La amnistía es solo para corazones abiertos
Podrán insultar, asaltar sedes, disparar cohetes, ocupar calles, llegar hasta el capitolio o hasta la Luna, incluso vencerán en la ocupación callejera. Pero no convencerán

La amnistía es solo para corazones abiertos
01:54
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Barcelona
La proposición de ley de amnistía es impecable desde el punto de vista de su encaje constitucional. Y eso es algo definitivo para las gentes de corazón abierto. Algo básico y esencial, pues de no ser así, duraría menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Ni cinco minutos. A esa conclusión llegarán rápidamente todos los que hayan estudiado un poco el asunto: sobre todo si han repasado las sentencias del Tribunal Constitucional sobre las últimas amnistías españolas. Es un esfuerzo de lectura importante, sí, pero es lo mínimo para quienes quieran saber si este texto, que pronto se convertirá en ley, cumple o no cumple con la Ley de leyes.
A partir de ahora, la dinámica se invierte. Como la ley en ciernes sale de entrada niquelada, son los que se han opuesto a ella antes de habérsela leído, antes de estar redactada y antes de haberse pactado por la mayoría de los partidos del Congreso, quienes tendrán que hacer el mayor gasto. Si son intelectualmente respetuosos, difícilmente podrán decir que será una ley contraria al ordenamiento legal. Pues se apoya en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, el único intérprete autorizado. Y en la legislación de la Unión Europea y las sentencias de los tribunales europeos.
Claro que algunos, aunque solo los que estén obcecados, no harán caso de todo eso. Pero entonces ¿con qué razones atraerán a los partidarios de la generosidad democrática? ¿A los favorables al reencuentro con quienes la desafiaron?; ¿A los militantes de una sociedad inclusiva que pone punto y final a los errores y desastres de quienes la desafiaron? Ahora la carga de la prueba recae sobre los escépticos o los negacionistas de la concordia. Podrán insultar, asaltar sedes, disparar cohetes, ocupar calles, llegar hasta el capitolio o hasta la luna, incluso vencerán en la ocupación callejera. Pero no convencerán.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...