Difícil de olvidar

Madrid

Es difícil hablar de cualquier otra cosa mientras la cabeza se llena de imágenes de bombardeos, muerte y llanto; mientras se sabe que un día más decenas de miles de habitantes de Gaza que no han hecho nada, tienen que abandonar sus casas y huir sin saber a dónde, porque ya no tienen ni agua ni electricidad. Cuando se ven hospitales atestados de heridos, donde ya se ha agotado el oxígeno, el plasma, los calmantes o la simples gasas, cuando se ve a médicos, conductores de ambulancia o periodistas derrumbarse doblados de angustia cuando se sabe, aunque no se les vea, el terror que deben estar sufriendo los 200 rehenes israelíes: mujeres, ancianos y niños que tampoco hicieron nada. Difícil hablar de otra cosa que no sea la necesidad de que se abran los corredores humanitarios y se libere a esos rehenes. Pero lo cierto es que nos llaman la atención sobre otros problemas. Y es verdad que otros asuntos forman también parte de nuestra vida. El presidente de la Generalitat acudirá al Senado con abrumadora mayoría del PP a explicar la posición de su partido sobre la amnistía y la autodeterminación. El PSOE sigue día tras día intentando negociar con Puigdemont la posible investidura de Pedro Sánchez, mientras que ese mismo Sánchez, presidente en funciones del Gobierno español y presidente de turno de la Unión Europea, acude a reuniones internacionales e intenta componer acuerdos dentro de la Unión o se alegra, junto con toda la izquierda europea, de que en Polonia haya ganado las elecciones un notorio liberal. Todo eso es verdad y es importante. Pero, ¿cómo olvidar ni un segundo a los habitantes de Gaza y a los rehenes israelíes?