Mis fruteras y las listas electorales
Que no venían a por la silla, nos dijeron, pero ahora que los dividendos electorales se han reducido, la pelea no ha sido por el contenido del programa, la pelea feroz ha sido por las listas
Mis fruteras y las listas electorales
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Madrid
Constato una vez más la subida de precios cuando voy a la compra y eso que mis fruteras los ajustan todo lo que pueden. A ellas, como a todos los que realizaron tareas esenciales durante el confinamiento, les agradeceré siempre que estuvieran ahí en los meses más difíciles. Mientras la mayoría nos quedábamos en casa organizando el teletrabajo, ellas atendían sin parar a los clientes que de repente compraban más porque ya no había comedores escolares, menús ni salidas a los restaurantes con el riesgo que suponía estar en contacto con tanta gente sin otra protección que la simple mascarilla.
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En mi mente se contrastan de un modo radical estos dos paisajes: por un lado la dedicación constante y tenaz de mis fruteras a su imprescindible actividad económica y por otro las disputas que hemos visto estos días en la nueva ya muy mal envejecida política. Esta lluvia ácida de titulares sobre disputas en la izquierda corroe el sistema democrático entero. Que no venían a por la silla, nos dijeron, que su objetivo era cambiar las cosas pero ahora que los dividendos electorales se han reducido, la pelea no ha sido, ni de lejos, por el contenido del programa, la pelea feroz ha sido por las listas.
En todo esto ni se acuerdan de los ciudadanos, ocupados en su feroz escalada, pisoteando lo que y quien haga falta. Qué lejos están del mundo real, de la vida de quienes se ganan el pan con perseverante y obligado esfuerzo. Cada día, sin tregua.
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