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Joaquín Sorolla: El maestro de la luz

Durante su juventud trabajó en el taller del fotógrafo Antonio García Peris, que antes de ser su suegro y protector, fue uno de sus primeros mecenas. Sorolla muy pronto sintió fascinación por el arte y la obra de Velázquez a quien copia, en sus primeras visitas al Museo Nacional del Prado, distintos fragmentos de Las hilanderas. Más adelante se vería su influencia en piezas como Desnudo de mujer (cuyo modelo fue su esposa Clotilde) o distintos retratos en los que se inspiró en Las Meninas

JoaquIn Sorolla (1863-1923). Spanish painter. Self-portrait, 1904. Oil on Canvas. Sorolla Museum, Madrid, Spain. (Photo by: PHAS/Universal Images Group via Getty Images) / PHAS

Como indiscutible maestro de la luz, el Mediterráneo no es el único mar que pinta, también lo hace de manera muy especial con el Cantábrico con lienzos como El rompeolas o Bajo el toldo, playa de Zarauz. Si bien las escenas de playa son las más conocidas, también fue importante su faceta de retratista, siendo uno de sus protagonistas Vicente Blasco Ibáñez al que también rindió homenaje con el icónico cuadro titulado ¡Aún dicen que el pescado es caro!, el cual hace referencia a la novela Flor de mayo. Y en 1900 obtuvo el Grand Prix en la Exposición Universal de París por su cuadro ¡Triste herencia! donde refleja el drama social de niños enfermos tullidos y con poliomielitis acogidos en el hospital valenciano de San Juan de Dios.

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Una de las curiosidades de Sorolla es que fue un coleccionista de objetos y que, al contrario que muchos otros artistas, tuvo el reconocimiento internacional de su tiempo, con una intensa presencia en exhibiciones y certámenes en París, Londres, Múnich o Buenos Aires. De hecho, el gobierno francés le concede la Cruz de la Legión de Honor. Sorolla encontró detractores a su obra, pero también defensores como Azorín quien escribió sobre su pintura: “Lo que en Valencia existe es el aire. El aire da tono a todo lo valenciano, el aire da vida a los grises, hace saltar los montes desnudos y presta ligereza a la figura humana. Y precisamente no el color, sino el aire es lo que ha pintado Sorolla y lo que sublima su pintura”.

En 1908, el filántropo norteamericano Archer Milton Huntington visitó la exposición de Sorolla que tenía lugar en la galería Grafton de Londres, siendo este el inicio de su relación con la Hispanic Society of America. Fue en 1911 cuando Sorolla recibió el encargo de pintar Visión de España, un gran proyecto decorativo de 14 paneles para la biblioteca de la institución. Viajó a distintas ciudades españolas con el objetivo de pintar los lienzos, todo un ejemplo de arte costumbrista. No fue, sin embargo, hasta 1926 -tres años después de su muerte- que los paneles fueron finalmente instalados en Nueva York.

Sorolla sufrió en 1920 un ataque de hemiplejía mientras pintaba en el jardín de su casa de Madrid, que le paralizó el lado izquierdo de su cuerpo y le obligó a dejar los pinceles. Falleció en su casa de Cercedilla el 10 de agosto de 1923 y sus restos descansan en el Cementerio General de Valencia. Tras conocer la noticia, el escultor Mariano Benlliure acudió a la vivienda familiar para realizar una máscara funeraria.

 
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