Ni una simple rúbrica de buena educación
Ni tan siquiera ha sido posible celebrar el acto de apertura de la legislatura sin que se notara esa desagradable excitación
Ni una simple rúbrica de buena educación
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Madrid
Las fiestas de Navidad van a ser muy bienvenidas este año desde el punto de vista de la vida política, si consiguen calmar durante unos días la irritación y la inoportunidad que afecta a demasiados dirigentes políticos e institucionales de nuestro país. Ni tan siquiera ha sido posible celebrar el acto de apertura de la legislatura sin que se notara esa desagradable excitación. El Parlamento es un lugar donde cada cual puede decir lo que quiere, donde los grupos políticos se enfrentan y donde está previsto que se alcen las voces, pero hoy no se trataba de una sesión parlamentaria, en la que confrontar posiciones, sino de un acto puramente institucional en el que se suponía que todo iba a ser neutral y razonablemente amistoso.
No ha podido ser y los aplausos de los diputados presentes no han sido una simple rúbrica de buena educación, sino una manera de tocar la cara al adversario. Los diputados de la oposición, porque no les ha gustado el discurso de la presidenta de las Cortes, quizás demasiado expresiva hoy para ese sillón. Y los diputados que apoyan al Gobierno, porque querían dejar claro su apoyo a la señora Armengol. Y por supuesto, faltaban, como siempre, los parlamentarios que representan a los grupos independentistas, empeñados en hacer como si el acto de apertura de las Cortes no les atañera. Una tontería. Menos mal que Felipe VI, como todos los reyes europeos, se toma en serio los actos protocolarios, sobre todo uno con este que ocurre normalmente cada cuatro años. Tampoco hubiera sido mucho pedir que los grupos parlamentarios mayoritarios lo valoraran un poquito.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...