Un oyente cuenta un chiste en 'Hoy por Hoy' y acaba pidiendo perdón por el bautizado como "mejor chiste malo del verano"
Un chiste “magistral”, como lo terminó calificando Sastre
Aunque no es raro escuchar que España es un país de chiste, lo cierto es que somos un país con chiste. Y no con uno, sino con muchos. Con una tradición de humoristas que van desde los clásicos como Gila o Eugenio hasta los más actuales como nuestro Miguel Maldonado o Leo Harlem. Y con chistes de todos los tipos y colores posibles. Algunos mejores y otros peores.
Esos, precisamente, son los que José Luis Sastre ha decidido buscar en Hoy por Hoy. Los chistes malos que tanto nos gustan y que tanto se cuentan en verano... pero que entran bien durante todo el año. El chiste que más veces has contado en tu vida, del que siempre te acuerdas cuando te piden que cuentes uno o el que más te ha hecho reír.
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Junto a Sastre han estado Sergio Castro, Eva Cruz o Luis Alegre -porque alguien que tiene tantos amigos ha escuchado chistes hasta aburrirse-. Y también los oyentes, porque son parte fundamental del programa y porque nadie mejor que ellos para encontrar el mejor chiste malo de la historia o, al menos, del verano.
Y han salido todos los clásicos. Primero fue Sastre, que ya había dejado algunas perlas como ¿Conoces al hombre entre dos vallas? Vaya, hombre, vaya o ¿Qué es un punto? Un asterisco con gomina. Después, Sergio Castro, Eva Cruz y Luis Alegre repasaron el imaginario clásico con algunas bromas como ¿Cuál es el peinado favorito de los carteros? Cualquiera que tenga un tirabuzón, ¿Cómo está un tupper en un bosque? Está perdido, Me han echado del grupo de WhatsApp de paracaidismo porque no caía bien.
Un chiste que siempre funciona
Y tras ellos llegaron los oyentes. Jordi admitía que siempre terminaba contando el mismo porque se le olvidaban el resto. Tolo, de Mallorca puso en liza el tradicional Mamáááááááá, por quéééééééé, papáááááááá matóóóóóóó al pregonerooooooooo. Y con chistes clásicos y malos íbamos hasta que llegó Fernando, de Córdoba, que contó el que ha sido bautizado como el mejor chiste malo del verano. O, al menos, el que más nos ha hecho reír:
- Un padre que le dice a su hijo: "Manolito, dime una mentira". Y le responde el hijo: "Papá".
Pero es que Fernando no sólo contó un chiste que nos hizo reír a carcajadas, es que pidió perdón por si era demasiado malo. Lo que se suele hacer con un chiste que sabes que no es bueno, pero, de malo que es, termina gustando. De hecho, el oyente reconoció que le funciona habitualmente cuando se junta con amigos, en reuniones o incluso con sus hijos. Un chiste “magistral”, como lo terminó calificando Sastre, que ya ha advertido que lo va a usar a partir de ahora.
¿Qué tiene que tener un chiste para gustar?
¿Qué es lo que tiene que tener un chiste para que guste, para que haga gracia? Esta pregunta de Sastre encontró la respuesta de Luis Alegre, que cree que una buena broma debe tener los siguientes ingredientes: capacidad de sorpresa; un punto liberador, subversivo e incorrecto, incluso catárquico; y que la mayor parte de la gente se sienta reconocida.
Porque “un chiste te permite reírte de lo que más miedo te da, de tus angustias y tus pudores. Los chistes ayudan a liberarnos de nuestros miedos, de lo que más nos inquieta”, ha asegurado Luis Alegre, que ha cerrado con un último chiste:
- Un hombre que va al psicoanalista y le dice: "Doctor, vengo porque tengo complejo de feo". A lo que el médico le responde: "No, de complejo nada".
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