A todos nos gusta ganar
A todos nos gusta ganar por las mismas razones por las que el chocolate suele gustar más que las acelgas
Ignacio Peyró: "A todos nos gusta ganar"
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Madrid
Esa gente que proclama que "lo importante es participar" suele ser la misma gente que luego sale como un drahthaar a echarte fuera de la pista. A todos nos gusta ganar, ser el uno y no el tres, llevarnos el apartamento en Torrevieja y no el aplauso de consolación del público. Y a todos nos gusta ganar por las mismas razones por las que el chocolate suele gustar más que las acelgas: no solo porque es dulce, sino porque, como la victoria, reconozcámoslo, es menos frecuente.
Esta semana lo hemos vuelto a ver: en la final de la Supercopa, los derrotados -en este caso el Barça- se quitaron su medalla de segundos nada más recibirla. No es cosa del Barça: el Madrid, o para el caso el Eibar, hubiera hecho lo mismo, porque ahora lo hacen todos. Y uno entiende que perder da rabia, pero para eso estaban las paredes del vestuario como muro de las lamentaciones: lo demás es inmadurez, exhibicionismo, un carácter a medio cocer. O quizá algo peor: el mensaje de que las cosas solo valen la pena si nos hacen ganar. Parece mentira que un deportista no sepa, que a veces se gana y casi siempre se pierde.
Es llamativo: ahora todos los clubes están preocupadísimos con la diversidad, con los derechos humanos. Cuanto más lejana y abstracta la causa, más preocupación, pero en lo básico, nada: los futbolistas ya nunca se paran a firmar un autógrafo a los niños, sino que se meten al autobús como se manejan por la vida: con la cara de quien acaba de ver un pelo en la sopa. Hay gente, en efecto, que parece ir pidiendo que la pongan en su sitio, y no es el primer cajón del podio. Feliz viernes.