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Guadalupe Nettel: "Me da muchísima vergüenza cómo son recibidos los migrantes que lo han tenido que dejar todo"

La escritora mexicana nos presenta Los divagantes, un conjunto de ocho relatos marcados por la familia, el éxito y el fracaso o el exilio

Guadalupe Nettel: "Me da muchísima vergüenza cómo son recibidos los migrantes que lo han tenido que dejar todo"

Guadalupe Nettel: "Me da muchísima vergüenza cómo son recibidos los migrantes que lo han tenido que dejar todo"

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Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) es autora de El huésped (finalista del Premio Herralde de Novela 2005) y sus posteriores y muy celebradas obras Pétalos y otras historias incómodas, El cuerpo en que nací, Después del invierno (Premio Herralde de Novela 2014), La hija única (finalista del Premio Booker Internacional 2023) y Los divagantes, publicadas en Anagrama. Nettel ha pasado por España para presentar esta última obra, un conjunto de relatos sobre personajes confrontados con lo desconocido y con sus propios miedos. La escritora mexicana explora en ellos relaciones familiares complejas, la incomunicación, el éxito y el fracaso, las ambigüedades de los seres humanos y todas las plagas del capitalismo. Ocho relatos que hemos devorado, ocho cuentos que atrapan al lector.

La escritora mexicana Guadalupe Nettel

La escritora mexicana Guadalupe Nettel / Anagrama

La escritora mexicana Guadalupe Nettel

La escritora mexicana Guadalupe Nettel / Anagrama

¿Somos todos de alguna manera divagantes en este mundo tan fugaz, tan rápido, de consumo masivo y un poco desmemoriado también?

Yo creo que en este momento de la historia en particular sí que estamos bastante confundidos y desorientados respecto al rumbo que queremos seguir. Antes teníamos muy claro que lo que buscaba la humanidad era el progreso o la civilización ,el desarrollo de la tecnología, creíamos en el capitalismo y todos queríamos consumir más y más. Y yo creo que esos modelos se están desquebrajando y la gente ya no tiene tan claro que nos estén conduciendo la felicidad.

¿Es la araucaria una metáfora de nuestra sociedad? ¿Somos como ese árbol, no sé si viejo, pero enfermo, parasitado por un hongo que no sabemos identificar?

Creo que sí que podría ser una una metáfora totalmente, no solamente de la familia que aparece en ese relato, sino de la forma en que está configurada la sociedad y de los valores que durante el último siglo tuvimos.

¿Y sabrías identificar o ponerle palabras a ese hongo?

Jeje, bueno, puedo decir algunas. Creo que cambio climático, capitalismo desenfrenado, consumo sin parar... son parte de estas especies parasitarias que nos están secando.

"La edad nos aturde a todos, nos cierra los sentidos", leo. ¿Somos todos viejos? No sé si nos hemos vuelto un poco conservadores en el sentido de que nos falta fuerza, ganas de cambiar las cosas. ¿Hemos envejecido?

Yo diría que no, porque sí siento que hay varias luchas que se están llevando a cabo. Está la lucha por el medio ambiente definitivamente, Fridays for future y los jóvenes que están en eso, con todas sus fuerzas tratando de rescatar el planeta. También está la comunidad LGTB+, está el feminismo, las comunidades indígenas que también están tratando de luchar por su autonomía... Todos no estamos envejecidos, pero sí hay una parte que está bastante anquilosada, como cuando has comido demasiado, durante muchos días y que ya no logras moverte con ninguna agilidad, así medio aplastado.

Tu literatura bebe mucho de la naturaleza y de los animales, ¿por qué?

Porque me gusta observarlos muchísimos, siento que aprendo mucho acerca de los seres humanos cuando veo a los animales. Para no ir más lejos, la mosca que se estrella 500 veces contra el vidrio. Me parece un reflejo clarísimo también de muchos seres humanos que conozco, incluida yo misma. Y no sé, los castores que se preocupan tantísimo y van con esa actitud completamente estresada para juntar sus troncos. Me parece que es un gran reflejo de quiénes somos y nos permite saber más acerca de nuestra propia naturaleza.

