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Los dioramas forenses de Frances Glessner Lee

Considerada una de las mujeres pioneras de la criminología y la "madre de la medicina forense". Glessner, además de revolucionar el estudio de la criminalística, era heredera de una de las grandes fortunas de Chicago de su época, lo que le permitió fundar el departamento de medicina legal de la Universidad de Harvard, el primero dedicado a la medicina forense en los Estados Unidos

WASHINGTON, DC - OCTOBER 20: "Saloon and Jail" is among the dioramas on display in the exhibition "Murder is Her Hobby: Frances Glessner Lee and the Nutshell Studies of Unexplained Death" at the Renwick Gallery in Washington, DC on October 20, 2017. (Photo by Bonnie Jo Mount/The Washington Post via Getty Images) / Bonnie Jo Mount

WASHINGTON, DC - OCTOBER 20: "Saloon and Jail" is among the dioramas on display in the exhibition "Murder is Her Hobby: Frances Glessner Lee and the Nutshell Studies of Unexplained Death" at the Renwick Gallery in Washington, DC on October 20, 2017. (Photo by Bonnie Jo Mount/The Washington Post via Getty Images)

Su vida, como la de cualquier otra dama de su posición social, trascurría plácidamente entre salones de baile y salas de conciertos. Frances había soñado con estudiar medicina o enfermería en la universidad, y la especialidad de criminología le encantaba desde que de joven se sumergió en las novelas de Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle.

Tras un polémico divorcio quince años más tarde (casada con un abogado, para ella fue “un periodo solitario y triste”) y la pérdida de sus padres y hermano, la vida de Frances dio un vuelco a sus 52 años. Estamos en el año 1930. Fue entonces cuando pudo dedicarse a su verdadera pasión, en Boston, y que descubrió de la mano de un forense ligado a la universidad de Harvard: su amigo el doctor George Burgess Magrath, quien introdujo a Frances Glessner en el mundo de la criminología. Ambos se encargaban de formar a doctores en medicina para que se convirtieran en forenses, e impartían conferencias y seminarios. Pusieron en marcha esta iniciativa porque creían que en las investigaciones policiales no se tenían muy en cuenta las consideraciones del forense.

Frances Glessner Lee dedicó el resto de su vida a la ciencia policial. Se dedicó a construir pequeños dioramas (hasta 19) que reproducían escenarios donde se habían cometido crímenes. Son en apariencia casitas de muñecas, pero en realidad son escenarios en miniatura repletos de detalles y de víctimas, que pueden ser prostitutas, borrachos asesinados en la calle, agentes de seguros, empleados de fábricas o ancianos con un realismo que puede poner los pelos de punta. Sus Nutshell Studies of Unexplained Deaths (Pequeños escenarios de muertes inexplicables), recrearon casos que plantearon grandes problemas para ser resueltos en su momento y supusieron una revolución para la criminología.

En 1944 (a sus 66 años) fue nombrada capitán de la Policía de New Hampshire, con el cargo de directora de Formación, lo que le permitió ser la primera mujer en formar parte de la Asociación Internacional de Jefes de Policía. Una obra fundamental para entender su vida y sus dioramas es la de María G. Valero: La muerte en miniatura (Casiopea, 2019).

 
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