'Cuando acecha la maldad', la enfermiza y brutal película de terror argentina
Demián Rugna triunfó en la pasada edición del Festival de Sitges con esta salvaje propuesta sobre posesiones demoníacas que reflexiona sobre cómo se contagia la locura y se propaga el odio
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Trailer oficial de 'Cuando acecha la maldad'
Madrid
Frente a los blockbuster de terror, centrados últimamente en secuelas, precuelas y refritos, el nuevo cine de autor exhibido en festivales demuestra que hay espacio para sorprender en este género. Es el caso del argentino Demián Rugna con Cuando acecha la maldad, película que ganó en Sitges y se ha convertido en la cinta de terror más taquillera de su país. "Es obvio que hay un cambio generacional. Hay mucha más gente utilizando el género fantástico para contar sus propias realidades. Tiene que ver un poco con esa búsqueda de nuevas opciones. Los realizadores de mi generación somos los espectadores del cine de los 80 y los 90, mirábamos películas de Zemeckis y estamos influenciados por el tipo de cine de esa época. Hoy además tenemos la posibilidad de hacer institucionalmente este tipo de contenidos", explica el director, que lamenta que Hollywood invierta más en promoción de segundas y terceras partes que en cintas de terror originales.
La propuesta del autor de Aterrados, película que lo colocó en el mapa en 2017, empieza como un western, un thriller rural con dos hermanos que escuchan unos disparos por la noche. Cuando salen a investigar por la mañana se encuentran un cuerpo desmembrado y acaban en la casa de una mujer que espera a alguien para que mate a su hijo. Un hombre mórbido, hediondo, que tiene el demonio dentro, que está poseído, o como dicen los argentinos, embichado. A partir de ahí la historia toma forma de enfermiza road movie por parajes, casas y escuelas en busca de evitar que el demonio tome otros cuerpos.
Lo interesante de la película de Rugna es que transciende el esquema trillado del subgénero de posesiones demoníacas. Lo hace estirando los límites, llevando la violencia y la brutalidad al extremo. "Soy bastante visceral, escribo con la emoción de lo que yo quiero ver en pantalla y sin importarme nada. Cuando me pongo a hacer una peli de terror pienso más en el espectador que está al otro lado, al que le gusta el género de terror, más que en la distribución. Es una película muy honesta de mi parte de no autolimitarme, pero también porque sé que estoy contando un cuento de terror. Y la verdad que después de todo lo que se ve, vos te metes en el celular y ves imágenes que son tremendas de violencia, escenas de accidentes y la gente hasta pierde las sensibilidades. Entonces, si estás pagando una entrada de cine para ver una peli de terror, está bueno que el director se tome en serio que pagaste esa entrada. Y si estás yendo a ver una película con el póster de una mujer que está dando un hachazo, ya sabes lo que te puedes esperar", bromea.
En Cuando acecha la maldad los planos se alargan, las tomas no se cortan y la cámara no aparta la mirada, se queda con quien recibe la violencia y no con quien la ejecuta en un festival de sangre y recursos visuales que imprimen un realismo sucio al relato. Da igual si son cabras, perros, madres desquiciadas o niños diabólicos. De hecho, en la parte final, se intuye un guiño al ¿Quién puede matar un niño? de Chicho Ibáñez Serrador. El otro acierto es, dentro del fantástico y el terror, sostener un relato genuino ambientado en los pueblos abandonados y desamparados de Argentina. "Me andaba dando vueltas siempre en la cabeza la noticia sobre los pueblos fumigados en Argentina, los campos que tenemos acá de soja, el 80% de nuestro país está sembrado de soja y están los agrotóxicos causando estragos, están contaminando el agua y provocando además muchas enfermedades a la gente que se expone. Siempre pensé en cómo esas familias desamparadas, que son muy pobres y que viven contaminados con este pesticida, se las arreglan, en cómo son ignoradas por la gente que le puede llegar a ayudar y por el Estado", analiza Rugna.
Como buena película de terror, la historia tiene muchas capas. Está la alegoría de la tierra contaminada y salvaje de esos inmensos campos, pero también hay un retrato de cómo se propaga el mal, de cómo ese embichado se muda de cuerpo. Y eso, dice el autor, conecta con la locura de las redes sociales. "Los últimos años he comprobado el odio que se va contagiando en las redes sociales y los medios de comunicación y que cambia la cabeza a la gente de una manera nefasta. El odio es tan fácil de transmitir, es muy fácil de transmitir porque son esas esas frustraciones que tenemos nosotros los seres humanos y la transmitimos con el odio. Es mucho más fácil que el amor y la comprensión", explica.
Y ese odio, además, remite de forma inevitable al avance facista que precisamente está experimentando ahora Argentina con la llegada de Milei. "En cierta forma está esta posta de maldad hacia el futuro y lo percibí así en una lectura sobre el auge neofascista y de odio en los últimos diez años después. Está pasando lo que está pasando en Argentina y bueno, es un poco el reflejo que uno veía, porque el resultado final de as elecciones no es simplemente porque el loco este se puso de candidato, es también el proceso de crecimiento en la cabeza de la gente. Estas ideas de ultraderecha ha socavado mucho. Y algo de eso hay en la película", admite mientras confiesa que no sabe si podrá sacar adelante su próximo proyecto ante el desmantelamiento del Instituto Nacional de Cine por parte del nuevo presidente. Ezequiel Rodríguez y Demián Salomon encabezan el reparto de este thriller perturbador y bestial que es una de la sensaciones de la temporada. Y, como decía el director, ya lo avisa su cartel, 'Rezar no servirá de nada'.
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José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...