Los diferentes relatos tienen dos hilos conductores, dos nexos, por un lado la familia o las relaciones familiares, por otro el éxito y el fracaso. Las relaciones familiares atraviesan los relatos: la incomunicación entre diferentes generaciones, el no conocer a tus familiares, el no reconocer a tus hijos. La familia es el centro de esta obra y la familia perfecta y feliz es una utopía.

Creo que sí es el núcleo de varios relatos y me gusta pensar que a partir de la familia nos vamos hablando acerca del barrio, luego de la ciudad, luego de la sociedad y luego de los tránsitos, como el exilio latinoamericano que toco en el relato de Los divagantes. O como del encierro más que de la pandemia, el confinamiento y todo lo que puede implicar, todo el peligro que tiene una sociedad confinada y controlada. Creo que se parte de la familia, pero va hacia fuera. La familia feliz, perfecta no, eso no existe como tampoco un ser humano feliz y perfecto siempre. La experiencia humana es ensayo y error y como decía Julio Ramón Ribeiro, seres imperfectos en un mundo imperfecto. Estamos condenados a recibir migajas de felicidad, pero a mí me gustan las migajas de felicidad. Creo que hay que saborearlas porque son deliciosas.

El libro comienza con una cita de Anaïs Nin que tiene que ver con uno de los relatos. En él un huérfano habla de cómo se inventa los orígenes de su familia, ¿qué importancia tiene el cómo nos contamos?

Esa cita realmente abarca la mayoría de los relatos, si no todos, porque tiene que ver con quiénes somos, con la infancia. Freud decía: infancia es destino. Y lo que quería decir es que las experiencias que te marcaron durante la infancia forman tu carácter y forman también las gafas, la graduación de las gafas con las que vas a ver el mundo. Partimos de la infancia y toda la realidad la la observamos desde ahí. Ahora, yo creo que se puede cambiar un poquito esta óptica, que podemos aumentar o bajar las dioptrías, no creo que estemos ya absolutamente condenados a ser de una misma manera.

Se habla también mucho del éxito y del fracaso, quizás a lo mejor más del fracaso, porque hay determinadas situaciones que marcan la vida de los personajes. El éxito y el fracaso, sobre todo el fracaso, ¿también nos condiciona socialmente, nos modula, nos coloca?

Es una de esas plagas de las que me preguntabas antes, como el consumo y el capitalismo, esta idea que nos han vendido de "hay que ser exitoso", "nadie puede fracasar". Qué es fracasar, para comenzar, si te partes la cara, habrás aprendido algo, ¿no? Y tal vez eso te sirva más que haber tenido éxito en esa micro cosa que tanto deseabas. Realmente sí, son como zanahorias que vamos persiguiendo a lo largo de la vida y que nos impiden disfrutar del presente y de las relaciones. Cuánto sacrificamos por la idea de éxito laboral, por ejemplo. Cuánto relaciones, cuántos placeres. Cuánto cansancio nos cuesta.

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A propósito del éxito: "mi padre decía con frecuencia que la gente solo es reconocida en México cuando hace una carrera fuera del país". No sé si estás de acuerdo con esta afirmación que podemos leer en Los divagantes.

No lo digo yo, lo dice el padre de la protagonista. Fíjate, yo traté de publicar mi primera novela, El huésped, primero en todas las editoriales mexicanas donde había editores mexicanos. A veces eran editoriales españolas, como Alfaguara, Planeta, etcétera, pero no la tomaban porque yo era totalmente desconocida. Y cuando me fichó Anagrama y volví a México, bueno, o sea, alfombra roja.

¿Y te ha costado digerir el éxito?, ¿te ha cambiado sinceramente el haber sido finalista al Booker?

Pues cambiarme a mí, realmente como persona no. Sí me hizo entrar en una montaña rusa de emociones y ahora, un poquito de perspectiva, me divierte mucho recordarlo. En su momento fue montaña rusa, pero trato de verdad de no creerme tanto ni de darle tanta importancia, porque sé que así es la vida de todo el mundo. A veces estás arriba, a veces estás abajo, a veces estás en el centro y a veces estás en la periferia. Y si basas en el reconocimiento la felicidad, estás bastante, bastante perdido.

