Carla Nyman: "Parece que llevamos un Código civil en la mano para que no nos cancelen, todos somos buenos y hermosos"
La escritora debuta en la novela con 'Tener la carne', un thriller almodovariano delirante. Una infidelidad, un asesinato y unas cuantas confesiones. Carla Nyman radiografía los celos, el cuerpo y los fluidos en una sociedad que nos exige ser perfectos y pudorosos en público
Carla Nyman: "Parece que llevamos un código civil en la mano para que no nos cancelen, todos somos buenos y hermosos"
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“La escritura es ir hacia las zonas oscuras, lo que no se ve, lo que no se dice”, defiende la escritora Ariana Harwicz. Otra argentina, Samanta Schweblin, lleva al límite sus exploraciones alrededor de la violencia afectiva y la pérdida de seres queridos. Su obsesión como escritora es “generar la predisposición del otro a escuchar” mediante el uso de “ciertas palabras que generan en el otro tensión”. Así es la prosa de Annie Ernaux, plana, dice la Nobel francesa, pero con un lenguaje afilado que acuchilla. Otra Premio Nobel, la austriaca Elfriede Jelinek, abraza la envidia, la ira, el despecho o la venganza, las emociones más bajas y oscuras del ser humano, para construir algo bello. De todas estas influencias ha bebido la escritora Carla Nyman en su corta, pero prolífica carrera.
Carla Nyman (Palma de Mallorca, 1996) "vive, también escribe y a veces hace teatro", según reza la página web de la Fundación Antonio Gala, de la que fue residente. Carla ha escrito mucha poesía, mucho teatro, ha dirigido, ha actuado y 'Tener la carne' es su primera novela, con Reservoir Books. Es el primer libro que leemos que recoge una de las canciones que más juego y debate nos dieron este 2023: la Session 53 de Shakira y Bizarrap. Los celos, una infidelidad y el deseo de venganza son el motor de esta canción y también de la novela de Nyman. "No soy una diplomática, soy una loba herida", se defendía la cantante colombiana de las críticas por exponer públicamente el despecho.
"Los celos es un tema que a mí me interesaba mucho abordar en 'Tener la carne', creo que estamos en un momento, con esta cultura de la cancelación y estas frases míticas de responsabilidad afectiva, que a veces resulta conflictivo a la hora de una manejarse públicamente o en sociedad", advierte Carla Nyman en la entrevista. Las mujeres tienen derecho a enfadarse, a mostrar su rabia, solo desde ahí se pueden cambiar las cosas, nos han contado este año creadoras como la francesa Orlan o nuestra compañera Emma Vallespinós en su ensayo 'No lo haré bien'. "Es como si tuviéramos que llevar constantemente una especie de Código civil en la mano para mostrar lo buenos y hermosos que somos, cuando hay mucho también de autosaboteo cuando una experimenta los celos", añade Nyman, que quería hacer una radiografía de qué le ocurre a este pensamiento en bruto, qué le ocurre a este personaje femenino.
En 'Tener la carne' una chica ha matado a su novio con la ayuda de su madre. Es verano y el calor aprieta en la costa de Almería mientras pasean su cadáver en una silla de ruedas. Tomando el sol y bebiendo cócteles en garitos de playa acompañadas del muerto, la hija llama insistentemente al juez que tal vez podría instruir su caso para ponerle las cosas fáciles: son culpables y está dispuesta a contarle con todo detalle cómo lo han matado y por qué. Pero el juez no contesta y salta el buzón de voz.
Es un thriller delirante, crudo y divertido, muy almodovariano. Nadie como Pedro Almodóvar para retratar todas esas pasiones encendidas, aunque el cineasta no ha sido una influencia para Nyman a la hora de escribir esta obra, dice. Hasta la cubierta del libro podría ser el póster de una película del manchego, con esas letras grandes en rojo, sobre un fondo rosa. Y en la imagen un cactus, que es una planta suculenta, es decir, que acumula fluidos en sus hojas, dando una sensación carnosa. La carne y los fluidos es algo sobre lo que reflexiona mucho Carla Nyman en su obra. En su poemario 'Líquida tuya y vertebrada' el cuerpo celebrando su biología y enamorándose de los fluidos propios y ajenos. Sus piezas teatrales han sido reunidas en 'Quiero ver cómo la gente sin cuerpos hace el amor'. La protagonista de 'Tener la carne', una tal C. que no ha cumplido 30 años, afirma en uno de esos mensajes que le deja al juez, que un cuerpo almacena muchos fluidos y órganos. Caca, pis, sangre, semen, además de zumo de limón, aceite de oliva y agua. Los fluidos más escatológicos nos acompañan a lo largo de la lectura. "Es un tema que llevo trabajando ya unos años y es por esta sensación como de medio extrañamiento, cuando realmente son fluidos o secreciones que estamos transportando a diario", explica la escritora. "Yo me levanto con un páncreas, una vesícula y con unas secreciones, estoy en constante relación con todo este tipo de líquidos, de hecho tengo una relación permanente con el retrete, no como todos nosotros. Lo que ocurre es que hay una sensación como de secreto misterioso que albergamos dentro de nuestro cuerpo. Si todos los tenemos, me interesa esta reflexión de por qué no intimar con tu propia secreción".
'Tener la carne' nos ha recordado un poco al debut en la novela de la también poeta Sara Torres. En 'Lo que hay', también con Reservoir Books, Torres analizaba la relación entre una hija y su madre, como es el caso de 'Tener la carne'. Y reflexionaba sobre el cuerpo y la culpa, cómo los cuerpos feminizados sufren más la culpa que carga sobre ellos el sistema. C., la protagonista de 'Tener la carne', también reconoce que no sabe gestionar bien la culpa. El personaje está casi en simbiosis con su madre, a veces hasta el lector llega a confundirlas, "biológicamente es como si estuvieran todavía pegadas por ese cordón umbilical que no se ha terminado de cortar, así que cuando la madre siente culpa, provoca culpa en la hija, y viceversa".
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Como decíamos, toda esta radiografía de las condiciones humanas se hace a través de una suerte de diario. Nos ha recordado también a 'Yo que fui un perro', una novela que nos presentaba Antonio Soler en La Hora Extra: el diario de un maltratador o de un acosador, de un hombre muy posesivo, muy celoso. La protagonista de Carla también busca a su pareja "con la rabia de un perro celoso". "Esta forma de confesar por días o por fascículos, lo que le permite al personaje es poder hablar consigo misma, porque realmente es un diálogo tramposo. El interlocutor es un juez que nunca le contesta, casi es un monólogo. Esto le permite poder dialogar consigo misma y con el monstruo que ella podría llegar a ser o que en efecto es", explica Nyman, coincidiendo con lo que nos contaba Soler. Nyman desmonta las categorías de moralidad, lo que es correcto e incorrecto, se mete, como sus referentes literarios, en esos meandros de la oscuridad del pensamiento, pero de un pensamiento en bruto.
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Que la protagonista sea una mujer, al contrario que en el diario de Soler, es intencionado. "Hay algo sancionador desde la sociedad, de cómo percibimos a una mujer que de pronto puede ejecutar acciones tan perversas como un asesinato. ¿Somos tan tajantes con un hombre como lo somos con las mujeres?", se pregunta la mallorquina. Con mucho humor, vamos adentrándonos en la mente de la asesina, llegando a un delirio fantasioso. "Yo creo que todos tenemos un poco de delirios en la cabeza, duelos, ausencias, huecos y vacíos que no nos atrevemos a mostrar públicamente", concluye.