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Un estudio con ratones explica cómo el cerebro nos hace evitar a los seres que nos han causado dolor

La clave es la fuerte liberación de oxitocina que se produce en el hipotálamo y que se asocia para siempre con la experiencia traumática. El descubrimiento abre la puerta a tratamientos para el autismo o la ansiedad social

Imagen de archivo de ratones de laboratorio / K.Hayashi, Kyushu Univ.

Imagen de archivo de ratones de laboratorio

Madrid

El hallazgo lo ha publicado en la revista Nature un equipo de neurocientíficos de los centros Grossman y Langone de Nueva York. Su trabajo se basa en experimentos con cientos de ratones pero, explican, "es aplicable a los humanos porque nuestra química cerebral es muy similar".

Los ratones, igual que los humanos, "viven en grupos sociales complejos y evitan a sus oponentes", es decir, evitan a seres con los que se han peleado y que les han causado daño. Si los reconocen, huyen. Esta investigación explica el proceso que viven sus cerebros: "aprenden a evitar a ciertos oponentes para sentirse más seguros", dice el investigador principal. Así que, después de perder una pelea, los animales derrotados huyen de los que los lastimaron durante semanas. Y la clave está en el hipotálamo.

El "comportamiento de retirada" -la huida de los ratones- lo dirige una zona muy concreta situada en la parte inferior del hipotálamo. Es la parte "ventrolateral anterior del hipotálamo ventromedial". Ya sabíamos que controla el hambre, el sueño y los niveles de muchas hormonas. Ahora, esta investigación demuestra que esta zona, señala el estudio, "nos avisa para no volver a ser derrotados de nuevo".

¿Cómo fue el experimento?

Consistió en analizar como se activaba el hipotálamo cuando los ratones rivales se encontraban. Expusieron a cientos de elolos a encuentros de 10 minutos A los que se peleaban por primera vez luego los volvían a juntar a ver qué pasaba.

Pero la transformación importante se producía durante esa primera pelea. El dolor al ser mordidos les desencadenaba una fuerte liberación de oxitocina en la base del hipotálamo, "vinculando para siempre ese dolor" con el olor del rival.

En las siguientes, 24 horas, volvían a juntar a los ratones que se habían peleado. En el 80% de los casos, cuando el ratón agredido se encontraba con su agresor, lo evitaba. Su hipotálamo volvía a activarse porque había aprendido el peligro que representaba el individuo agresor.

Una vuelta de tuerca

Para conocer el peso de la oxitocina en el proceso, los científicos bloquearon artificialmente los receptores del hipotálamo para esta sustancia. Descubrieron que los roedores con los receptores bloqueados eran los que se alejaban en menor numero de ocasiones cuando llegaba su rival. No lo recordaban. Sin embargo, cuando el equipo les activó artificialmente las células cerebrales que estimulan el proceso, los animales se mantuvieron aislados "incluso si no habían perdido una pelea". Lo identificaban claramente como un rival que les había causado dolor.

"La entrada de oxitocina dentro del hipotálamo" es una "fuerza crítica" en nuestro cerebro que "impulsa el aprendizaje de las experiencias sociales traumáticas", explica el autor principal del estudio. La hormona tiene, según sus conclusiones, "un papel clave en la evitación de conflictos sociales".

Y los científicos advierten: los ratones comparten mucha química cerebral con las personas y se ha demostrado un comportamiento similar de "retirada" después de la derrota social en muchas especies, incluidos los humanos. Estudios en niños han relacionado la experiencia de ser acosado con un mayor aislamiento social y ausencias escolares.

¿Para qué sirve este estudio?

Explican los científicos neoyorkinos que "se podrá aprovechar la oxitocina para tratar trastornos que afectan a las habilidades sociales, como el autismo, la ansiedad social y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad".

Eso sí, el autor principal del estudio, Dayu Lin, PhD termina su trabajo con una advertencia importante. El equipo ha conectado el hipotálamo con estas conductas de evitación social pero no encontraron tal vínculo con otro comportamiento de los ratones derrotados: congelarse ante el conflicto. Dicen que es probable que otros sistemas cerebrales estén involucrados en el comportamiento de derrota, y comprender dichos sistemas es esencial antes de desarrollar terapias basadas en oxitocina para los trastornos sociales humanos.

Javier Ruiz Martínez

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...

 
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