La escritora mexicana Guadalupe Nettel

La escritora mexicana Guadalupe Nettel / Lusbeth Salas

La escritora mexicana Guadalupe Nettel

La escritora mexicana Guadalupe Nettel / Lusbeth Salas

Cuando falla la comunicación, siempre podemos jugar al Scrabble. Me encanta esa idea en uno de los relatos, el poder de las palabras, también el poder de la literatura, que está muy presente sobre todo en el último relato, pero que aparece ya desde el primero. A propósito de la literatura hoy, cómo ves estas nuevas voces. Hay más pluralidad de voces, se han incorporado muchas voces de mujeres que están escribiendo, pero no sé si al final la literatura es más conservadora, es menos arriesgada, menos rupturista que cuando Cortázar, por ejemplo.

En términos formales sí estamos en una época en la que no hay tanta búsqueda de vanguardia. Romper el lenguaje o las formas, no sé, las estructuras de los textos. Justo pienso en Rayuela, que se puede leer de esta manera y de esta otra. O en poetas como los futuristas en su momento, más experimental. En este momento creo que la ruptura está más bien enfocada a nuestra óptica del mundo. Yo leo escritoras como Gabriela Wiener, que tal vez no está rompiendo las las formas literarias, no está rompiendo la forma de escribir, el relato tradicional, pero al mismo tiempo sí está rompiendo muchas convenciones y está rompiendo bastantes prejuicios. Creo que va más por ahí, lo mismo con Virginie Despentes, por ejemplo, yo creo que la idea de ruptura va más hacia hacia eso que te digo.

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En el relato de Los divagantes, que habla del exilio como has adelantado, aparece un albatros: "¿qué hacía un albatros en un lugar tan alejado de su hábitat natural? Si un albatros abandona el hogar, solo puede ser para salvar su vida". Es una metáfora también de la migración, ese pájaro que tiene que abandonar su hogar y que muchas veces muere en el mar exhausto.

Sí, el albatros es un ave que me encanta y que varios escritores han tomado como el símbolo del poeta, porque vuela a unas alturas impresionantes y con una agilidad, una majestuosidad, una gracia con sus alas enormes. Pero cuando está en tierra, no logra moverse, es lo más torpe del mundo, se tropieza y no sabe qué hacer con esas alas. El poeta es muchas veces así, Borges era así, porque sabía lenguas muertas y se conocía todas las mitologías y de repente no sabía amarrarse los cordones de los zapatos. Dicen que había que ayudarlo a vestirse. Es un símbolo de esta disparidad que a veces tenemos los seres humanos.

Cómo ves América Latina hoy, a propósito del exilio.

Bueno, hay muchísima migración, por supuesto, pero creo que eso es algo que siempre ha estado en el ADN de la humanidad. Piensa que durante muchísimos milenios los seres humanos fuimos más errantes que asentados. Hay libros que lo explican, que los asentamientos son algo bastante moderno y yo creo que exilio siempre ha habido y siempre habrá, ahora con el cambio climático. Y la forma en que son recibidos, me da muchísima vergüenza. Que estos migrantes, que vienen de Centroamérica con todos sus ahorros a cuestas y las donaciones de su familia para ayudarlos, de repente se vean secuestrados por la violencia y el crimen organizado que los despoja de absolutamente todo lo que tienen. Ese tipo de cosas me hacen pensar que somos una porquería como especie.

Es un libro marcado por la pandemia, por lo que he leído, y por el confinamiento. Decíamos que la pandemia y ese encierro nos iba a dejar "unas consecuencias funestas y duraderas", leo en uno de los relatos. Pero en realidad parece que todo ha pasado y que hemos olvidado ese periodo por completo.

Yo cuando pienso en ese relato, no pienso que sea el covid. Fíjate, creemos que hemos olvidado el covid y, sin embargo, los psicólogos dicen que hay una pandemia de depresión. Que nunca habían visto tanta gente deprimida. En este momento, la salud mental es un tema fundamental. La UNESCO ya lo declaró y la OMS. Hay una emergencia en ese sentido y yo creo que eso no solamente lo desencadenó el hecho de haber estado confinados y de haber perdido tantos seres queridos, de haber visto la muerte tan cerca, la fragilidad que implica en realidad la vida. Si no también las reflexiones que tuvimos durante ese momento acerca del destino, del rumbo que lleva el planeta y de lo poco que podemos hacer como individuos separados. Esa sensación de impotencia enorme, que a veces tenemos, frente a unos gobiernos que de verdad parece que están ciegos, o abúlicos o que solamente les interesa enriquecerse.

 
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