejos. Están todos allí mirando el reloj, cuando a las dos y diez aparece de la nada un hombre igual que Enoch Soames: delgado, desgarbado, con el mismo gabán, el mismo sombrerito y hace exactamente lo mismo que en el relato. Y por arte de magia: desaparece. Durante mucho tiempo nadie pudo explicarse la repentina aparición de Enoch Soames en 1997 en el Museo Británico. Bueno, lo podía explicar una persona. Y esa persona era un mago: uno de los más famosos de Estados Unidos: Teller, que junto a su compañero Penn, eran de los mejores del mundo. Ellos son famosísimos porque presentan desde el año 2011 un programa de televisión en el que retan a ilusionistas de todo el mundo a que hagan un truco sin que ellos lo descubran.

Por tanto, todo se trató de un buen truco de magia muy buen elaborado que tardó 34 años en prepararlo. Cuando Teller era poco menos que un chaval y estaba en el instituto se quedó maravillado con una historia que le leyeron en clase. La historia era, claro, el cuento de Max Beerbohm. Cuando el profesor terminó de leerlo dijo: "Me pregunto cuántos Enoch Soames aparecerán en 1997 en el Museo Británico". Y desde ese preciso momento Teller supo que al menos iba a haber uno.

Lo extraordinario en el caso de Teller fue el tiempo que empleó en prepararlo. Contactó con decenas de representantes para encontrar al actor que se pareciera a Enoch Soames. Recorrió tiendas y tiendas para dar con un gabán viejo que se ajustara a la descripción del cuento. Hizo lo mismo con el sombrero. Y por si fuera poco, entrenó a un cómplice para que fuera capaz de ejecutar el truco en el mismísimo Museo Británico. El único pero que se puede poner a un truco tan perfecto es que luego no puedes decir que has sido tú porque si lo confiesas estropeas el truco. El mejor truco de magia no es sólo el que se tarda en preparar 34 años, es ése en el que no nos damos cuenta de que ha habido un truco de magia. Por eso después de dejar a todo el mundo estupefacto, Teller puso cara de sorpresa, como si no tuviera nada que ver con lo que había pasado, y se fue en silencio.

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Marta Estévez

Marta Estévez

Productora y redactora de la Ventana. Ligada a la Cadena Ser desde 1992 donde ha trabajado en programas...

 
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