Venecia 2023 | Woody Allen: "Me he sentido un auténtico cineasta europeo"

Venecia

A lo largo de su carrera Woody Allen ha repetido que su pasión por el cine viene de los grandes autores europeos de los años 50 y 60, especialmente de Bergman y la Nouevelle Vague francesa. "Cuando era joven y estaba empezando, lo que más nos impresionaba y queríamos era ser cineastas europeos. Todas las películas francesas, italianas, suecas, todos queríamos hacer películas como las europeos. Y lo he intentado toda mi vida haciendo películas", contaba el veterano director en la rueda de prensa de Golpe de suerte en Venecia, donde ha recibido una gran ovación.

Finalmente se ha atrevido a rodar en francés su trabajo número 50, una cifra redonda que celebra con 87 años. "No hablo francés, pero eso no me importó porque todos los actores hablaban inglés, así que pensé en hacerla completamente en francés. Y me lo he pasado muy bien haciéndola, he sentido que era un auténtico cineasta europeo. Había visto todas esas películas de Truffaut, Godard, Resnais y Renoir hace años. Y por eso quería unirme a ese grupo y hacer una película en francés", añadía el realizador, que conserva la vitalidad para defender su cine pese a su deterioro físico. En los últimos años de su carrera ha rodado en España, Vicky Cristina Barcelona y Rifkin's Festival, en Italia A Roma con Amor y en París con Midnight in Paris, pero nunca en otro idioma que no fuera el suyo.

En Europa Woody Allen ha encontrado refugio, al menos para la producción y distribución de su cine y las giras de su banda de jazz, mientras la industria americana le ha dado la espalda por el caso que persigue al director desde los años 90. Los presuntos abusos a su hijastra, Dylan Farrow. El certamen ha pasado de puntillas por esa polémica, da por amortizado este escándalo y las explicaciones de Allen, y la conferencia de prensa ha tenido algo de despedida. El autor de Annie Hall y Manhattan nunca ha hablado de jubilación o retirada, ve más cerca el final de su carrera pero aún tiene proyectos en el cajón, como una película que le haría volver a su ciudad natal. "Tengo una idea muy buena para rodar en Nueva York, si alguien sale de la sombra y se ofrece a financiarme sin hacer demasiadas preguntas, si algún loco me pone el dinero sobre la mesa, la haría", bromeaba.

Golpe de suerte podría ser una especie de secuela a la francesa de Match Point. Con la cinta que protagonizaron Scarlett Johansson y Jonathan Rhys-Meyers dialoga en muchos sentidos. "Ambas películas giran en torno al capricho de la suerte y el azar, que tienen un impacto mucho más determinante en nuestras vidas de lo que queremos admitir. Así que ambas películas dicen lo mismo en historias diferentes", admitía Allen sobre esta cinta en la que están muchos de los temas que recorren su filmografía. El amor, los celos, el adulterio, el enredo, la intriga y los largos paseos por una ciudad. "Siempre he sido un gran admirador de las películas del género, el adulterio, la intriga romántica, la muerte, el asesinato... han sido la esencia del drama y la comedia desde los griegos. Por eso, mis películas siempre han abordado estas cosas de forma directa porque son la esencia misma del drama", defendía de este relato que juega con el thriller y los detectives y que tiene esa reflexión filosófica que no falta en su cine. Aquí la suerte, el azar y el destino están en el plano principal.

En el centro de la historia está un matrimonio en apariencia ideal. Ella (Lou de Laâge), guapísima y con estilazo, se encarga de subastas de arte, él (fantástico Melvil Poupaud), se dedica a "hacer a los ricos más ricos", en palabras de su esposa. Nadie sabe muy bien de sus negocios y su tren de vida. Viven en un piso increíble en un exclusivo barrio de París, tienen un activa vida social y pasan los fines de semana. Todo cambia cuando ella se encuentra con un antiguo compañero de instituto (Niels Schneider), un escritor seductor que la va camelando. Allen, apoyado en la fotografía de su amigo, el genial Vittorio Storaro, con el que ya trabajó en Wonder Wheel, se divierte con este triángulo, sus horarios, las mentiras y las sospechas entre ellos. A la ecuación suma a la madre y suegra de los protagonistas, una Valerie Lémercier que se roba la función con el retrato de una ama de casa más inteligente que todos los demás personajes.

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El autor retrata también la pasión de un lado y el control de la otra parte, a esos hombres tóxicos que vigilan a sus mujeres y se desviven porque todo sea como habían planeado e imaginado. "Hace 20 o 30 años era yo quien interpretaba los papeles que escribía. Así que siempre escribía para mí. Sin embargo, siempre he escrito mejor para las mujeres, las partes más interesantes. No sé por qué. Tal vez porque los escritores e intelectuales que más me influyeron fueron Ingmar Bergman y Tennessee Williams. Nunca pude escribir especialmente bien para hombres, con la excepción de escribir para mí", respondía Allen sobre si este personaje refleja su visión de un tipo de hombre moderno.

Detrás del azar, el destino, la suerte y las oportunidades que se preparan -como dice Allen-, en el film también está presente la muerte, otro tema que ha teorizado y largamente debatido en su cine pese a que no está en nuestras manos. "Es un mal negocio, estás atrapado y no hay mucho que puedas hacer. La verdad es que no puedes pelear por ello. Al final de esta película hay una frase que dice 'No pienses demasiado en ello'. No hay salida ni a través de la ciencia, la filosofía ni la comedia. Es un mal negocio. Y simplemente no tienes que pensar en ello. Es lo mejor que puedes hacer. Distráete", concluía entre risas el cineasta que en unos días estará en Barcelona tocando con su orquesta de jazz.