Israel no podrá vivir en paz

Madrid

Biden se irá a la tumba con las manos manchadas de sangre de niños inocentes vilmente masacrados. El veto de EEUU a un alto al fuego pasará a la historia como uno de los actos más deleznables contra miles de personas cuyo único delito es haber nacido en territorios objeto de deseo del colonizador Netanyahu. No es la extrema derecha ni el loco de Trump el que ha condenado a los gazatíes a la inanición, ha sido el partido Demócrata que tanto alardea de defensa de derechos y libertades, que tanto pecho saca como garante del respeto a la diversidad y la inclusión.

Será a su diversidad porque la de las gentes del mundo ya se ve que le importan un rábano, que son capaces de avalar lo que ya podemos definir como verdadero genocidio. Más triste es la tibieza con la que se ha pronunciado Kamala Harris demostrando una vez más que lo de ser la primera mujer vicepresidenta de color, feminista, no es más que el barato abalorio con el que disfrazan las actuaciones imperialistas capaces de justificar ataques a hospitales y los más diversos crímenes de guerra. Casi que prefiero a Condoleezza Rice, que por lo menos no se presentaba con el collar de la superioridad moral para luego apretar el botón de la muerte y la destrucción.

No es feminista estar del lado de un patriarca paranoico como Netanyahu, que ya en sus últimas declaraciones sobre la Autoridad Palestina demuestra que su napoleónico objetivo es conquistar todo el territorio y destruir a sus habitantes dejando el sueño de la construcción del Estado de Israel en una pesadilla. Los israelíes que ahí viven no podrán estar nunca en paz, no por la amenaza exterior sino porque ninguna paz se construye sobre un territorio abonado por cadáveres.